Victoria Aurora Tubin Sotz | Política y sociedad / Q’ASAXIK TZIJ (TRASLADANDO PALABRAS)
Estamos iniciando el año con un panorama de incertidumbre, obscuro y complejo, porque estamos a las puertas de las elecciones presidenciales y también del rompimiento del orden institucional y constitucional. En los últimos tres años hemos observado el acomodo y reacomodo de sectores recalcitrantes, corruptos y conservadores en el poder del Estado. Ha sido más evidente el cinismo de usar la institucionalidad del Estado para mantenerse y dictar cualquier arbitrariedad en contra de los pocos avances de los Acuerdos de Paz y de los derechos humanos.
El retroceso y el desgaste de la democracia y de la construcción del Estado de derecho es un hecho, por lo tanto, los actores que puedan aspirar a una contienda electoral con poca legitimidad e incertidumbre deja pocas esperanzas de transparencia y democracia. Porque el #PactodeCorruptos ha colocado actores claves en diferentes espacios para generar su inmunidad y operar de manera impune.
Los primeros días de enero han sido muy agitados, de mucha preocupación y amenaza a la regresión, no es precisamente la Cicig o la crisis entre este ente y el gobierno el mayor problema, en los análisis profundos que se deben hacer, la Cicig solo es el detonante para generar esa inconformidad de los corruptos que durante siglos han operado de manera impune, sin que todos tuviésemos detalles de cómo operan, en donde las leyes están hechas para los pobres, porque los ricos nunca serían juzgados por sus delitos, ya que ellos pareciera que nacieron para no cometerlos.
Sin embargo, los pocos espacios políticos para lograr incidencia, articulación, organización y aportes importantes son cada vez menos, pareciera que se impone una cultura perversa de querer creer que es así como se debe hacer política. Pero esto cierra los pocos avances o las posibilidades para que hombres y mujeres de los sectores excluidos puedan tener acceso a ella, como los pueblos indígenas, mujeres, mujeres indígenas y juventudes, entre otros.
Los partidos políticos siguen una lógica tradicional, conservadora, racista, clasista, patriarcal y corrupta. Esto se ha demostrado cuando se han negado transparentar su financiamiento, en la forma de elegir a sus candidatos y de negarse a mostrar a sus financistas. Esta manera de actuar de los partidos políticos ha socavado el Estado de derecho porque se ha convertido en un negocio sucio para mantener la impunidad.
Se escuchan las experiencias de varias mujeres mayas en las comunidades, municipios, quienes han intentado acceder a la participación política, pero se han topado con lo cerrado, condicionado y violento que es participar en los partidos políticos. Si ya en años anteriores se vivían estas experiencias, ahora se están articulando nuevas formas de «participación», que benefician la corrupción e impunidad a costa de la buena fe de los buenos liderazgos de las mujeres y hombres, particularmente mayas.
La perversión es tal que traspasa valores y dignidad, por la forma en que se ha querido imponer la participación política, de tal manera que este aire político no avizora un mejor panorama. En las elecciones pasadas, se desacreditó a personas particulares y no a partidos políticos, dichos partidos políticos que articulaban a personas no transparentes lograron ocupar curules en el Congreso y espacios en dependencias del Estado, con tal de continuar con lo iniciado por el Partido Patriota.
Una vez más, nos encontramos ante un panorama desalentador, confuso y desafiante, algunos partidos políticos están nuevamente en la palestra con sus mismos dirigentes, con sus mismas estructuras y lógicas de llegar a los votantes, pero una vez más para garantizar la impunidad y corrupción, más ahora que la Cicig ya no está directamente en el país.
Las pocas leyes sobre las elecciones no han fortalecido la democracia, porque allí están esos sectores que no permiten hacerlo, por lo tanto, solo se ofrecen migajas de participación que se traducen en clientelismo, mercantilismo y que terminan atentando contra la verdadera participación política de la población.
Por lo tanto, la población cada vez más está desconectada de su participación política, la cual no debe reducirse ejercer el voto cada 4 años, sino que debe ser una activa permanencia en la observancia, en el ejercicio pleno desde los espacios locales y comunitarios, donde tendría que ver cómo se manejan los presupuestos, o evitar la manipulación de las demandas de la mayoría a favor las minorías empresariales y extractivistas.
El reto es hacer ver que la política como ejercicio es necesario para combatir la corrupción y que no la abandonemos para que los mismos, el grupúsculo, siga desacreditando el ejercicio político porque esto les beneficia a ellos. El problema del rompimiento institucional y constitucional es que estos derechos inalienables e intransferibles de la ciudadanía se vulneran por intereses particulares y empresariales.
Victoria Aurora Tubin Sotz

Mujer maya kaqchikel, socióloga, magister en Comunicación para el Desarrollo y estudiante del doctorado en Ciencias Sociales, USAC. Soy crítica y activista en las diferentes luchas de los pueblos originarios, a partir de mi pertenencia étnica y ser desplazada durante el conflicto armado interno, con la desaparición forzada de mi padre y una familia fracturada.
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