Von Spreti, un ejercicio maduro de memoria histórica

Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL

Transcurría 1970 y Guatemala se encontraba en un momento político social complicado según los periódicos, los abuelos y uno que otro loco que, aunque no había nacido, cree tener el derecho de recordar. Fanáticos de la memoria que les llaman.

Apenas diez años antes se producían sucesos que marcarían los próximos 36 años del país, el conflicto armado interno estaba por tener sus peores años de crueldad, aunque esto no cruzaba la mente de sus principales actores: el Ejército nacional y la guerrilla. Cortoplacistas que les llaman.

El caso es que el 31 de marzo de ese año secuestraban a Karl Von Spreti, el embajador alemán en Guatemala, una noticia inédita para lo que estaba sucediendo en ese momento.

Spreti salió rumbo al colegio de su hijo cuando fue interceptado por un vehículo, bajaron hombres armados de él y se llevaron al embajador con rumbo desconocido. El hecho se atribuía a las Fuerzas Armadas Rebeldes (FAR).

El objetivo era negociar con el Estado la liberación de al menos 22 presos políticos, quienes según el grupo estaban retenidos en diversas cárceles del país. Todo a cambio de la vida del embajador alemán.

Para la guerrilla parecía un plan infalible, pensaban que el Gobierno no se arriesgaría a poner en peligro a Spreti, lograrían la liberación de sus compañeros y además darían un golpe militar de autoridad. Después de este evento el Gobierno debería tomarlos en serio y ganarían credibilidad.

Lamentablemente para ellos, las cosas no salieron como pensaban. El Gobierno de Julio César Méndez Montenegro jamás negoció con ellos, la embajada alemana por su parte creyó que la situación no llegaría a más. Sobre todo después de recibir notas de Spreti indicando que se encontraba bien, lo cual generó un ambiente de tranquilidad que desprotegió al embajador.

Días más tarde llegó la trágica noticia. El cadáver del embajador Spreti aparecía en la carretera rumbo a San Pedro Ayampuc y entonces todo se volvió real. ¡El embajador había sido asesinado!

Su alta investidura no le fue suficiente para conservar la vida en un país que iniciaba uno de los periodos más obscuros de su historia. Tampoco se ha encontrado a los responsables del hecho, historia recurrente para las víctimas del conflicto armado interno.

Hace unos días, la cooperación alemana presentó un libro sobre el hecho. En dicha presentación se contó con la presencia de un excombatiente de la guerrilla, quien reconoció los errores en los que el movimiento revolucionario cayó y que deben ser aceptados por las partes.

Otra persona presente contó que la familia de la víctima quedó muy afectada por el asesinato por el resto de su vida, especialmente uno de sus hijos.

Estas reflexiones deben colocarnos en posiciones de madurez respecto a las víctimas del conflicto armado interno. Debe generar sensibilidad y empatía con todas y todos aquellos que son víctimas.

Para los que queremos hablar de memoria histórica, es necesario tener presente estos acontecimientos por igual. Una reflexión valiosa es que ninguna víctima de violaciones a los derechos humanos sufre distinto, el dolor es el mismo no importando el bando, el género o la pertenencia cultural. El ser alemán no atenuó el duelo de la familia de Spreti, somos todos seres humanos y las pérdidas familiares generan lo mismo en cualquier parte del mundo.

Por último, debemos apreciar la valentía de los que integraron las filas de las partes en conflicto y pueden hablar al respecto, en palabras del excombatiente que estuvo en el evento, lo más importante es que después de todo lo sucedido podamos hablar, un ejercicio sumamente sanador y de mucho aprendizaje para quienes creemos en la paz y la reconciliación.


Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.

Clandestino y artesanal

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