Un humano universal, el inmigrante

-Ana Carolina Martínez Hernández / OJOS FORASTEROS

¿Quiénes somos? Inmigrantes somos muchos en este mundo. Todos hemos sido impulsados, en algún momento, a lanzarnos a lo desconocido; a un lugar extraño que esperamos pueda acogernos. A un lugar que esperamos sea hospitalario y de manos abiertas. Las causas que nos obligan o que nos estimulan a dar el paso al aire son variadas, así como variados son los colores de quienes atravesamos fronteras. Sin embargo, al llegar a la nueva orilla, nos cuelgan la imborrable etiqueta: el otro, siempre el otro. Hablaremos la lengua, nos haremos de trabajos, lograremos estudios, nos acomodaremos a las costumbres, mas siempre seremos el otro. Al que se vigila que no dé un paso en falso. Al que solo se le reconoce cuando los logros son extraordinarios. Al que se le admira por su capacidad de callar y encajar.

¿Qué hay del lugar que dejamos, aquel que un día consideramos nuestro hogar? Ese aún circula en las venas y no existe transfusión alguna que lo descarte. Somos seres marcados por la historia de aquel lugar que vive en la nostalgia. Personas, lugares, olores, música, momentos incrustados en la piel. Vivimos la constante dualidad del ser; la división del espíritu. Somos seres partidos en constante búsqueda de identidad. Patria no existe, porque patria es el invento que nunca nos acogió, mas nos hacemos de otros imaginarios, porque si algo se nos facilita es la apropiación de lo universal. Es la vista múltiple desde donde observamos el mundo. El planeta en forma líquida, sin líneas divisorias. Por ello somos humanos universales, aquellos que seleccionan qué se toma y qué se descarta del espectro cultural.

Al lugar al que llegamos, somos carga para los gobiernos, noticia jugosa para los medios, estadística útil para los partidos políticos. Pero también somos esperanza para estos países que escasean en población, en trabajadores, en luchadores. Muchos son sobrevivientes de lo inimaginable y dentro llevan la fuerza que los impulsó a dar el primer paso a lo desconocido. Una marcha ancestral similar a la que el humano emprendió miles de años atrás con esperanza y mente abierta en un mundo sin límites.

¿Quiénes somos?
Somos día, somos noche
Los de corazón roto
Alma partida
Buscando donde tocar tierra
Sostenidos del viento, llegamos acá
Asidos del sueño, construimos la vida en tierra de nadie
Inventamos el sentido de la palabra «hogar»
con restos de aquello que conocimos alguna vez
Aquello que queda como estampa de propiedad en el pecho
Causas para volar hubo cientos,
todas se guardaron dentro, junto aquel primer equipaje
Salimos al mundo, porque el mundo ya era nuestro


Fotografía por Jens Nørgaard Larsen, tomada de Scanpix.

Ana Carolina Martínez Hernández

Guatemalteca de nacimiento, danesa por opción desde el 2002. Con los ojos abiertos ante dos sociedades tan distintas y desafíos distintos. Bachelor en español y epañol latinoamericano, lengua, literatura y cultura por la Universidad de Århus; máster en español, lengua y cultura con especialización en historia por la Universidad de Copenhague.

Ojos forasteros

2 Commentarios

aura hernandez 02/02/2018

Muy buena reflexión, Carol.
Esperamos tus nuevas reflexiones
Sigue adelante.

Gilda Hernández 02/02/2018

Bonito artículo y con mucho contenido ojala que la mente de las personas se habrá para aceptar que el mundo se inicio sin barreras los límites los ha ido haciendo el mismo hombre con sus prejuicios, adelante Caro, éxitos yfelicitaciones por haber vencido el miedo a lo desconocido y luchar por tus sueños.

Dejar un comentario