Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL
Una actividad conmemorativa con familiares de víctimas de desaparición forzada como marco del presente relato tuvo lugar apenas hace unos días. En ella, Sara, Cristina y Otto recibirían una copia de su testimonio en formato digital, un trabajo audiovisual valioso realizado por el Grupo de Apoyo Mutuo (GAM) y la organización EK Balam, actores que creen en la memoria histórica, esa tarea estatal que solamente es impulsada por organizaciones sociales.
El momento de proyección de los trabajos llegó, todos los invitados observaban con mucha atención. Quizá lo más importante de esa proyección fue ver testimonios distantes de la revictimización, todo lo contrario, esos testimonios transmitían esperanza y fortaleza para quienes buscan a sus desaparecidas y desaparecidos.
Por ejemplo, Sara busca a Jorge, su esposo desaparecido en mayo de 1984; Cristina también busca a su esposo Simón, quien sufrió desaparición forzada durante esa época. Por su parte, Otto encontró a su padre, quien llevaba su mismo nombre y fue desaparecido desde la década de 1980. Su aparición se dio en la Zona Militar 21, denominada Creompaz en 2016, cuando fueron encontradas más de 500 osamentas de personas víctimas de desaparición forzada durante el conflicto armado interno.
Ciudad de Guatemala, Chimaltenango y Alta Verapaz son los escenarios de esos hechos, como de miles de vejámenes que afectaron a la población civil durante la represión vivida en ese periodo.
La primera en dirigirse a los asistentes fue Sara, quien se organizó junto a varias mujeres y hombres para fundar el GAM y de esa forma se involucró en el activismo, mediante el cual ayuda a muchas personas a encontrar a sus familiares a través de exhumaciones, inhumaciones y reencuentros de niñez desaparecida. Su esposo continúa desaparecido.
Otto leyó un poema que su hermano escribió para su padre. En él narraba cómo, a pesar de no haberlo conocido, pues se encontraba en el vientre de su madre cuando este desapareció, nunca dejó de pensarlo y extrañarlo. El poema narra cómo sintió siempre ganas de correr y contarle sus primeras experiencias de cada acción que realizaba con los años, como su primer gol en una chamusca o su graduación de nivel medio.
Cristina, por último, indicó que su búsqueda no termina, que jamás dejará de buscar a Simón y que espera encontrarlo en algún momento. Esta historia en particular titula estas líneas.
Una sola fotografía de Simón es guardada en la casa de Cristina, una imagen en la cual descansa la esperanza de volver a ver a ese padre de familia, a ese campesino, a ese ser humano que por orden del Ejército nacional dejó de llegar a su hogar y permanece desaparecido.
En tiempos de fotografía digital parece difícil creerlo, pero es la realidad de miles de personas que buscan a sus familiares víctimas de desaparición forzada por el conflicto armado interno. Esa fotografía representa la vida de Cristina, su razón de levantarse diariamente y contarle a sus nietas y nietos que su abuelo vive en ellas y ellos, no solo por los rasgos físicos que son evidentes, sino porque nunca estará muerto en su corazón, permanece vivo y no se detendrá en la búsqueda hasta encontrarlo.
Los testimonios de personas como Sara, Otto y Cristina son un llamado a la fortaleza, a la convicción y a la esperanza. Sus familiares fueron víctimas en una época que pareciera lejana, pero que debe recordarnos la necesidad de no permitir que nunca más vuelva a pasar.
Hoy día somos testigos de muchas desapariciones que se producen diariamente, por eso debemos poner a prueba nuestra capacidad de empatía y recordar que detrás de esas fotos que vemos en distintos medios de difusión hay un suplicio de sus familiares, una agonía permanente y, sobre todas las cosas, una búsqueda por amor.
Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.
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