Tributo a la historiadora Anna Arroba

Olga Villalta | Política y sociedad / LA CONVERSA

En las últimas dos semanas mis energías estuvieron centradas en la ejecución de la campaña “La salud sexual y reproductiva de las mujeres es prioridad. El estado debe garantizarla” impulsada por el Grupo multidisciplinario para la defensa de los derechos Sexuales y Reproductivos. Esta campaña estuvo enfocada en la necesidad de propiciar un estado laico en la atención de la salud sexual y reproductiva de las mujeres.

Justo al inicio de esta campaña, el 20 de mayo, recibí la noticia sobre la muerte de una maestra de la vida, la historiadora costarricense Anna Arroba. No era casual que ella volara a otra dimensión de la materia cuando quienes participamos en el Grupo Multidisciplinario nos lanzábamos a exigir a funcionarias/os de salud, legisladores y gobernantes que la salud sexual y reproductiva de las mujeres es prioridad.

Recuerdo sus palabras en un taller que ella impartió hace unos meses a mujeres comunitarias integrantes de tres organizaciones de mujeres que promueven la salud [I]. Nosotras siempre queremos compartir, convencer a otras, el de este taller, es primero nosotras. No podemos hablar de sexualidad si no tenemos nombradas las cosas para nosotras. Las experiencias sexuales, son propias. Cuando comencé a ejercer la sexualidad me sentí endiosada. Fueron luces que me indicaron, que hay una manera de ser buena, que el cuerpo tiene posibilidades extraordinarias. Me indicó el potencial del placer y no tener que vivir condenada a un cuerpo que sufre, que se sacrifica.

Las preguntas de mi adolescencia me llevaron a estudiar el ¿Por qué había violencia en las relaciones de pareja? Hasta que me topé con las teorías de las feministas fue que encontré el porqué. Yo no aceptaba la violencia, aunque me dijeran que “así era y no se podía cambiar” me parecía increíble, eso me llevó a estudiar Historia. Entiendo que las mujeres tenemos historia, pero no nos la han contado.

La primera vez que escuché a Anna, fue hace más de dos décadas, ella iba a pasar dos años en Inglaterra para estudiar los escritos que había sobre los 35,000 años antes del patriarcado. En esa ocasión nos compartió sus conocimientos y me trasladó la inquietud de saber que otras formas de relacionarse entre hombres y mujeres habían existido en el pasado.

En ese entonces, por primera vez le escuché plantear que antes del patriarcado había sociedades Matriarcales, no Matriarcado, sino sociedades que no se definían por la línea del padre sino vía la madre. La descendencia era matrilineal, de madres a hijas y el lugar de residencia era Matrifocal pues la descendencia vivía en el clan de las madres. Años más tarde, encontré de manera más amplia, esta información en el libro El Cáliz y la Espada de la antropóloga Rianne Eisler.

En estas sociedades, se cuidaba la vida, porque se veneraba la vida. Se veneraba la tierra y el cuerpo de la mujer como parte de la Espiritualidad. El cuerpo materno generaba la vida. Por lo tanto era valioso. En el patriarcado, esta visión cambió totalmente.

Por ello, Anna nos decía: Si queremos progresar y tener salud, como mujeres tenemos que ser egoístas, pensar en nosotras. Tenemos que pensar en nuestras necesidades, colocarnos en el centro de nuestras vidas. Algo muy central de estas culturas: Lo espiritual es algo indivisible en estas culturas. Lo espiritual iba de la mano de la sexualidad. Lo que se reconocía era la centralidad del cuerpo. El sexo era espiritual. Somos seres materiales, sexuales.

Pero Anna no solo era la académica erudita, sino era la mujer maestra que con las herramientas de educación popular tenía la capacidad para acercarse a mujeres y hombres de diversos niveles educativos y compartir sus saberes. Hacer eso es un arte y ella lo manejaba de manera maravillosa. Era de esas escasas personas que te cambian la vida cuando las escuchas.

En esta ocasión tuve la fortuna de compartir una amena conversación con Anna, mientras desayunábamos. Hablamos de nuestras familias, de nuestros dolores, de las alegrías y los anhelos que nos mueven a seguir trabajando por un mundo más humano y la construcción de relaciones intra-genéricas e inter-genéricas armoniosas, basadas en el enriquecimiento mutuo.

Sé que en su caminar Anna Arroba dejó una huella imborrable en cientos de mujeres y hombres que tuvimos la fortuna de conocerla.


[I] Nuestra Voz, Asociación Mujeres en Solidaridad y Tierra Viva.

Imagen principal tomada del muro de facebook de María Suarez Toro.

Olga Villalta

Periodista por vocación. Activista en el movimiento de mujeres. Enamorada de la vida y de la conversación frente a frente, acompañada de un buen café.

La conversa

Un Commentario

Sandra 07/06/2018

Definitivamente era una mujer excepcional, al conversar con ella era increíble las enseñanzas que nos dejaba,para mi fue un honor y una gran alegría haberla conocido

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