Un triunfo ahora raro y lejano

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Cuando el 19 de marzo de 1967 la selección guatemalteca de futbol se coronó campeona de la tercera edición del campeonato de Norte, Centro américa y del caribe -Norceca-, la confianza en el futuro del futbol era enorme. Había sido un triunfo arrollador, la selección había ganado todos sus partidos, rubricado su triunfo al derrotar a México 1-0 con el magistral e histórico gol de Manuel de Lisandro “Escopeta” Recinos.

Dos años antes, en marzo de 1965, aunque las expectativas habían sido grandes, pues el torneo se disputaba en Guatemala, la selección de México había sido contundente, al ganar cuatro de cinco partidos y empatar apenas con Costa Rica. Su triunfo contra los anfitriones guatemaltecos había sellado su coronación, pues estos habían empatado también con Costa Rica. Juntos eran los tres grandes de Centro América y el Caribe, aunque México mostraba ya su superioridad, basada en la amplitud del país y la existencia de un campeonato nacional apoyado por distintos sectores.

La coronación en Tegucigalpa, si bien era un triunfo esperado, fue ampliamente celebrado, pues se habían dejado atrás a los dos grandes rivales de la época, aunque en esa edición Costa Rica, por diferencias con la organización regional no participó. Si los triunfos iniciales frente a Haití y México dieron a Guatemala mayor confianza, el empate con los anfitriones hizo dudar de la coronación, por lo que a pesar del triunfo 2-0 frente a Trinidad y Tobago, ganar a Nicaragua era la condición indispensable para obtener el campeonato.

La celebración fue un jolgorio nacional, la alegría por saberse ganadores de un evento deportivo regional daba motivos para sentirse orgulloso de pertenecer a ese colectivo, a la vez que el conjunto de futbolistas era admirado y querido por la mayoría de los seguidores.

Fotografía tomada de Prensa Libre.

Junto a los ya consagrados para entonces, como Alberto López Oliva, Daniel Salamanca, Hugo “Tin Tan” Peña y Guillermo Gamboa, jóvenes figuras que entusiasmaban a las nuevas generaciones como Rafael “Cochita” Godoy, Henry Stokes y Nelson Melgar se consagraron aportando al país el único triunfo regional de toda su historia.

La década de los años sesenta bien puede ser considerada como la época de oro del futbol guatemalteco, cuando los clubes deportivos eran instituciones de apoyo al deporte y los atletas realizaban algunas otras actividades para completar sus ingresos. Los promotores e impulsores de los clubes y los equipos no buscaban en ello beneficios, mucho menos grandes ganancias, y las cadenas de radio y televisión no se habían inmiscuido en el financiamiento de equipos, como tampoco las empresas de marketing comercial convertían a los deportistas en agentes propagandísticos. Era la época de transición entre el deporte de aficionados (amateur) al profesionalismo cien por ciento.

Fue el período en el que los futbolistas guatemaltecos lograron ser buenos semiprofesionales, con algunos de ellos dedicados a su formación profesional, como Stokes y Recinos que pronto se graduaron de médicos, o Hugo Torres que sería luego abogado, y otros que intentarían sobrevivir decorosamente en el ámbito comercial.

Este mismo grupo, con algunos jóvenes de refuerzo, participó en 1968 en los Juegos Olímpicos de México, cuando habiendo superado la clasificación y quedando en segundo lugar en su grupo, ganando sus enfrentamientos contra Checoslovaquia y Tahilandia, solo sucumbió ante Bulgaria, perdiendo en cuartos de final frente a Hungría, quien a la postre se coronaría campeón.

Pero ni la Federación de Futbol ni los agentes públicos lograron entender que para continuar creciendo era necesario impulsar con mayor decisión las ligas menores, promover de manera efectiva el deporte escolar y departamental, entrándose en un proceso de decaimiento en el que promotores y directivos comenzaron a privilegiar sus pingües ganancias, con lo que el triunfo, que parecía el inicio de un largo ciclo de consolidación deportiva, no fue más que un destello de fulgor que nunca ha podido ser superado.

Honduras, El Salvador y sobre todo Costa Rica fueron dando mayor eficiencia y efectividad a su organización deportiva, por lo que a cincuenta años de distancia Guatemala apenas si consigue ser el sparring menos deseado, con quien se foguean las selecciones de aquellos países cuando no tienen otro contrincante con quien practicar.

En el profesionalismo ya no solo se requiere de entusiasmo y calidad, sino de fuertes inversiones para estimular a jóvenes promesas a dedicarse a tiempo completo a la actividad. La corrupción en las distintas federaciones vino a dar el tiro de gracia a las posibilidades de éxito del deporte nacional, donde el futbol es el más claro ejemplo.

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Reflexiones y comentarios diversos sobre el mundo deportivo, los actores y los negocios que lo obstruyen

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4 Commentarios

gustavo garcia 28/10/2017

Yo merodeaba el estadio Mateo Flores, por esos años por mi edad entraba y salia sin pago alguno, y muchos de los encuentros eran a lleno completo, el marcador era de lamina y alguien cambiaba los numero manualmente, vi jugar a los Torres con comunicaciones, a Nixon y a Daniel Salamanca con el municipal, a Nelson Melgar, tambien con los cremas y a Maco Fion con el aurora, en algunos encuentros no cabía la gente, y muchos se subian a los arboles de jacaranda que hacen el perimetro exterior del estadio y desde alli gozaban o sufrían los partidos, algo que me llama a duda por que solo la imagen de Ruben Amorín tiene una cruz, cuando ya han sido muchos los que han partido al infinito, por ejemplo el incombustible Jerry Sloger, quien tambien fue selecciona departamentel en Basquet Ball en Izabal.

Patricia 28/10/2017

Honor a quien honor merece!

Julio César Santos 26/10/2017

1967: gran año para Guate, campeones del Norcea y Premio Nobel de Asturias. 50 años y hemos ido para atrás en todo.

Luis Pedro 26/10/2017

Interesante artículo, histórico y reflexivo.

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