Lorena Carrillo | Política y sociedad / DIARIO DE FRONTERA
Hace pocos días, en una visita a Puebla, la socióloga boliviana Silvia Rivera Cusicanqui se dirigió a los estudiantes que la invitaron y a otros interesados, que, como yo, estuvimos muy atentos a su charla, que a la vez fue la presentación de su último libro: Un mundo ch’ixi es posible. Ensa-yos desde un presente en crisis, publicado, como otras de sus obras, por Tinta Limón Edi-ciones de Argentina y puesto en circulación este año.
Sin conocer casi nada de ella, me movió la curiosidad e interés de escucharla el estar al tanto de su gran capacidad de convocatoria entre los jóvenes y la mención de su nombre en artículos y libros que tratan temas latinoamericanos, la condición mestiza, las sociedades heterogéneas y otros simi-lares. Quiso la casualidad que en en esos mismos días estuve trabajando con mis estudiantes dos textos fundamentales de la crítica literaria y cultural latinoamericana: Escribir en el aire. En-sayo sobre la heterogeneidad socio-cultural en las literaturas andinas, de Antonio Cornejo Polar [1], reciente-mente homenajeado en un congreso internacional que llevó su nombre en Arequipa, Perú; y Transculturación narrativa en América Latina del crítico literario uruguayo Ángel Rama [2]. A propósito del trabajo de esas obras en clase, mi lectura, sobre todo del concepto de heterogeneidad de Cornejo Polar, resultó un excelente fondo sobre el cual escuchar la propues-ta de Rivera Cusicanqui.
Para empezar, el formato de la charla-presentación, despojada de formalismos excesivos y afec-tadas solemnidades que tanto gustan a los académicos, creó de inmediato un clima de cercanía y un afecto de confianza que, no obstante, no traspasaba la respetuosa atención de su público, que también rió con algunas ironías y bromas de la autora, mucho más conocida por los estudiantes que estaban ahí, de lo que yo la conocía. Su libro, al que ella gusta llamar como un libro «oral», se realizó a partir de charlas en un seminario en la UNAM que fueron transcritas y pasadas a formato escrito, y yo diría muy escrito, o bien, su origen en la oralidad, debe entenderse, se sitúa en una oralidad propia de la cultura letrada. No se trata de una oralidad en el sentido de habla popular. Aunque temáticamente, se trate de comunidades indígenas y culturas orales ancestrales, el forma-to del libro como tal, quedó finalmente dentro de lo usual en el medio académico: discurso ordena-do, coherente, referencias metodológicas, notas al pie de página, bibliografía y glosario de términos em aymara y qhichwa. Se trata de una propuesta utópica: la de la posibilidad de un mundo asen-tado en una epistemología ch’ixi. En el glosario del libro, la expresión ch’ixi se traduce como «Gris con manchas menudas de blanco y negro que se entreveran» y se toma como una metáfora de la mezcla, de lo mezclado, por tanto, del mestizaje; ya que desde la cultura aymara, «las entidades ch’ixis son poderosas porque son indeterminadas, porque no son blancas ni negras, son las dos cosas a la vez». Esta idea de lo uno y lo otro a la vez como una experiencia de la contradicción aceptada y valorada, hizo resonar en mí los fundamentales conceptos de hetergeneidad, totalidad contradictoria y sujeto migrante de Antonio Cornejo Polar; el primero de ellos, un concepto que, si bien adaptado y usado por él para el análisis de las literaturas andinas, tiene densidad y alcance suficiente para proyectarse a otras literaturas e incluso sociedades con características similares a las de esa región de América del Sur.
En el libro de Rivera Cusicanqui, el crítico peruano solamente está mencionado una vez y creo que de modo equivocado, en una nota al pie de página, de modo secundario, ya que no es al propio Cornejo que se cita, sino a la obra de Mazzoti y Zeballos sobre este. Dice Rivera en esa nota al pie que explica el título de su apartado «El asedio de la diversidad»: «En esa paráfrasis invierto el título de un libro en homenaje al crítico literario peruano Antonio Cornejo Polar, porque considero que no es el pensamiento el que asedia las realidades heterogéneas del continente, sino que más bien es asediado por ellas (Mazzotti et al. 1996)». Se refiere a Asedios a la heterogeneidad cultural. Libro de homenaje a Antonio Cornejo Polar de los autores ya mencionados. La virtual au-sencia de Cornejo Polar en un libro que trata de las culturas andinas, de algunos de sus textos fun-damentales y del tema de la oralidad, me ha perecido demasiado notoria y extraña. Incluso me parece extraño que no haya una nota o alusión que explique las razones por las cuales las semina-les ideas del crítico peruano no se consideran pertinentes. Quizá sea por el distanciamiento del marxismo que Rivera Cusicanqui expuso o quizá otras razones.
Escribir en el aire, la obra de Cornejo, se publicó por primera vez en 1994 y algunos de los textos que lo componen, aún antes. Su magnífica exposición sobre la imposibilidad de la armonía en el sujeto, la representación y el discurso que emergen de una sociedad constitutivamente heterogé-nea y su llamado a aceptar la contradicción sin solución armónica tipo «mestizaje feliz», son abso-lutamente iluminadores para entender no solo la historia cultural de América Latina, sino aún los conflictos contemporáneos. El libro y la propuesta de Rivera Cusicanqui rebasa con mucho los innecesariamente modestos propósitos de Cornejo Polar, que hasta dudaba de que sus ideas pu-dieran tener eco en realidades socioculturales y literarias más allá de la región andina. Rivera Cu-sicanqui, por el contrario, plantea no solo un concepto, el de lo ch’ixi, que sería como lo heterogé-neo desarrollado por Cornejo; sino toda una epistemología basada en él, una utopía planetaria en que valores indígenas ancestrales y feministas articulados podrían cambiar el mundo actual y crear uno nuevo. Una propuesta radical y sumamente atractiva.
Pero, volviendo a la única mención que hace de Cornejo Polar, mi propósito en estas líneas –que es mostrar la cercanía que yo veo entre lo heterogéneo y lo ch’ixi, y destacar que hace falta un mayor esfuerzo de verdadera transdiciplinariedad y que los sociólogos latinoamericanos trabajen también con teoría y crítica literaria y cultural, sobre todo, latinoamericana–, ese propósito, decía, se cierra con la anotación de que en realidad el título del libro de homenaje a Cornejo Polar no plan-tea enteramente un error, que sería el que Rivera Cusicanqui estaría enmendando al invertir los términos. Cuando Mazzotti y Zeballos titulan su libro Asedios a la heterogeneidad, obviamente –por tratarse de un libro de homenaje–, se están refiriendo a los distintos acercamien-tos que dicha obra compila, sobre el concepto fundamental del crítico peruano (heterogeneidad sociocultural). Es muy posible que también signifique, como lo entiende Rivera Cusicanqui, que en el libro el pensamiento asedia a la heterogeneidad social. Ella prefiere invertir los términos: es la heterogeneidad la que asedia al pensamiento. Me pregunto yo, ¿no pueden ser ambas cosas a la vez? ¿Acaso la aventura del ser humano y la realidad que lo circunda no se funda en un juego de asedios mutuos? ¿No podemos pensarlo un poco más en términos de lo ch’ixi?
[2] Fallecido en el mismo accidente aéreo en que murieron su esposa, la crítica de arte argentino-colombiana Marta Traba y el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia, en 1983.
Fotografía por Ana Lorena Carrillo.
Lorena Carrillo

Doctora en Estudios Latinoamericanos por la Universidad Nacional Autónoma de México. Profesora-investigadora del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla y miembro del Sistema Nacional de Investigadores. Docente en los posgrados de Historia y Ciencias del Lenguaje del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Una de sus últimas publicaciones es Motines y rebeliones indígenas en Guatemala. Perspectivas historiográficas, como coordinadora.
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