Luis Ricardo López Alvarez | Arte/cultura / CATÁBASIS
Esta semana comparto a ustedes el poema que tuve la oportunidad de presentar en el Festival de Arte la Vida, organizado en la Universidad de San Carlos de Guatemala por el GEU (Grupo Evangélico Universitario). Esta actividad se llevó a cabo en colaboración de AEU (Asociación de Estudiantes Universitarios), quienes actualmente están dando promoción a actividades culturales con la mira de ofrecer espacios de expresión artística para los estudiantes.
La actividad se llevó a cabo los días 28 y 29 de agosto, y dio espacios para la manifestación en distintas ramas del arte: pintura, danza, música y literatura. Entre los aspectos positivos de esta actividad está la oportunidad de presentación de talentos no conocidos, y que se incluyó la a literatura, ya que en otros festivales que se llevan a cabo esta es usualmente marginada.
Para los organizadores sería prudente que en futuras ocasiones destinaran el apartado de literatura exclusivamente para la lectura de narrativa o poesía y no para columnas de opinión o espacios de canto; ya que el público asistente puede tomar esto como situaciones propias y válidas de estas actividades, lo que no debe tomarse como tal, pues no se permite ni el disfrute continuo de la música, y se rompe la atmósfera de atención que se requiere para entender los conceptos de los escritores.
El texto responde a la pregunta que planteaba el festival, ¿cuál es la mejor manera de vivir?
En definitiva considero que el texto expresa sus conceptos por sí mismo, y no requiere de justificación adicional.
Un compromiso de ser
Estoy vivo y lo sé
lo siento al aspirar
el aliento de mi existencia.
Vivo la plenitud de mi ser
y su capacidad creativa.
Pongo fuerza y sudor
a cada músculo que entreno en la carrera;
y también cuando a conciencia
entierro mis manos con fuerza y precisión
para esculpir mi destino.
Aquí en el pincel que reproduce,
en la palabra que encanta.
Estoy presente en cada nota musical coordinada,
perfectamente ejecutada,
y en cada una de las emociones
que, a su escucha,
crean tormentas en lo profundo.
Vivo dentro de la exactitud del cálculo,
en el orden de la cuenta,
en la lógica del número,
en la medición y en la precisión de cada fuerza.
Vivo en la solemnidad,
en el gozo y el respeto del rito,
al que invita la fe.
Vivo en la vuelta
y el girar de la ronda que cantan los niños,
en la inocencia de su juego,
y en la precaución y atención de sus padres
cuando les protegen de la asechanza del peligro.
Vivo en el poder del trueno
y en el refrescar de la lluvia por la noche;
en el gozo del baile y en el retoñar de las plantas;
en cada tono y variedad de color en un celaje.
Vivo escondido en el recuerdo del pasado de mi pueblo,
nacido a través del Atlántico y en estas montañas,
y cuando no rindo pleitesía a ninguna otra raza que no sea a la mía.
Vivo en la luz, no en el saber escondido
y al saber que vivir no solo es plenitud sino compromiso.
Vivo el sufrimiento bien sobrellevado,
con la fortaleza del espíritu,
y en la dignidad de mis valores.
Vivo en carrera al progreso,
esperanzado,
sin soltar de mis hombros la tradición ni la gloria de mi pasado.
¡Vivo
a pesar del dolor que he sufrido!,
de la montaña que cae, del río que se desborda,
del volcán que explota
de la llanura y de la selva que arde.
Vivo, a pesar de esto, por la fuerza que en mi interior ebulle.
a pesar del dolor, que me quema por los que atrás he dejado,
por la valentía de vivir y sin acobardarme frente a la muerte.
Viviendo sobre todo con entereza,
sabedor que la muerte es real,
natural y transformadora.
Con mayor humanidad que la de aquellos
que solo a la búsqueda del placer infinito se concentran.
Vivo en el cuidado de la armadura que es mi cuerpo,
sin necesidad de aprobación,
pero consciente de la lógica y la salud.
Con un paladar abierto a la diversidad de sabores que brotan de la tierra.
Consciente de las batallas que se aproximan
he de adornar mi penacho con la palabra,
la ciencia, la disciplina, la moderación,
la responsabilidad y el coraje.
Ya sé que vivir
no es relegarse a los confines y en soledad,
haciendo autogenuflexión por horas y horas en desconsuelo.
Ni sometido al yugo
de los que falsamente hablan como representantes del común
o de mi imperio.
Vivo cuando
aún cegado en la obscuridad
o en la resplandecencia de la modernidad y el desarrollo
logro palpar el rostro de mis hermanos y les abrazo.
Vivo y defiendo la vida del mal y la degeneración,
sabiendo reconocerles,
y sin disfrazar una u otra de bienestar y progreso.
Vivir es un compromiso de ser,
de conocer,
de transformar,
de reaccionar y crear.
Luis Ricardo López Alvarez

Escritor, docente y lector. Licenciado en Letras por la USAC yProfesor en Lenguaje y Ciencias Sociales por la UFM. Miembro del colectivo Testosterona Literaria.
Un Commentario
Felicitaciones al escritor López Alvarez por tan sentido e idílico poema que roza prácticamente lo utópico.
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