Fernando Zúñiga Umaña | Política y sociedad / EN EL BLANCO
La situación en Nicaragua no la considero tan clara como lo expresan la mayoría de los medios de comunicación. No solo porque no creo en la mayoría de ellos, sino porque se trata de una posición totalmente inclinada contra el Gobierno sandinista. Los movimientos sociales que se expresan contra un Gobierno, deben tener consignas muy claras y abarcar a todos los sectores, obreros, campesinos, estudiantes, profesores, maestros, empleados públicos, etcétera. El 18 de abril se dieron las primeras manifestaciones, el casus belli fue un problema relacionado con el sistema de seguro social. Casualmente, en días anteriores se habían aprobado una serie de reformas a dicho sistema. Esas reformas, de las cuales hoy nadie se acuerda, fueron anunciadas el 16 de abril de 2018, incluían un incremento de 6.25 a 7.0 % de la contribución del INSS por parte de los empleados, de 19 a 21.0 % por parte de los empresarios, que se aumentaría anualmente hasta llegar a 22.5 % en 2020. La partes aprobaron la medida, menos la patronal COSEP quien la rechazó. ¿Cuáles eran los argumentos de los estudiantes que iniciaron las protestas? ¿Defendían a las empresas?
Sin embargo, pese a que el 22 de abril el presidente revocara las reformas, el movimiento se expande, siendo el principal centro de conflicto la Universidad Politécnica. La oposición a las medidas fue de parte de la gran empresa privada, la cual reaccionó con la voracidad con la que lo hace siempre que se tocan sus utilidades, aunque sea de forma mínima.
¿Qué enorme poder se pudo ejercer para que miles de jóvenes se unieran a una protesta permanente contra el régimen nicaragüense y se mantuvieran, aunque sea de forma esporádica, durante poco más de 3 meses? Los movimientos sociales, usando un poco de teoría leninista, requieren tener el apoyo de la organización, del partido. Sin embargo, el enfoque de la espontaneidad de las masas también tiene sus argumentos. Se requieren condiciones, objetivas y subjetivas. Partamos del supuesto de que las condiciones objetivas estaban dadas, que el pueblo no soportaba más y la crisis llegaba a su punto máximo. De ahí nace la espontaneidad de un movimiento estudiantil, con un aporte muy importante de grupúsculos lumpen, muy similares a los que se manifiestan en otras latitudes. Con muchas cosas en común, un estudiantado con rasgos muy diferentes a las mayorías de los nicaragüenses, donde se resaltan aires de burguesía, otros jóvenes con posiciones muy radicales, dispuestos a lanzarse contra el propio ejército y usando bombas caseras al estilo de las guarimbas venezolanas, que se lucían el año pasado en todos los medios, pero que por obra y gracia del Espíritu Santo, han desaparecido.
La prensa es muy cuidadosa en resaltar los hechos que les interesa, lo vimos en Venezuela. Sin embargo hay versiones diferentes, me escribía una amiga nicaragüense: «…en Masaya ayer agarraron a un policía q iba a su ksa y lo torturaron y lo decapitaron y x ultimo lo quemaron dejándolo en una de las barricadas… Eso si no lo sacan en las noticias de ellos ni en face… Han atrapado a maras a los que están pagando para que estén atacando en los tranques… Eso tampoco lo dicen… En río San Juan mataron a 4 policías y un civil… Esto es un desastre» (Enviado por Whatsapp, transcrito textualmente).
«¿Qué ha pasado amiga? Aquí dicen que la gente de Ortega están mate y mate estudiantes?» «Lo q pasa q andan quitando tranques… Y los Q están armados no dejan limpiar… Comienzan a tirarle a los antimotines… Claro y ellos responden… Anoche fueron a sacar a los q estaban en la UNAN xq no quieren q haya clases y entonces fueron a sacarlos de ahí pero usted viera lo que ellos tenían los estudiantes armas de todo tipo… Salieron y se refugiaron en una iglesia y dejaron quemada la U».
Esta narración es auténtica, es de una persona sencilla que no está metida en política. Menciona a las maras y algo que jamás los estudiantes de una universidad harían; quemar su alma máter. Sin embargo, muchas personas a estas alturas resumen sus planteamientos en la necesidad inmediata de que caiga Ortega y su esposa. Al igual que al unísono pedían la cabeza de Maduro. Matando al perro se acaba la rabia. Pero la derecha no ha podido matar a esos perros, ni han podido asaltar en la oscuridad al presidente y sacarlo en pijamas. De modo que una estrategia de «asaltos permanentes», «tranques», «francotiradores fugaces», tampoco ha sido la solución. Adelantar elecciones era la solución con Maduro, pero cuando estas se realizaron las declararon inválidas, hoy se le pide lo mismo a Ortega.
En el sur se utilizaron otros mecanismos, que al final sacaron del escenario político a la presidenta de Argentina y a la de Brasil.
El impacto de estas estrategias ha sido fatal, tanto en el campo humano como en el económico. En mi país, Costa Rica, donde las mayorías claman por la caída de Ortega, se están dando efectos negativos. Hay un incremento de refugiados nicaragüenses, lo que es un serio problema para un país que no tiene capacidad para recibir refugiados. Por otra parte, las exportaciones a Centroamérica se han reducido, estas cayeron en julio en 70.0 %. Y hay un serio problema, el ingreso de los maras y narcotraficantes, aprovechándose de la situación. Sabemos que Nicaragua era una barrera importante al paso de este tipo de sujetos, la crisis ha impedido el control por parte de la seguridad nicaragüense que siempre se había ejercido de manera eficiente.
Las verdades no son a medias, hay mucha tela que cortar en el asunto de Nicaragua, pero los estudiosos de estas realidades, muchos en el medio académico, deben analizar las diferentes situaciones. El mal no es Ortega, es la voracidad del capitalismo, las políticas que vienen del norte y quienes quieren limpiar sus patios traseros a toda costa para ingresar a ellos como Pedro por su casa y disponer de los recursos que contienen países como Nicaragua. Si Ortega tiene que irse que se vaya, pero que lo decida el pueblo, no grupúsculos de supuestos estudiantes, que sean obreros, campesinos, empleados públicos, pescadores, empresarios, estudiantes, profesores y toda la amplia gama de ciudadanos.
Fernando Zúñiga Umaña

Costarricense, estudioso de la realidad económico social y política nacional e internacional. Economista de formación básica, realizó estudios en la Universidad de Costa Rica y en la Flacso México. Durante más de 30 años laboró en la Universidad Nacional de Costa Rica. Actualmente es director del Doctorado en Ciencias de la Administración de la Universidad Estatal a Distancia de Costa Rica. Consultor privado en el campo de la investigación de mercados, estudios socio económicos.
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