Un acercamiento a la realidad indígena en Guatemala (III)

-José David Son Turnil / RI KAXKOL (EL SERVICIO COMUNITARIO)

En la segunda parte, dejamos en los lectores la inquietud de reflexionar sobre el auge del pensamiento indígena en Guatemala que he dado en llamar neomayismo y que tiene virtudes y riesgos.

El pensamiento neomayista surge en la víspera de los 500 años, cuando emerge el movimiento indígena como un actor internacional que se abre paso en el ámbito internacional, con apoyo de Organismos del Sistema Universal e Interamericano de Derechos Humanos. El punto de inflexión es el otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a Rigoberta Menchú Tum, quien encarnaba en ese momento el cambio de un movimiento indígena culturalista y folklorista a uno político y beligerante. Su libro titulado Me llamo Rigoberta Menchú y así me nació la conciencia expresa con propiedad esa transición.

Los líderes indígenas de Guatemala transformaron su discurso, ahora reclaman no solo su descendencia maya, sino su presencia como mayas y con esa revitalización de su identidad étnica anclada sobre la grandiosa civilización maya, reivindican sus derechos de participación a todo nivel, derecho a su territorio, a su autogobierno, a sentirse como naciones diferenciadas. Ahora deja de ser una incomodidad ser indígena, menos ser descendiente maya, ahora se porta como una etiqueta, se revaloriza. Toda la reconstrucción de la mitología y la historia maya se vincula directamente a los pueblos indígenas de hoy, sin importar sus elementos toltecas u olmecas.

En el ámbito internacional, el maya actual viene a ser un actor de primer orden. Ahora la diversidad cultural viene a ser un factor de desarrollo, una oportunidad de abrirse paso dentro del mundo occidental con identidad propia. Tanto el neomayista como el no indígena se convencen que las reglas del juego han cambiado y que en lo sucesivo se tendrán que ver de manera horizontal, al mismo nivel.

Reivindicar lo maya es una virtud, bien aprovechada y desarrollada por los indígenas k’iches, kaqchikeles, q’eqchis, mames, etcétera. ¿A quién le interesa reivindicar lo tolteca? La revalorización ahora se combina con el orgullo ancestral y se marca con énfasis la diferencia. Incluso algunos neomayistas consideran que usar el cabello largo en los hombres, el sombrero en forma cotidiana, símbolos mayas le permiten fortalecer su identidad.

Lo que se debe aclarar aquí es que el neomayismo es un pensamiento indígena de élite, de quienes conocen el calendario maya, hacen invocaciones a los cuatro puntos cardinales, usan los colores en forma ceremonial, aplican su nawal a sus actividades diarias, hablan su idioma y asumen la representatividad indigena. No obstante, la gran mayoría de la población indígena sobrevive dentro de las reglas occidentales, angustiada por la pobreza, adopta diferentes prácticas culturales mestizas. En las comunidades, la gran mayoría profesa la religión cristiana, unos católicos, otros protestantes.

Una evidencia de esto es la desaprobación de la reforma constitucional de 1999, donde se propuso incluir el reconocimiento de la cultura, idioma y espiritualidad indígena en el texto constitucional. En esa consulta los pastores evangélicos promovieron el voto por el NO, con el argumento que se ponía en riesgo la religión evangélica por el reconocimiento del mayismo, que era una amenaza incluso para sus templos que podrían ser declarados lugares sagrados mayas.

La consulta se perdió, en parte por esa manipulación religiosa, en parte por el poco interés del gobierno de Arzú, en parte por el desinterés de los no indígenas que no salieron a votar y en parte porque la población indígena, en general, no hizo suyo dicho proyecto de reforma.

Pareciera irónico que un país con cerca del 50 % de población indígena no tenga la capacidad de aprobar una reforma constitucional donde se pretende reconocer sus derechos con mayor especificidad. En parte puede explicarse porque el pensamiento neomayista, beligerante, reivindicativo es de una élite que se ha involucrado en las ONG de derechos humanos, las organizaciones sociales y campesinas y en los espacios abiertos por las ventanillas indígenas en la administración pública, llámense Fodigua, Codisra, DEMI y una treintena más.

Los riesgos de este pensamiento neomayista es que algunos grupos lo toman desde una visión radical y promueven el fundamentalismo indígena. El extremo es que promueven el conflicto y la ingobernabilidad en las comunidades y reviven el denominado castigo maya, cierran su comunidad a cualquier intervención externa, rechazan a ultranza la minería y las hidroeléctricas, aunque reclaman combustibles baratos y energía eléctrica barata.

Distinguir entre un pensamiento neomayista y un pensamiento indígena es la tarea pendiente para los antropólogos, sociólogos y demás cientistas sociales.


Fotografía por José David Son Turnil, Asamblea del Fondo Indíogena Latinoamericano, 2003.

José David Son Turnil

De origen maya k’iche’ nacido en Totonicapán. Licenciado en Pedagogía, con maestría en Ciencia Política, actualmente docente de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Facultad de Humanidades. Consultor y conferencista independiente para diferentes instituciones nacionales e internacionales.

Ri kaxkol (El servicio comunitario)

2 Commentarios

juan gonzález 05/02/2018

Mauricio, a parte de percibir a lic. Son Turnil como un tipo amable y proparado, es necesario discutir lo que plantea en sus tres presentaciones. Tengo entendido que David Son Turnil es K’iche’, pero escribe como si fuera un kaxlán, analiza el fenómeno desde un pensamiento occidental. La educación escolarizada y occidental quisá sea la que ha provocado que los indígenas ya no sepan nada de su cultura, aunado a eso, los indígenas como los mayas k’ichés, hemos sido objeto de bombardeos religiosos cristianos, católicos y evangélicos. Este tipo de invasión e imposición religiosa nos alejó de nuestra propia espiritualidad. Para comprender todo lo anterior, es necesario conocer y hablar de la historia de este país, de lo contrario, se puede tender a confundiar más a la población indígena. Habrá que seguir escudriñando las raices indígenas y todo su aporte al desarrollo, lo cual implica tener que reconocer el origen étinico. Negar la identidad es lo peor que puede pasar en este país.

Muricio Sobalvarr R. 23/11/2017

Tuve la suerte de recibir un diplomado con el Lic. Son Turnil, una persona preparada y amable.

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