Francisco Villagrán de León | Política y sociedad / MIRADA SOBRE ESTADOS UNIDOS: ¿HACIA DÓNDE VA TRUMP?
La política migratoria de “cero tolerancia” de Trump dio lugar a la separación de las familias de migrantes procedentes de El Salvador, Guatemala y Honduras. Aproximadamente 2,300 niños fueron separados de sus padres, en lo que ha sido un acto cruel e inhumano. No se sabe bien si se llevó un registro de todos los menores y quienes eran sus padres, lo que podría complicar más el proceso de reunificación familiar que el gobierno estadounidense dice que está llevando a cabo. La separación de esas familias fue deliberada y tuvo un propósito disuasivo, según lo anunció hace pocos meses el Secretario de Justicia, Jeff Sessions (quien es también el Fiscal General en los Estados Unidos). El presidente Trump se vio obligado a revertir esa política de separación familiar ante el rechazo de la opinión pública, de los líderes del partido Republicano en el Senado y la Cámara de Representantes, y de la condena de la comunidad internacional.
En los últimos días Trump ha endurecido nuevamente su posición sobre la política migratoria y ha dicho que los inmigrantes que crucen la frontera ilegalmente (en lugar de hacerlo por los puestos migratorios) deberán ser expulsados de inmediato sin ningún trámite judicial. Según reconocidos juristas estadounidenses esto sería violatorio de la Constitución (enmiendas 5 y 14) y podría ser objeto de litigio en las Cortes (como lo han sido otras decisiones ejecutivas). Lo que ha quedado en evidencia es que la política migratoria está siendo definida en la Casa Blanca, de acuerdo con los criterios subjetivos y los cálculos políticos del presidente. La política de “cero tolerancia” se puso en práctica sin hacer una evaluación de las distintas instituciones que tendrían la responsabilidad de ejecutarla, de sus mandatos legales, sus respectivas capacidades y sus recursos humanos y técnicos. Por todo eso resultó ser una debacle política, en la que hubo mensajes confusos y contradictorios, y por eso mismo la reunificación familiar se ha vuelto un proceso tan complicado.
Todavía no hay mediciones de opinión que permitan evaluar el impacto político de esa debacle. Pero Trump confía que sus acciones recientes en el ámbito migratorio serán bien recibidas por su base de apoyo electoral, la misma que le dio el triunfo en las elecciones del 2016. Esa base la conforman en su gran mayoría los estadounidenses blancos con un nivel bajo de instrucción, sin formación universitaria (sólo un bajo porcentaje con capacitación de nivel intermedio), muchos de los cuales se han visto afectados por los cambios tecnológicos y las transformaciones en la economía global. En este segmento del electorado se ha desarrollado un sentimiento xenófobo, con rasgos racistas. Cuando Trump les dice que “América es primero”, sus seguidores lo entienden como un mensaje de apoyo a la “supremacía blanca”. Por eso se mantiene tan firme el respaldo de la base política de Trump a sus políticas y su retórica anti-inmigrante.
Aunque faltan más de dos años para las elecciones generales, Trump está en campaña para su reelección. El próximo mes de noviembre habrá elecciones de medio período, y no son pocos los senadores y congresistas republicanos que ven con aprehensión el papel del presidente, y el riesgo que representa para ellos su retórica agresiva y muchas de sus políticas, no sólo en lo que atañe a la migración. La política comercial también es vista con preocupación, la imposición de tarifas arancelarias a exportaciones de China, Europa, Canadá y México, está haciendo inevitable una guerra comercial que afectará a diferentes sectores de la economía estadounidense. Esto tendrá consecuencias en las elecciones de noviembre, pero Trump no parece reconocerlo.
La mayoría republicana en la Cámara de Representantes ha estado negociando enmiendas a la ley migratoria que permitan resolver el problema inmediato que ha ocasionado la política de “cero tolerancia” y la separación de familias centroamericanas. Sin embargo, el Presidente declaró hace unos días que prefería que el Congreso no votara sobre la cuestión migratoria y que consideraba mejor que eso quedara pendiente hasta después de las elecciones de medio período.
Históricamente el partido en el poder pierde algunos escaños en el Senado y en la Cámara de Representantes en esas elecciones. Los propios republicanos temen que podrían perder la mayoría en una o en ambas cámaras legislativas. Pero el residente se mantiene desafiante y combativo. Creerá que esa es la actitud que motiva a su base de apoyo. Mientras tanto se mantiene la incertidumbre y el temor de las familias que esperan ser reunificadas. Eso a Trump no le importa. Lo que quiere es que Estados Unidos sea un país de blancos. Lo que no quiere entender es que su país y el mundo han cambiado demasiado como para que eso sea posible.
Francisco Villagrán de León

Diplomático retirado, ahora en la Universidad George Washington, en Washington DC. Sigue siempre con preocupación y con mucho interés los acontecimientos en nuestro país. Mantiene la esperanza que se fortalezcan sus instituciones y se consolide la democracia, consciente que eso tomará tiempo. Hay que contribuir a ese propósito desde espacios como gAZeta, y sobre todo hay que apoyar a los jóvenes que quieran asumir con convicciones democráticas el reto y la responsabilidad de lograrlo.
Un Commentario
Cómo convencer a Trunp que le conviene que en Guatemala haya un gobierno que trabaje para mejorar las condiciones de educación y salud de las mayorías y no de sus financistas y amigos o familiares?
Dejar un comentario