Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL
La vida en Guatemala es todo menos cómoda. Todos los días representan una lucha constante por sobrevivir. Abrir los ojos por la mañana y querer tomar un baño en algunas colonias de la ciudad del futuro es una proeza, los servicios «básicos» siguen siendo eso, un futuro que no le llega a todos.
Contar con un poco de tortillas sobre la mesa y no salir en el periódico como una cifra más de la violencia ya es una victoria.
El transporte público es, por lejos, la prueba más grande de nuestra aptitud para la supervivencia, la suerte está echada al momento de abordar esos cajones de la muerte, es un boleto al destino programado o al cementerio.
Hace casi tres años, las noticias nacionales se han reducido a actos circenses que tienen como protagonista al presidente del país, actos que distan de generar sonrisas en los ciudadanos, por el contrario, generan rabia y vergüenza. ¡No nos merecemos un presidente así!, pensamos cuando la vida nos da un respiro para reflexionar.
Ante este marco social parecería imposible toparse con actos de simpatía y bondad, pero no lo es, este país es increíble y a veces debemos aprender a disfrutarlo con todas sus aristas.
Todos los días nos encontramos con guatemaltecas y guatemaltecos esparciendo actos altruistas, regalando alegría y cariño desinteresadamente. A veces es difícil encontrar explicación, quizá es la simpatía que genera la tragedia compartida, o quizá es el impulso de sentirnos humanos lo que nos empuja a tener esos detalles con los demás, como sea que lo veamos, no hay duda que eso nos mantiene con esperanza.
La vida así se vuelve un círculo, uno repleto de positivismo para quienes derrochan actitudes de la misma naturaleza. Lo podrán llamar destino o karma, lo cierto es que en cada minuto de nuestra existencia, nuestras actitudes bondadosas regresan a nosotros en distintas formas, como en un círculo constante de buenas acciones.
Pero no sería posible sin la disponibilidad a la solidaridad que tienen las guatemaltecas y guatemaltecos, es por eso que en momentos de crisis colectivas o individuales siempre debemos tener en cuenta la nobleza de nuestro pueblo, eso que nos hace disfrutar tanto de este territorio bendito.
La misión ciudadana que le debemos al país es provocar el círculo positivo de la vida todos los días, salir y realizar todas las acciones positivas posibles, generar sonrisas y amabilidad en los demás, en pocas palabras, ser un guatemalteco o guatemalteca en esencia, porque serlo es sinónimo de positivismo siempre.
Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.
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