¿Y ahora qué hacemos con la coyuntura?

-Edgar Rosales / DEMOCRACIA VERTEBRAL

Estoy convencido que abordar ciertos temas en una sociedad polarizada resulta sumamente difícil y, a menudo, los puntos de vista expresados a contracorriente son descalificados de tajo. Pese a ello, considero importante plantear algunas reflexiones en relación con lo ocurrido el pasado lunes en el Congreso de la República de Guatemala, cuando el pleno acordó no darle trámite a la solicitud de antejuicio presentada por el MP y Cicig contra el presidente Jimmy Morales, señalado por el delito de financiamiento electoral ilícito.

Me parece que calificar la decisión como pacto de impunidad es una generalización respetable, aunque injusta. Por ejemplo, estoy enterado de que el voto fragmentado de la UNE fue una manera de negociar un eventual enjuiciamiento de su diputado y exsecretario general Orlando Blanco, lo cual, hasta donde tengo entendido, fue una acción unilateral de este último, tal como se evidenció apenas dos días después al presentar una ponencia que lo autoexime de responsabilidad por los señalamientos.

Luego, el trabajo de la Comisión Pesquisidora no contribuyó mucho a desbrozar el terreno. Con ese galimatías de “sí pero no” era difícil para los congresistas tomar una decisión sustentada en su informe, aunque este no fuese vinculante. En todo caso, es importante empezar a construir una cultura de respeto a las decisiones de los entes legitimamente constituidos. ¿Que el Congreso es ilegítimo, espurio y poco confiable? ¡Sin duda! Pero la ley lo faculta para tomar este tipo de decisiones, sean de nuestro agrado o no.

Por otra parte, y aunque nadie lo ha expresado, hay un elemento fundamental en todo este proceso: la Cicig se excedió en su mandato porque este no le concede facultades en materia electoral y no le corresponde dirigir una investigación por los casos que involucran al presidente o a la UNE, los cuales son distintos, en esencia, de cooptación del Estado, donde sí aparecen involucradas estructuras paralelas (por favor, revise aquí dicho documento). Y aclaro: aplaudo el trabajo de la Cicig, mas no avalo (por razones distintas de las que tiene la Fundación Terrorista y adláteres) ciertos excesos en que ha incurrido la Comisión y que tarde o temprano se deben poner sobre la mesa, aún a riesgo de ser uno señalado de “defender la corrupción y la impunidad”.

El tema, entonces, es cuestionarnos: primero, ¿si el presidente hubiese sido enjuiciado, en qué condiciones se encontraría hoy el país? En lugar de desactivar la crisis, es posible que esta se habría extendido de manera muy peligrosa. Segundo, para avanzar en la lucha contra la corrupción, los entes investigadores están más que obligados a actuar de manera impecable e incuestionable, o de lo contrario solo fomentan los mismos vicios del sistema de justicia que pretenden combatir y tercero, ¿cómo hacemos para superar la coyuntura y entrarle a los temas de fondo?

Coincido con muchas opiniones que el presidente Jimmy Morales simple y sencillamente jamás debió llegar a ocupar tan alto cargo. No estaba preparado, carecía (y carece) de una visión de Estado y de un Plan de Gobierno. Pero todo eso se sabía y aún así fue elegido por más de 2 millones de incautos (¿?), siendo ahora muchos más los que exigen su salida. Aún así, es preferible dejar que continúe a sufrir un nuevo retroceso en materia de institucionalización y ejercicio democrático.

El caso, entonces, debe darse por cerrado y ver hacia adelante. Superar la coyuntura de una vez por todas. El derecho de pataleo desde las redes sociales tiene una función efímera. En lugar de solamente desahogar la ira, hoy más que nunca hay que sentarse, dialogar y construir. El dilema sigue siendo: ¿tenemos los líderes visionarios para emprender un proceso realmente transformador; que no se quede en la simple exigencia de reformas jurídicas sino institucionales y sociales de fondo, como las que necesita Guatemala?

Por nuestro bien, espero sinceramente que sí.

Edgar Rosales

Periodista retirado y escritor más o menos activo. Con estudios en Economía y en Gestión Pública. Sobreviviente de la etapa fundacional del socialismo democrático en Guatemala, aficionado a la polémica, la música, el buen vino y la obra de Hesse. Respetuoso de la diversidad ideológica pero convencido de que se puede coincidir en dos temas: combate a la pobreza y marginación de la oligarquía.

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