-Edgar Ruano Najarro / LA RAZÓN DE LA HISTORIA–
El médico y psicoanalista guatemalteco, César Meza, fue invitado en 1961, junto con algunos diputados de la oposición, un artista y un abogado, por una asociación cultural china a visitar la República Popular China. Meza y sus acompañantes (ocho personas integraban el grupo) completó su gira con una visita a la Unión Soviética, Checoslovaquia y Hungría. Estuvo, pues, de gira por cuatro países socialistas de entonces. Como documento de identificación llevaba su pasaporte extendido por la Dirección General de Migración de Guatemala, que en su primera página tenía un recuadro con la siguiente leyenda: «Este pasaporte no es válido para viajar a Albania, Alemania Oriental, Bulgaria, Checoeslovaquia, Corea del Norte, Hungría, Polonia, República Popular China, Rumania, Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, Vietmin y Yugoeslavia».
A su regreso a Guatemala, el Dr. Meza escribió un libro denominado Un burgués en el mundo socialista, que fue publicado en 1962 en México por la Editorial B. Costa Amic. Se trata de un largo ensayo (poco más de trescientas páginas a media carta) sobre la diferencia, es decir, la posibilidad humana de ser diferente y de tolerar esa diferencia. También César Meza discurre largamente sobre la información recibida en occidente acerca de la vida en los países socialistas y la realidad que a él le tocó conocer. A cada momento, en cualquier circunstancia, Meza no paraba de hacer comparaciones entre lo que había leído y lo que ahora estaba frente a sus ojos. Hay que decir que Meza se había doctorado y graduado unos años antes como psicoanalista en el Instituto Psicoanalítico de Washington.
La conclusión más general a la que arriba Meza es que en el mundo socialista se trabaja, se vive, para el bienestar colectivo, pues todo lo que vio y oyó estaba relacionado con ese principio general. Muy largo sería reseñar todas las visitas que en los cuatro países realizó el grupo, a fábricas, centros culturales, universidades y demás, pero para el doctor Meza todo se reduce a eso, trabajar para todos. Para Meza, a un burgués, o una persona con mentalidad burguesa, le es difícil entenderlo.
Ha pasado más de medio siglo de aquella gira de aquel psiquiatra «burgués» y el mundo parece estar al revés de lo que él conoció. De los cuatro países socialistas que visitó solo China mantiene ese régimen, en tanto que del resto de aquellos a los que el Gobierno guatemalteco prohibía viajar, solamente «Vietmin» y Corea del Norte son socialistas. En el primero perdió la guerra el país capitalista más poderoso y estos días Corea del Norte lo desafía a un enfrentamiento nuclear.Vaya.
La Unión Soviética, el país en el cual se llevó a cabo la revolución proletaria y se instauró por primera vez el socialismo, y por ello fue ejemplo y guía de la revolución socialista mundial, es capitalista desde hace un poco más de veinte años. Ya no se llama Unión Soviética, pues ese sistema administrativo se desintegró y hasta pueblos que habían surgido hermanados y así habían estado toda la vida, como Rusia, Ucrania y Bielorrusia, ahora constituyen países distintos y se hacen la guerra.
Por tales razones, ahora es posible para un guatemalteco, y de paso comunista, visitar Rusia (Federación Rusa se llama oficialmente) desde una perspectiva diametralmente opuesta a la que llevó el doctor Meza y con un pasaporte que no tiene ninguna restricción. Un comunista visita Rusia, especialmente Rusia, no Rumania, ni Hungría, ni la antigua Checoslovaquia, ni Polonia, sino la cuna de la revolución mundial, para observar qué queda o qué fue de aquel experimento socioeconómico único en la historia de la humanidad, en el cual los pobres, los desvalidos, los débiles, los «humillados y ofendidos», tomaron el poder y decidieron crear una sociedad nueva, justa e igual para todos.
Al llegar a Moscú, ya no hay funcionarios del Partido o del Gobierno que reciban al visitante comunista, el cual tampoco ya no es un delegado de su Partido. Es un turista más entre los miles que arriban a cada mes. El hotel y la comida, hay que pagarlos, no tan caro como se cree. Por lo menos la comida es barata y sigue siendo buena, quizá eso sí, con mayor variedad que «en el socialismo».
Por momentos no se siente la diferencia de estar en Moscú o San Petersburgo que en cualquier gran ciudad europea. Al menos en ambas ciudades, el lujo altísimo de los sectores citadinos del comercio y los negocios parece haber borrado todo vestigio socialista. «En el socialismo» todos los pasajeros del metro iban leyendo un libro, ahora todos van con su teléfono móvil. ¿Dónde ver? ¿Cómo observar el socialismo? ¿Se extinguió total y absolutamente? ¿Cuál es la diferencia?
Como simple turista y con la barrera del idioma es muy difícil sondear un poco más abajo de la superficie de la vida aparente, solamente se tienen sensaciones, intuiciones. Y la sensación más fuerte que se tiene es que el trato con cualquier persona, taxista, mesera, chofer del metro o maquinista del ferrocarril, funcionario de un museo o cualquier trabajador, es el trato con un empleado de una empresa privada, que tiene un patrono y que si es deficiente en su trabajo queda mal, pero con su empresa, con su patrón.
En el socialismo, el trabajador que hacía mal las cosas quedaba mal con toda la sociedad, colectivamente, estaba casi que boicoteando la construcción del socialismo porque estaba trabajando para todos. Había un sentimiento colectivo en cada trabajo, en cada tarea. Es la sensación que tuvo el doctor Meza y es por omisión la que tiene un comunista que ahora visita Rusia. Nunca como en la Rusia capitalista, a flor de piel, se siente lo que en verdad significa la propiedad privada.
Edgar Ruano Najarro

Guatemalteco sociólogo e historiador. Se ha desempeñado en la docencia universitaria. Ha publicado diversos títulos cuya temática ha estado relacionada con la historia política de Guatemala del siglo XX.
Un Commentario
Es bueno leer crónicas cómo ésta…lástima que tan corta..
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