¿Y qué pasó con las escuelas e institutos normales?

-Aimee Rodríguez / PANÓPTICO

En 2013 inició la implementación de la estrategia para una educación de calidad para la niñez y juventud guatemalteca. A 5 años de la puesta en marcha de la política, poco se ha abordado sobre el tema, principalmente sobre las consecuencias que esta ha tenido en el sistema educativo nacional.

La estrategia consistió en que las escuelas e institutos normales y los establecimientos privados ya no ofrecieron la carrera de Magisterio de Educación Primaria (3 años) a partir del ciclo escolar 2013, sino el Bachillerato en Ciencias y Letras con Orientación en Educación (2 años). Es decir que los aspirantes a laborar en escuelas primarias del país debían completar una carrera de diversificado de dos años (Bachillerato en Ciencias y Letras con Orientación en Educación) y luego formarse a nivel universitario como profesores de educación primaria.

Al implementarse esta política pública, es necesario preguntarse ¿qué ha pasado con las escuelas e institutos normales ante este cambio? Esto es importante porque, cuando se formulan políticas públicas en el país, una debilidad frecuente es que no se calculan las consecuencias ni los efectos que la implementación pueda tener.

En este caso, una consecuencia fue la disminución de estudiantes inscritos en el sector oficial. Según datos del Mineduc, en 2012 (antes de implementar la política) se inscribieron 22,174 estudiantes al Magisterio de Educación Primaria y en el 2016 solamente se inscribieron 5,464 al Bachillerato en Ciencias y Letras con Orientación en Educación, lo que significa una reducción del 75 %. Esa reducción se debe principalmente a que el Bachillerato en Educación no cuenta con el mismo prestigio social que el Magisterio de Educación Primaria, principalmente en el interior del país y en las áreas rurales, donde graduarse de maestro implicaba movilidad social, además permitía una inserción directa al mercado laboral.

Esta reducción del 75 % también ha implicado reestructuraciones a lo interno de las escuelas e institutos normales, porque las áreas y subáreas del pénsum cambiaron y se incluyeron algunas asignaturas que antes no se trabajaban, como Física Fundamental, Química o Biología. Si bien es importante que se reciban estos cursos, los docentes no cuentan con la formación para impartirlos y queda a discreción de los directores a quien se le asigna cada subárea, sin tomar en cuenta si tienen experiencia para ello. Prima mayormente el que los docentes puedan cubrir la cantidad de períodos para los cuales están contratados.

La disminución de estudiantes también ha influido en que, para lograr que los docentes cubran el número establecido de períodos en su contratación, las escuelas e institutos normales ofertaran nuevas carreras para las cuales no cuentan con la experiencia, como Magisterio de Educación Preprimaria, Bachillerato en Computación, Mecánica y otras especialidades.

Otra consecuencia es que, al no cumplir con la cantidad de periodos establecidos dentro de su contrato, los docentes son trasladados a otros centros educativos, o bien, deben realizar tareas administrativas, dejando de lado sus capacidades técnicas para formar maestros.

Se ha producido, además, una pérdida de identidad de los docentes, porque en una escuela o instituto normal eran formadores de formadores y actualmente su rol ha cambiado a formar bachilleres, situación que les ha provocado desmotivación. Cabe hacer énfasis que todos estos cambios han generado incertidumbre en los docentes, debido a las posibilidades de ser removidos de su cargo o trasladados a otros centros educativos.

Uno de los argumentos predominantes al momento de formular la política pública fue el hecho de que los estudiantes ingresaban a estudiar magisterio solamente por contar con un título, mas no tenían vocación para ser maestros. Actualmente esta situación se repite en el Magisterio de Educación Preprimaria, los estudiantes prefieren ingresar a esta carrera porque egresan con un título, y no por vocación para el trabajo con niños y niñas de ese nivel educativo.

Es importante pensar que la formación inicial docente debe verse como un sistema y que todas estas situaciones que se están viviendo en las escuelas e institutos normales tienen una influencia en la calidad educativa. Es primordial realizar una evaluación de la estrategia para una educación de calidad para la niñez y juventud guatemalteca que permita tomar decisiones basadas en datos sobre los efectos positivos, los aspectos a mejorar y las consecuencias no previstas de la implementación de la misma.

Aimee Rodríguez

Socióloga, con una maestría en Ciencias Sociales, con estudios en Alemania y Argentina, docente de posgrado y dedicada a las temáticas de educación, niñez adolescencia y juventud. Disfruta aprender de las personas que conoce, viajar, conocer nuevas culturas, investigar, desaprender y ver el mundo a través de la fotografía.

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