Gabriela Carrera | Política y sociedad / FÍJESE USTED
Ahí estabas, entre mis pensamientos de mañana, y aún no lo sabía. Mientras salía el sol, y se levantaba la mañana. Desempañaba mi sueño, me ponía la ropa para salir a la calle. Encontré mi reflejo en el espejo y me reconocí, con el pelo desordenado, los ojos más chinos. Ahí, de cara al concreto estabas. Yo me arreglaba, me subía al carro, hacia la llamada de rigor, preguntando cómo estaban del otro lado del teléfono. Te vi, yo te vi, no te conozco y te vi, Juan Calel.
No sabía tu nombre, ni tu edad, ni que tu hermana te vio cuando tocabas el timbre de un comercio, mientras llamabas en una desesperación que no me imagino. Pero te vi ahí tirado, ahí, en una soledad fría. Te vi por la ventana, rodeado de muchas personas, de policías, de gente de la cuadra. Tu cuerpo entreabría la puerta blanca y no vi a nadie llorar.
Al medio día dijeron tu nombre, ahí lo supe. Era el almuerzo de la oficina, todas hablaban de ti. El presentador decía «quemarropa», «instantáneo», «fulminante». Era la misma puerta, el mismo cuerpo, la misma luz del día. Eras tú, y yo pasando frente a ti. Pasaron un video: 5 de la mañana, un hombre con suéter de capuchón se te acerca y supongo que dispara. No puedo ver, desvío la mirada y veo a tu hermana, la mochila que carga. No te abraza, no te habla, no deja su mochila en el suelo. No deja su mochila en el sueño. El tiempo se desvirtúa una y otra vez. Grita, llora, desesperada. El video no tiene audio, pero la escucho gritar, fuerte, fuertísimo.
Le he dado vueltas a esas imágenes durante estos días, luego de ese miércoles. He pasado varias veces por ahí, por el mismo lugar. De lejos diviso una moña negra. Pero al estar cerca, no volteo, sé que ahí estuviste. No puedo. Ahí te lloró tu hermana. El suelo te recibió y ella mantuvo su mochila en la espalda.
No es una noticia diferente a muchas de las que veo en este país desde que tengo memoria. Seguramente no fuiste el único ese día, tal vez hubo más hermanas que lloraron a sus hermanos este miércoles. No creo que haya sido la única que vi un cuerpo abrazando una acera de esta ciudad. Y no sé cómo se enfrenta una muerte anticipada, no sé cómo vivimos en este país con corredores de violencia.
¿Cómo cargamos a los muertos de este país?
Te llamabas Juan Calel, tenías 28 años. Vivías a menos de cinco minutos de mi casa, cerca de donde compro una que otra medicina o paso a echar gasolina, cerca de la iglesia que tiene como patrona a la Virgen de Guadalupe y donde he escuchado misa, mientras otros juegan pelota en el campo de la par. A veces compro flores a pocos pasos de ahí. Posiblemente caminamos una misma calle, vimos los mismos árboles y montañas.
¿Cómo cargamos la vida en este país?
A donde vayas, que haya más luz que aquí.
Gabriela Carrera

Creo firmemente que la política y el poder son realidades diarias de todos y todas. Por eso escogí la Ciencia Política para acercarme a entender el mundo. Intento no desesperanzarme, por lo que echo mano de otros recursos de observación como los libros y las salas de cine. Me emocionan los proyectos colectivos que dejan ver lo mejor de las personas y donde el interés es construir mundos más humanos.
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