Y ganó Bolsonaro

Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES

Ganó las elecciones limpiamente la extrema derecha en Brasil. El hermano mayor, el país latinoamericano con mayor extensión territorial y mayor cantidad de habitantes votó ayer –domingo 28 de octubre–, en su mayoría por un señor que les garantiza seguridad en sus negocios, no robos (pues matará a los ladrones) y una familia constituida «a la antigua», por ley.

Y la pregunta que nos viene enseguida a la cabeza es: ¿estamos haciendo algo mal los que tenemos el corazón al lado izquierdo? ¿Qué le está pasando a la sociedad que vota por un Trump y por un Bolsonaro?

La respuesta, claro, no la tengo en su totalidad, pero, es que, ¿cuesta mucho darse cuenta que la tal familia constituida por papá, mamá y niño casi no existe en la realidad de nuestras sociedades? ¿Que las sociedades están constituidas por familias de esas que la misma sociedad califica como disfuncionales, compuesta por una abuela y unos tíos que te dan de comer y te prodigan un techo y un lugar en el cual dormir o unos extraños que te dan una acogida temporal?

¿Es que todavía creemos que la tal familia de clase media alta y su ideología burguesa son la respuesta a los tantos males que aquejan a nuestra sociedad actual? Pareciera que sí. Tal vez soñamos con tener esa clase de familia un día y ese sueño nos hace votar.

Pero, sobre todo, creo que los humanos votamos por miedo. Miedo a perder las pequeñas posesiones que tenemos, miedo a morir, miedo a vivir, miedo a no tener poder, miedo a la falta de dinero, al hambre y a la necesidad, en fin, miedo. Y ya sabemos que el señor miedo es muy mal consejero.

Hoy leí una entrevista que le hicieron a mi compatriota Rubén Blades, en la cual decía que el poder no corrompe sino que desenmascara. Tal vez tenga razón. Tal vez el corrupto no se vuelve corrupto por el poder que posea, tal vez ya era corrupto y tener poder lo desenmascara. Tal vez los que componemos esta sociedad humana somos corruptos de nacimiento y la tenencia de poder nos desenmascara.

Pero hacemos tantas cosas por tener poder… en nuestra región del planeta, donde la vida no vale mucho… bueno, la vida del pobre, del indigente. Existen seres humanos que, por un poco del poder que da la tenencia de un puñado de dólares, son capaces de matar a alguien de su propia especie.

A veces pienso, como ustedes ya saben, que nos falta evolución para llegar a ser ese humano que queremos que exista. Ese que no necesita de un padre protector para su negocio o su vida. Ese que no necesita de un Bolsonaro o de un Trump para existir y tener seguridad, para haber salido del poder sin haberlo usado para su propio beneficio.

El sistema político que tenemos en la actualidad es el producto de nuestra propia formación. Fuimos nosotros quienes lo construimos, quienes lo alimentamos a diario, quienes lo reforzamos o no. Somos nosotros y nuestra falta de evolución los que alimentamos ese sistema corrupto que tanto detestamos.

Tal vez por eso votamos en las elecciones por un padre protector que nos garantice que, al tener un negocito, nos protegerá, lo mismo que a nuestras calles y a nuestra familia. No importa que ese padre protector venga envuelto en un hálito de homofobia. No nos importa que ese sujeto sea un torturador de humanos, ni que piense que matando a los criminales se acaba con el crimen. Realmente, creo que no nos importa, siempre y cuando no sea nuestra estabilidad ni nuestra vida, ni nuestra seguridad la que corra peligro. ¿Pero quién lo garantiza? ¿Tendremos algún día ese sistema justo que nos proporcione, a todos por igual, las mismas posibilidades?


Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de posgrado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.

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