Mariajosé Rosales Solano | Arcoíris / ÍNDIGO EN LA VIDA
En vísperas de la posibilidad de aprobar la propuesta de ley 5272 – inconstitucional, antiderechos, inquisidora y que atenta contra cualquier forma de organización de cuidado no-heterosexual–, las personas disidentes sexuales hacemos un llamado a parar todo acto de odio que grupos fascistas insisten en provocar en esta sociedad.
Aunque estoy convencida de que las leyes no son omnipresentes como nos hacen creer a quienes vivimos cerca del epicentro del poder Estado-nación, la incitación a la cultura fascista sí se reparte por todos lados por medio de sus instituciones o por los regímenes disciplinarios. En esta coyuntura, los medios de comunicación, las iglesias y las familias están llevando muy bien su papel inquisidor. Como mencioné en artículos anteriores, esta propuesta es la pura esencia del régimen heterosexual y fortalecer este pensamiento único es la preocupación. Desde hace unos años para acá, nos hemos dado cuenta que cuando la opinión pública menciona estos aspectos de la multiplicidad de formas de organización, las reacción y los crímenes de odio se intensifican, es una legitimidad a la pedagogía de la crueldad, como menciona Rita Laura Segato.
Y por esta razón, reflexionar sobre la violencia entre lesbianas lo vemos tan necesario, porque es un lugar/espacio/tiempo y organización con mucha potencial de resistencia y posibilidad de transformar realidades. No obstante, si no revisamos nuestras formas de estar, vivir y pensarnos, esta acción política de ser disidentes baja el nivel de potencia y la fuerza para organizarnos. Por eso continúo con esta serie, para debatir sobre las formas de violencia entre las lesbianas.
Una de las palabras que afecta y nos moldea es el amor, y en su nombre encarcelan y pretenden obligar a un trabajo forzado en el núcleo familiar. Varias pensadoras analizan la concepción, su influencia en los sistemas de opresión y argumentan cómo es una de las bases para justificar el régimen heterosexual junto a la obediencia, disciplina y fidelidad, aunada la violencia.
El amor romántico burgués es una categoría que varios movimientos feministas han elaborado para caracterizar la concepción de «amor» en el proceso de socialización de las personas identificadas como mujeres. ¿Qué significa? ¿Cuál es su papel en el sistema de ganancias y producción? ¿Su aporte en los despojos?
Una de las evidencias importantes es cómo el amor genera ganancias para el capitalismo, ya que garantiza el cuidado de la fuerza laboral y esta es una de las actividades económicas más altas en relación al producto interno bruto –PIB– (18 %). Las materialistas hablan del sexaje (combinación entre esclavitud y vasallaje) o la construcción de la clase social «mujer», refiriéndose a la apropiación de todos los productos de los cuerpos o vidas de las mujeres para la acumulación del capital.
Ellas mencionan 4 formas de apropiación: el tiempo, los productos del cuerpo, la obligación sexual y la carga física de los miembros del grupo; nosotras agregamos, lo erótico o espiritual. En el régimen colonial se instala el trabajo forzado y en el régimen patriarcal el amor y la apropiación de los cuerpos de «mujeres».
Es «burgués» porque en nombre de ese amor también se exigen prácticas de uso, consumo y distribución de recursos; llegando a su clímax los 14 de febreros, los aniversarios –mensuales o anuales–, los cumpleaños, los méritos, los éxitos, entre otros, de cada relación amorosa. Burgués porque se vive y otorga statu quo, condición de clase y aspiramos a través de las «uniones» del amor, subir de clase.
En las relaciones amorosas entre lesbianas, esto genera violencia, porque reproducimos los roles de pareja y las formas de organización del cuidado desde la misma óptica de la heterosexualidad. Además, se vincula a la discusión entre si sos pasiva, activa / masculina o femenina / el hombre o la mujer, entre otros.
El amor romántico es una de las emociones más difíciles de transformar, me ha costado quitarlo de la configuración de mis células y generar otras formas amorosas de relacionarme con los seres vivos, y más que todo, otra forma de vivir la autonomía sin dar mucha importancia al valor de los otros hacia mí. Redistribuir las relaciones amorosas contribuye a sentir más amor en otros planos, compartir con múltiples personas la posibilidad de amarnos sin que eso signifique lo sexual-afectivo, vivir juntas, solo y únicamente solo con una persona compartir el todo.
Una de las lesbianas con quien dialogo para estos artículos es Nadia Rosso, lamentablemente el 18 de mayo sufrió un accidente. Allí está resistiendo para seguir viviendo.
Fuente: Curiel, Ochy y Falquet, Jules (comp). (2005). El patriarcado al desnudo. Tres feministas materialistas. Buenos Aires: Brecha Lésbica.
Mariajosé Rosales Solano

Lesbiana, feminista, antiracista. Fotógrafa, hierbera y lectora. Amante de la música y el cine. Urbana de casi cuarenta vueltas al sol.
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