Un gato viajero

Maya Lima / DEMONIO HEMBRA

Leí que los gatos de raza persa tienen una alta posibilidad de morir de un infarto fulminante después de los siete años de edad. Fideo, mi gatito, estaba por cumplir diez cuando anoche murió repentinamente ante nuestros ojos y con la desgracia de la nula capacidad de auxiliarlo.

Cómo y en qué momento las mascotas van ganando el corazón y se vuelven indispensables en nuestras vidas. De dónde surgen esos sentimientos tan profundos y verdaderos que nos hacen amarlos como si fueran hijos o hermanos.

Fideo era hermoso. Tenía un largo pelaje negro, ojazos mandarina y por supuesto era chato y de nariz pequeña. Siempre comparé su carita con la de un gorila. Un gorila peludo y gordinflón. Fideo fue el compañero de mi hija adolescente. Él sabía de sus soledades y dolencias, fue sanador de su corazón, guardián espanta monstruos. Cáliz receptor de besos y lágrimas, bultito calienta cama, amoroso amigo. Formaba parte del comité de bienvenida de las tertulias poéticas y de las borracheras campales en casa. Alguna vez hizo de papa frita dentro de una bolsa abandonada en el centro de la sala. Otras de majestuoso centro de mesa. Siempre admirado y apapachado por todas las visitas.

Fideo tenía algunas gracias interesantes. Era la mejor pareja de baile frente al espejo, el fan número uno de mis poemas, el chismoso de la ventana y el consentido de su abuela. Podía comer la primera palomita de maíz salida del mircoondas y maullar en diferentes tonos según sus necesidades. Por ejemplo, podía sostener un do de pecho, hacer falsete y fingir la voz para disculparse por tirar los ceniceros del escritorio. También gustaba de mirarse online con el güero Hans a través de Skype (esto cuando la comunicación trasatlántica se ocupaba).

El único dolor de cabeza que nos dio fue cuando le boletinaron en todas las veterinarias de la colonia, allá en México. Le prohibieron la entrada, el servicio de baño y la peluquería porque a causa de su fobia al agua se tornaba chamuco vacilador. Fideo ecoloco, fideo cochinón.

Ya siendo un gato bilingüe del primer mundo, supo lo que era la vida campirana en Bayern, el aire limpio y el olor a vaca. Se hizo aficionado a la cerveza de trigo y comió salchicha blanca por desayuno sin violar la etiqueta de consumirla antes del mediodía. Pasó horas mirando caer los copos de nieve a través del cancel de la cocina y fue el más consentido del mundo. Nuestro mundo.

Su relación con el güero Hans fue mucho más estrecha. Debo confesar que a veces me sentía un poquito celosa de que solo le permitiera a su «papá» que lo peinara. Solo a él. Ese momento del día cuando llegaba la hora de embellecerlo no existían más que Fideo y Hans en un intercambio romántico y hermoso de ronroneo y palabritas acarameladas en alemán. Mi bebecito tuvo la habilidad de derribar el muro de represión emocional (sí es que existió) entre un bávaro y un gato venido de la Ciudad de México. Sí, mi esposo fue el más dulce amoroso padre de Fidelón.

Durante los últimos diez años sucedieron muchas cosas en mi vida: abrí y cerré un negocio, mi hija pequeña se convirtió en mujer, mi madre envejeció, perdí la razón, la medio recuperé, pasé cinco años en terapia emocional, obtuve un nuevo empleo, lo perdí, viajé por el mundo, tuve otro nuevo empleo, lo sufrí, conocí al amor de mi vida, me casé con él, dejé mi país, me mudé a la lejana campiña alemana, mi hija dejó el hogar para independizarse, me llegó la menopausia, aprendí un nuevo idioma y en todas esas experiencias de vida Fideo estuvo ronroneando a mi oído, echado en mi regazo, aguardando en la ventana, durmiendo a mi lado. Me acompañó, me consoló, me divirtió, me amó, me dio tranquilidad y miles de momentos felices.

Anoche nuestro precioso compañerito de vida, mi gatito amoroso, se fue de manera sorpresiva y dolorosa, avisados por del chillido espeluznante de su hermanito Maggie. Se fue con nuestras lágrimas pero también con agradecimiento por diez años de aventuras y risas y amor, amor verdadero.


Fotografía por Maya Lima.

Maya Lima

(México D. F. 1973). Poeta, cuentista, lectora en voz alta y promotora cultural. Autora de los poemarios El síndrome del desierto (2013) y Gerontofilia de una reina (2015). Ha participado en más de diez antologías de cuento y poesía en México. Es una de las fundadoras del grupo Cabaret Poético (performance poético de burlesque), presentándose en diversos foros de la ciudad de México. Fue responsable operativa de la Casa del Poeta José Emilio Pacheco del Instituto Municipal de las Artes en el municipio de Tlalnepantla de Baz, Estado de México. Actualmente radica en Alemania.

Demonio hembra


5 Commentarios

Maya Lima 19/02/2018

Gracias a todos por sus comentarios!!

Juan Carlos Velazquez 18/02/2018

Un abrazo Mayita, hermoso homenaje a un ser de tu familia sin ser de tu sangre.

Fabiola Ávila 17/02/2018

Mayita conoci poco a tu hermoso fideito, pero desde que lo vi me enamoro, era todo un guapo!!! encantador todo el, yo tengo un compañerito igual, mi Güerito, que de pensar que algun dia voy a pasar por lo mismo, ya me duele el corazón, ellos, como bien dices. estan y estaran por el resto de nuestras vidas con nosotros, ya sea en fisico y espiritualmente que lindo leerte me conmueve tu amor y dulzura asi el, se fue pero eso si, con todo su amor y cariño de ustedes, por cierto tengo una foto con el!!! Ay la veo y se me apachurra mi corazón, yo amo y admiro que la gente ame a los animalitos que finalmente llegan a formar parte de nuestra familia, te mando un abrazo amiga, seguro el fidelon te mira y escucha mantenlo y Siempre estará contigo besitos querida.

Liliana 17/02/2018

Me encantó. Se me llenaron mi ojos de lágrimas. Yo tambien tengo una gatita. Se llama Fifí y es mi adoración. Tus palabras me hicieron pensar en el día que ya no este.
Un abrazo Maya. 😘

Luis Pedro 16/02/2018

Poético y tierno relato.

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