Bienvenido Argueta Hernández | Política y sociedad / DANZA CÓSMICA
Una de las expresiones del feminismo guatemalteco dispuso denunciar los hechos acaecidos hace un año en el Hogar Seguro Virgen de la Asunción, organizando una procesión que titularon «La Poderosa Vulva». Ante la crisis que en todos los órdenes vive el país, la manifestación del grupo de mujeres decidió atacar directamente el conjunto de significaciones que el cuerpo tiene en la cultura guatemalteca. Ellas hicieron ver las limitaciones que tienen las partes más elevadas y visibles de nuestro deformado cuerpo social, donde las cabezas han funcionado para asegurar esquemas de poder que atentan contra la mayoría de la población, favorecen la corrupción y llegan hasta generar condiciones de masacrar a niñas que por un mínimo de humanidad el Estado debía proteger.
Pero la procesión a su vez quebrantó las formas socialmente válidas para hablar de los genitales femeninos y hacer público lo innombrable acerca de las partes bajas e incluso erigieron la vulva en una especie de diosa y atacaron al propio fundamento de la experiencia religiosa que en gran medida está asociado a los esquemas de poder encargados de controlar y regular las fuerzas instintivas y vitales. A nivel epistemológico podríamos decir, como lo expresa el filósofo Sloterdijk, que «Cualquiera podrá ya reconocer en semejante giro de la mirada… para el cual “Ningún tema” bajo es demasiado bajo». En otras palabras, se quiebran las reglas válidas de aquello que puede ser conocido, mostrado y en todo caso hablado como parte de la fisonomía, su esquematización y significación. A pesar de la advertencia de dejar tristemente en la oscuridad esas partes del cuerpo, de manera alevosa las feministas que participaron en el evento mostraron la verdad desnuda.
La imagen de la vulva culminó en lo que conocemos como el parque central. Frente a la Catedral Metropolitana, poseídas por una especie de fuerza instintiva y dándole voz a sus partes bajas, aunque con formas ilustradas, las feministas gritaron consignas que se mofaban de rituales en los creen otras personas. Entre las consignas se escucharon, por ejemplo, «¿Qué queremos? ¡Orgasmos perpetuos!». A pesar de que este grito pueda unificar todas las conciencias infelices en una sociedad falocéntrica, unas por falta de comprensión debido a su fe y otras porque el grito no remediará las cosas, desde la penumbra solo se escucha la queja de vivir en una sociedad que no dará libertad, y aún ganándosela no cumplirá con las expectativas que exige cualquier revolución sexual.
Todo esto puede estar en discusión, pero lo que no se vale es que se tome esta expresión y su derecho de manifestarse para justificar la intromisión del Congreso de la República al pretender retirar al procurador de los Derechos Humanos o querer moralizar ámbitos públicos que solo favorecen un pacto de corruptos. Tanto la manifestación de las mujeres como los fieles que se han sentido ofendidos podrían exponer sus ideas como se hace en una democracia. Pero no se puede tomar esto como pretexto para proponer leyes que permitan la impunidad. Nuestra atención además de las partes altas y bajas de los cuerpos sociales debe estar atenta al proceder del Congreso, incluyendo la modificación del artículo sobre el financiamiento electoral ilícito.
Bienvenido Argueta Hernández

Aprendiz permanente de los relatos encantadores de las gentes y explorador de las historias que nos muestran mundos diferentes entretejidos entre poesía, cuentos y pinturas. Me gusta jugar, subir volcanes y cruzar arroyos, recorrer laberintos y ser capaz de observar estrellas, paisajes y sonrisas. Escucho jazz o rap y en los intermedios hago investigación social y escribo sobre filosofía y educación.
Un Commentario
Esta opinión si es mas coherente que la anterior y tiene razón, no se debe politizar la desatinada actitud y/ó participación del procurador, quien hoy si se equivocó de portería porque se metió un gol él mismo.
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