-María José Schaeffer / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA–
Nos enseñaron que la democracia es el sistema político donde el pueblo elige a sus representantes, la cual se basa en los valores de libertad, igualdad y justicia. También nos enseñaron que la palabra democracia proviene del griego demos que significa pueblo y kratós que significa poder o gobierno, y que sus orígenes se remontan al siglo V a. C. en Atenas. Todo eso y más nos enseñaron. Pero lo que nadie nos ensenó, y tampoco está escrito en ningún papel, es cómo hacer frente al engaño de los gobernantes electos por el pueblo y para el pueblo, a quienes la ambición desmedida y las ansias de poder los llevan a violar los pactos políticos y libertades civiles que un día juraron proteger y respetar, develando poco a poco sus oscuras intenciones de convertir el sistema político democrático en una dictadura.
Como en la peor de las pesadillas, la ciudadanía despierta un día y descubre en la clase política, y también en otros grupos de poder, lobos con piel de oveja que no tienen barreras morales ni jurídicas, que actúan con prepotencia y sin argumentos lógicos que justifiquen sus acciones. Así, los abusos de poder que van emergiendo son la corrupción, cambios a la Constitución para favorecer a una persona o a un grupo, control de los medios de comunicación, violación de los derechos humanos, control a través del miedo, privación de la libertad, asesinatos, entre otros que significan la ruptura de la confianza que un día el pueblo depositó en sus gobernantes. Lo que debe quedar claro es que todos estos abusos de poder y represión no se dan en el marco de la democracia, aunque el sistema político se quiera calificar a sí mismo como tal, sino que atentan contra la democracia.
Mientras los abusos de poder se perpetúan en impunidad, y por si fuera poco se financian con los impuestos del pueblo, la ciudadanía está del otro lado observando con atención, organizándose y manifestándose en defensa de los valores de la democracia. En medio de esta tribulación política algo hay de positivo, y es que surgen nuevas voces, nuevos líderes, y nuevas y plurales formas de organización social y política que buscan construir un mejor futuro para las personas, para que vivan en armonía, igualdad y justicia. Además, nacen medios de comunicación independientes y honestos, comprometidos con la función social. La comunidad internacional comprometida seguramente estará también presente para acompañar y respaldar el rescate de la democracia, abogando por el respeto al Estado de derecho. El sector privado y otros grupos de poder tendrán que resolver su dilema moral de vender a la patria por algunos beneficios, o unirse a defender la democracia por la simple y sencilla razón de que el pueblo no puede ir en contra del pueblo.
Aunque los párrafos anteriores aplican en cualquier contexto donde se atenta contra la democracia, no se puede pasar por alto su semejanza con el contexto actual de los vecinos hondureños. Hoy más que nunca la democracia participativa, el buen gobierno y el Estado de derecho se convierten en elementos fundamentales e innegociables para que Honduras pueda avanzar en la senda que conduce al desarrollo. La legitimidad del reciente proceso electoral no puede quedar en duda, y se deben poner en marcha todas las medidas que contribuyan a garantizar que se cumpla la voluntad de la mayoría, así toque contar voto por voto. Por su parte, el ganador, y futuro presidente de Honduras, debe tener claro que la ciudadanía lo vigilará de cerca, porque su compromiso es con el pueblo, con la eliminación de la pobreza, con la salud, con la educación, con la seguridad.
Hace ya algunas décadas, el profesor español Aurelio Arteta afirmaba que en medio de tribulaciones políticas de esta naturaleza «mucho más que cazar ratones, importa el color del gato que emprenda la cacería», y el pueblo hondureño ha demostrado que no dará marcha atrás en defensa de la democracia. Transcurridos diez convulsos días luego de las elecciones generales de Honduras, personalmente creo que el gato es verde, del color de la esperanza.
Fotografía tomada de CNN.
María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma.
0 Commentarios
Dejar un comentario