Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES
El jueves 5 de abril, el Gobierno de Venezuela decidió suspender, durante 90 días, las relaciones comerciales entre los dos países y llamar a sus respectivos embajadores a consulta.
El presidente Varela, de Panamá, trató de subir puntos ante la faz mundial y servir de intermediario en un conflicto mayor, no le resultó el plan. Venezuela dice que es esta una medida de protección a su sistema financiero. Estados Unidos, como es de esperarse, apoya las medidas tomadas por Panamá.
La relación entre ambos países (Venezuela y Panamá) ha sido tensa desde hace mucho tiempo. Hay que ser honestos en esto y creo que los seres humanos migramos siempre que una situación no nos es favorable y a todo aquel que posee un bien no le conviene estar en estos momentos en Venezuela: estamos de acuerdo, Chávez era un loco y Maduro es otro, con la desventaja de que Maduro no tiene el carisma, o la aceptación popular que tenía Chávez.
¿Y las intenciones? Tal vez en un principio no fueron malas. Tal vez se trataba de mejorar la desigual distribución de la riqueza que había en ese hermano país. Pero a las finales, como es habitual, todo se corrompió. Recuerdo que Venezuela vivió una edad de oro y cuando yo era chica hasta había una propaganda en televisión, de unos monitos que decían: «¿Qué vas a hacer a Venezuela? A buscar petróleo», era la respuesta. Y así fue, crecimos con la idea de que Venezuela era el país rico, el lugar de oro en donde todo era posible, donde el oro negro era interminable. Luego me tocó llevar a Nicaragua la desorbitante suma (para aquella época) de 100 000 dólares que el «generoso» de Carlos Andrés Pérez, entonces presidente de Venezuela, le cedía al movimiento sandinista de liberación nacional. Y yo me pregunto: ¿era ese dinero del bolsillo de Carlos Andrés Pérez? ¿¿¿O era del sudor del pueblo venezolano, de su Gobierno??? Tal vez a la mayoría no le importa.
Es interesante como reaccionamos los humanos ante movimientos que tratan de favorecer al pueblo. Otro recuerdo me viene a la mente: estando de servicio en Nicaragua, un día me dijo el jardinero Miguelito (un hombre muy pobre y muy delgado): «¡Ay!, recuerdo cuando los supermercados estaban llenos de comida y los almacenes llenos de ropa». A lo que le contesté: «¡Pero Miguelito, usted no podía comprar nada con lo que ganaba!» A lo que me respondió: «No importa, pero veíamos las cosas y eso era importante». Sí, parece que lo que vale es ver las despensas llenas, aunque no podamos adquirir los bienes.
A lo que quiero llegar es a que creo que las cosas no han cambiado tanto en Venezuela, el cambio, claro está, es en quién posee los medios de producción ahora y quién los tenía antes. Pero pareciera que nos hace sentir bien que sean los ricos, los blanquitos de siempre, los que siempre han tenido el poder y la riqueza que la sigan teniendo, así es y así será por todos los siglos de los siglos, amén. ¿Y queremos mantener en el poder a un tipo tan arrogante mal educado, populachero y milico como lo es Maduro? Seguramente que no. Preferimos que dirija nuestras vidas un o una fula bella que se vista bien y tenga maneras de realeza europea. Pero esto es harina de otro costal.
Lo de suspender relaciones con Panamá es una jugada interesante. El Gobierno Venezolano le debe a Panamá, en concepto de Zona Libre, «la módica» suma de 530 millones de dólares, aunque luego de una extraña «depuración» se hablaba solo de 41 millones. ¿Será que Venezuela no los piensa pagar? Suspendidas las relaciones comerciales, ¿la deuda queda saldada o no? Es interesante, para los analistas, ver que la nueva situación prohíbe a los venezolanos mantener relaciones comerciales con 22 funcionarios y 46 empresas panameñas, según la prensa del día siguiente. Lo que incluye al mismo presidente de la República Juan Carlos Varela, a la canciller de Saint Malo y a compañías de la talla de Copa Airlines.
La suspensión de los vuelos de Copa, según el presidente Varela, afecta más al pueblo venezolano que a nadie más, ¿será verdad? ¿Y los dólares que le llegan a los accionistas de Copa Airlines por cada boleto comprado? ¿Será que ellos no se perjudican?
Y si preguntas a un panameño cualquiera sobre la ventaja de la llegada de tantos venezolanos a Panamá te dirá: la gran ventaja es que ahora hasta queremos a los colombianos. Terrible, ¿verdad? Eso de que odiemos al vecino. Pero lo cierto es que muchos de los vecinos no han llegado con la mejor disposición a un país que les abrió las puertas. Las críticas han llovido y los mensajes no son de lo más halagadores. Lo que percibimos es de un sabor muy amargo. Los chistes van y vienen: que si los panameños somos perezosos, lentos y demás, tal vez sea cierto, pero la verdad sea dicha, no es la mejor forma de agradecer a un pueblo que te abrió los brazos cuando lo necesitabas. Y los panameños tendremos muchos defectos, pero sabemos dar la mano al necesitado.
¿Será que nos cuesta mucho a los humanos decir gracias? ¿Será que es más fácil apretarle el cuello a otro humano que darle un abrazo?
Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de post-grado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.
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