Violencia entre lesbianas (IV)

Mariajosé Rosales Solano | Arcoíris / ÍNDIGO EN LA VIDA

Entresacado: los celos, una emoción violenta.

Antes de pasar a otras formas de violencia entre nosotras, hablemos sobre los celos y su falsa idea de amor.

Son formas directas de violencia y los pintan como muestras de «amor», sí, ese amor romántico burgués. La primera vez que sentí celos fue una emoción invasora, todo mi cuerpo se conectó con ella, me salí de misma y reaccioné de una forma violenta. De igual forma, cuando «me celaron», me sentí acorralada, culpable y arrepentida (no sé muy bien de qué, pero arrepentida). Así sucede en el círculo de los celos: se arrepiente, me arrepiento, nos «perdonamos», corre y va de nuevo.

Me surgieron varias preguntas. ¿Qué es lo que mueve a sentir, pensar y accionar alrededor del otro cuerpo como nuestro? ¿Por qué creemos que al poseer el otro cuerpo sentiremos «seguridad»? ¿Qué vacío tratamos de llenar? ¿Cómo lo dialogamos con la otra, otras? ¿Solo en la relación sexo-afectiva funcionan los celos? Y ¿qué tan profundo es su vínculo con el sistema de la fidelidad y los bandos («estás conmigo o eres mi enemiga», técnica usada para la guerra)?

Acaso la intención o deseo construido es poseer el otro «cuerpo» o exigir un bando hacia las otras personas para sentirnos/vernos en manada y el poder que tiene esta. Aunque podríamos decir que tiene un poquito de cada una. «Adueñarnos de las otras vidas» se ha impuesto en nombre del odio y del amor, las políticas neoliberales contribuyen a construir esta emoción, junto al despojo y el servilismo.

Cuando terminé una relación en la cual ambas habíamos hecho nuestros osos de celos, empecé a reflexionar sobre esta «emoción» y cómo hacer para desactivarla de mis células (porque sentía que desde allí salía). En ese momento asistía a una escuela de formación lésbica-feminista, esto ayudó bastante para comprender todo el entramado de la apropiación de los cuerpos. Aunque, después, llevar a la práctica y desmecanizar la apropiación es un reto mucho más grande. Un paso es entender a qué responden los celos, y otro (un movimiento más profundo) es desestructurar la emoción. Sin embargo, poco a poco, las células se olvidan de su existencia.

En este proceso de reflexión toqué un punto profundo, al principio pensé que era el miedo al abandono y no me había percatado antes de este miedo. Al acercarme a este nudo, me di cuenta del pánico que significaba sentirme sola –yo, siendo una perfecta huraña que le encanta la soledad–, descubrí que no tenía mucho miedo en sí de sentirme sola, sino a la idea de rechazo, el «no estar», como dijo una vez Amandine Fulchiron, el miedo a «no pertenecer». El dominio actúa, si sientes que no perteneces o que no te pertenece, ¿qué sos? Así concluí que los celos son herramientas para someter la autonomía.

En ese sentido, la fidelidad, no solo en las parejas amorosas, sino en múltiples relaciones sociales, «exige» esta condición de «solo conmigo». En las familias, en el trabajo, en discusiones y tomas de decisión, en los procesos de justicia. Al exigirla, acorralamos a conformar (como dirían las matemáticas) conjuntos, quién pertenece a que. Quién está y quién no. Y si no está, aplicamos castigos.


Imagen tomada de Facebook.

Mariajosé Rosales Solano

Lesbiana, feminista, antiracista. Fotógrafa, hierbera y lectora. Amante de la música y el cine. Urbana de casi cuarenta vueltas al sol.

Índigo en la vida

Un Commentario

Fanny Vega 26/02/2019

Un vacio en el corazon, aunque creamos que el amor de otra persona lo llenara vamos a equivocamos
Los vacios o problemas emocionales solo son sanados por la Palabra de Dios que tiene vida y en cada versículo hay una promesa.
El Espiritu Santo es el que sana los quebrantados de corazón y ta sanos escoges con sabiduría

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