Vinicio Barrientos Carles | Política y sociedad / PARADOXA
Yo creo que me demandarán. No debería ocurrir, pero va a ocurrir. Y, con un poco de suerte, acabaré ganando, porque sin frontera no hay país que valga.
Donald Trump
En Guatemala ha sonado mucho el término de antejuicio, y es posible que no se tenga una total claridad sobre el sentido y el alcance de este concepto. El antejuicio es fundamentalmente un derecho asociado al fuero político, y por ello se habla del derecho de antejuicio. En nuestro país, la ley establece que el derecho de antejuicio es la garantía inherente a los cargos públicos, que se otorga a los dignatarios y funcionarios públicos para no ser detenidos ni sometidos a procedimiento penal ante los órganos jurisdiccionales correspondientes, sin que previamente exista una declaratoria de autoridad competente que dictamine que ha lugar la formación de causa, de conformidad con las disposiciones establecidas en la presente ley. El concepto tiene su origen en la Edad Media, cuando un monarca concedía un conjunto de privilegios o exenciones jurídicas a una determinada persona o territorio, privilegios a los que se denominaba fueros, por ser normativas específicas o extraordinarias provenientes de un foro, o audiencia jurídica. En breve, gozar del derecho de antejuicio es contar con el privilegio de cierto grado de inmunidad, de tal forma que perder este derecho implicaría el desafuero, es decir, ya no contar con ninguna inmunidad y quedar sometido a las leyes como cualquier otro ciudadano del país. Nótese, sin embargo, que en la acepción moderna el privilegio de la inmunidad no se otorga a la persona en sí, sino al cargo que está ocupando, por lo que al abandonar el cargo la persona no gozará del fuero bajo el cual estuvo protegido previamente.
Por otro lado, así como en Guatemala los medios noticiosos han compartido diferentes solicitudes para que ciertos funcionarios pierdan sus respectivos derechos de antejuicio, por encontrarse en sospecha de determinadas formas de corrupción, resulta curioso que, desde meses atrás, en Estados Unidos se han venido leyendo artículos periodísticos al respecto de las preocupaciones de diversos sectores de la sociedad sobre la capacidad que evidencia el presidente Donald Trump para sobrellevar responsablemente su mandato como máxima autoridad del Ejecutivo de ese país, apuntando inclusive al mecanismo para despojarlo de su investidura constitucional. Por ejemplo, el periodista Bob Woodward describe en su último libro cómo la Casa Blanca pareciera ser un manicomio con un niño al frente, a quien continuamente se le concede la razón, al igual de como sucede en un centro psiquiátrico. En una carta anónima al New York Times, se relata cómo podría ser necesario recurrir a la sección cuarta de la vigesimoquinta enmienda de la Constitución de los Estados Unidos, la cual establece que cuando el vicepresidente y la mayoría de los principales funcionarios de los departamentos ejecutivos, o de cualquier otro cuerpo que el Congreso autorizara por ley transmitir al presidente pro tempore del Senado y al presidente de la Cámara de Representantes, su declaración escrita de que el presidente está imposibilitado para ejercer los poderes y obligaciones de su cargo, el vicepresidente inmediatamente asumirá los poderes y obligaciones del cargo como presidente en funciones.
Y es que la obsesión que el presidente Trump ha mostrado con su famoso muro ha alarmado a varios analistas, críticos y académicos de la psicología y la política. Recientemente ha declarado: «Voy a firmar una declaración de emergencia, como han hecho otros presidentes antes que yo por cosas menos importantes. Es algo muy importante». Las causales para una emergencia para la seguridad nacional es, en sus propias e inquietantes palabras, la invasión de criminales y traficantes de drogas que está llegando a EE. UU. desde la frontera con México, por lo que costear la finalización del muro de separación entre ambos países debe ser la prioridad para el país del norte.
La vigesimoquinta enmienda fue aprobada tras el asesinato de Kennedy, y solo se ha aplicado en caso de la dimisión voluntaria del presidente, como sucedió con Richard Nixon, o para que el presidente cediera temporalmente sus funciones, cuando Ronald Reagan y Bush padre tuvieron que ser operados quirúrgicamente. Las inquietudes de una posible incapacidad para gobernar han vuelto a la escena de los hechos en vista de que renombrados psiquiatras y psicólogos escribieron una carta al New York Times para alertar sobre la «incapacidad para servir como presidente de forma segura», lo que resulta obvio al observar en sus discursos y sus acciones su exabrupta incapacidad para tolerar diferentes puntos de vista, lo que le lleva a tener reacciones de ira y de rabia. La salud mental del presidente Donald Trump también ha sido cuestionada por connotados expertos independientes en salud mental, así como por la Universidad de Boston, la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de Columbia, Washington. En el caso en que Mike Pence y una mayoría de los miembros del gobierno proclamaran por escrito que Trump no está capacitado para cumplir sus funciones, aún así, después de un plazo determinado, Trump podría alegar que tal situación es falsa, en cuyo caso la situación pasaría a voto en las dos Cámaras del Congreso de ese país, colocando a prueba la institucionalidad democrática de la sociedad norteamericana.
Como puede observarse, tanto en EE. UU. como en nuestro país, resulta fundamental quién es la entidad que posee la capacidad y las competencias para dar por terminados los privilegios que los distintos funcionarios y dignatarios de un país poseen, recayendo por lo general en el congreso de los gobiernos republicanos. Por ello es tan importante la conformación del Poder Legislativo de un país, algo que poco a poco hemos ido comprendiendo en Guatemala. En este sentido, estamos convencidos de que la depuración del Estado debe dar inicio con los diputados, y esto desde el planteamiento de los procesos eleccionarios.
En la mitología griega, Ate era la diosa de la fatalidad, personificación de las acciones irreflexivas y de sus consecuencias. Típicamente se correlacionaba con la hybris, o exceso de orgullo, y que actualmente la psicología ha identificado como una patología relacionada con el poder y la desmesura, padecimiento conocido como el síndrome de hybris (o hubris). Tal importancia revestía este tipo de padecimiento que los antiguos solían atribuir tanto a dioses como a los mortales.
También llaman poderosamente la atención los paralelismos existentes entre el caso Trump y el caso de nuestro presidente, James Morales, pues aunque se trata de versiones en grande y en pequeño, respectivamente, algunas similitudes no pueden dejarse de lado.
Varios integrantes de la sociedad civil se han manifestado al respecto de las distintas preocupaciones sobre la salud mental del presidente Morales, quien en más de una oportunidad ha sorprendido con el contenido y la forma en sus mensajes, usualmente dirigiéndose al grueso del pueblo de Guatemala. Uno de estos señalamientos lo realizó en su momento el licenciado Marco Antonio Garavito, director de la Liga de la Higiene Mental, quien apuntó a la necesidad de someter al gobernante a una completa evaluación psicológica con miras a establecer su estado mental, pues parecía encajar en un perfil psicológico preocupante y disfuncional. El licenciado Garavito afirmó en esa oportunidad lo siguiente: «es evidente que en muchas de sus declaraciones hay elementos que permiten hablar de sus rasgos psicopáticos y su tendencia al aislamiento social». Específicamente indicó que existían signos iterados sobre mitomanía, cinismo (hipócrita), desapego afectivo, todos en conjunción con un probable perfil de alcoholismo y sus usuales consecuencias. Frases repetidas, y sin lugar, como «y puedo verles a los ojos» confirman estos señalamientos.
Es indudable que la rendición de cuentas es un aspecto fundamental para la democracia. En particular, es fundamental mantener el delicado equilibrio entre la responsabilidad y la garantía de la independencia judicial, equilibrio que puede comprometerse cuando uno de los poderes responde a los intereses de alguno otro. En el caso que atañe ahora, un compromiso del Poder Legislativo ante las presiones y los poderes consecuentes del Ejecutivo podría corromper y echar a perder el sistema de pesos y contrapesos sobre el que descansa el principio por medio del cual el Congreso de una República puede decidir al respecto de cuestiones cruciales, tales como, la salud mental del gobernante de turno del Poder Ejecutivo. Después de este breve análisis vemos en Guatemala el ejemplo perfecto para una distorsión malversa por medio de la cual una dictadura en manos de un gobernante enfermo (de hybris, víctima de Ate) podría sostenerse a pesar de sus erráticos y antojadizos deseos.
Hemos avanzado, pero mucho trecho falta por recorrer. Se ha avanzado al haberse sentado el criterio jurisprudencial que establece que el derecho de antejuicio solo puede otorgarse por la Constitución y leyes constitucionales, y no por medio de leyes ordinarias. En similar forma, se incorporó en la Constitución Política de la República que la Corte Suprema de Justicia debe conocer el antejuicio de los diputados (y no el Congreso), habilitando a su vez el desaforo del derecho de antejuicio contra los magistrados de la Corte de Constitucionalidad.
En el caso Trump, los expertos opinan que la vía más factible para destituir a Trump sería por medio de un impeachment, siempre y cuando se construyan las suficientes pruebas de que ha cometido algún delito (como lo derivado del caso Putin). Este señalamiento proviene del hecho que es muy difícil comprobar incapacidad mental. En nuestro caso, posiblemente debamos esperar, pero tomando conciencia que las instituciones y el Estado de derecho es la vía fundamental para la reconstrucción de un Estado fuerte y una ciudadanía comprometida con la patria y con la historia.
Fotografía tomada de Emisoras Unidas.
Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.
Correo: viniciobarrientosc@gmail.com
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