Enrique Castellanos | Política y sociedad / ENTRE LETRAS
Un cielo de lluvia podía verse desde el mirador y amenazaba con descargar su furia sobre la ciudad, -Cuánto se ha esperado esta lluvia-. Cuando circulaba por la calzada Roosevelt, lo primero que pensé fue en llamar a Tito. Se me perdió desde la semana pasada y sabía que por estos días retornaba a Canadá. La última vez que lo vi fue un par de días después del encuentro de compañeras y compañeros ex FERG (Frente Estudiantil Robín García) en Casa de Estelita (1).
Entre minimalistas copas de ron blackberry alternativo o dicho de otro modo, un curado clandestino de mora, como viejos amigos, dimos repaso a un promontorio de instantes y retazos de vida compartida.
Esa noche, la charla transcurrió alrededor de la mesa dispuesta para grandes cosas. Como es en una casa humilde. Abierta al mundo y a los que buscan un lugar para alejar penas, soledades y espantar un poco el pasado. No hubo espacio para tantas dolorosidades, la represión, el crimen y el terror se quedaron fuera. La Guatemala racista deambuló por los tejados de la décima avenida, pero no logró penetrar la barrera infranqueable de la Casa de Estelita, con los brazos extendidos a la solidaridad mundial. El sectarismo que busca almas en pena en las noches tristes y calurosas, no se atrevió a rondar su ronda conservadora. Las enfermedades del alma, trituradas como hojas de pinabete, se esparcieron sobre la empedrada esquina de la noche frente a la iglesia de San Cristóbal. (No hay más nada que hacer aquí.)
Tuve la sensación que esta noche poníamos otro ladrillo a la utopía. Lo bello y lo horrendo, dos dimensiones que Otto René lanzó al mundo para contar de su alegría y su dolor. Esta noche caben en el breve espacio que deja la nube para husmear en nuestras vidas. Alargar los sueños, a los proyectos, como sombra de esquina, ha resultado un buen remedio contra la desesperanza, un antídoto a la rabia.
Del encuentro de compañeras y compañeros ex FERG quedaba claro que nos importaba más conocer qué había pasado en las vidas de aquel conglomerado de personas (jóvenes) que una vez decidieron comprometerse con la causa de los pobres de este país. ¿Qué, de sus vidas y sus sueños? (La prolongación de la utopía.) Tito describió magistralmente el escenario del encuentro. Sillas dispuestas en forma de herradura (como se hace en educación popular), atención silenciosa, pedidas de palabra y una agenda que discurrió de manera desordenada. Externó su profunda alegría por volver a ver a muchas personas de aquellos tiempos. Para un primer encuentro, su satisfacción era alta.
Con Tito no encontramos en los andares en la música, para decirlo al calor de lo bello y no de lo horrendo del terror. Nos cobijó una Managua tibia de sueños y esperanza. Fue un punto de partida para reorganizar la utopía. Con los años entendí eso. Muchos de nosotros tuvimos que inventarnos nuestra propia utopía para sobrevivir. Soñar era un instinto ganado a pulso para sobrevivir a la debacle. Concretarlo y hacerlo dependía exclusivamente de cada quien. Lo que hicimos y vivimos se quedó anuente a la vida, presto al futuro, para cuando llegara su turno.
Los extorsionadores de ideología abundaban por esos tiempos, tanto como hoy, con otras fachas y otras rasgaduras. Extorsionadores oportunistas que esperaban que nos mintiéramos. Provocadores del tiempo. Conspiradores contra la fraternidad. Instaban a huir a la playa más hermosa del mundo y olvidar. Divisionistas hepáticos. Sectarios arrinconados por la alegría. Cada día de aquellos años se lidió contra el oprobio y el chantaje. Cual fantasmas de la noche, esperaban que muriera la esperanza. Te incitan a la ira sin sentido. A la pelea burda y absurda. Le ponían reglas al sentido común para naufragar. Inventaban verdades de la nada, cuando todos sabíamos que era cierto, lo incierto. Te condenaban por todo, hasta por los errores.
Con aciertos y las necesarias discrepancias, así fue la noche en este rincón de la ciudad. Una pequeña tormenta de recuerdos cual polvareda nocturna que te inunda. Cuando menos lo esperas… ahí está la nube. Siempre entendí a la nostalgia como una nube que cambia formas y matices según los vientos de arriba. O tu espíritu elevándose y viajando al pasado en una balsita sobre el roncito triste de mora.
Desordenadamente hablando, surgieron nombres de muchos queridos ausentes. Como postales amarillas sucedieron ciudades y noches y más ausencias. Innumerables instantes de aquella primavera desordenada, agreste, rebelde, aciaga, irredenta, sin dobleces. De cara al viento fue trayendo instantes al presente. El tiempo pre y post de la rebelión mundial, la conciencia de una Guatemala verdaderamente libre, una América unida desarrollándose alternativamente al capitalismo. Nuestra idea de mujeres y hombres nuevos.
Las vivencias maravilladas en la ciudad de Vancouver; la larga travesía entre Vancouver y Montreal. La noche cuando tocamos en el centro de la ciudad de Winnipeg, en un evento organizado por la Joven Guardia (2), una organización de la juventud chilena que propugnaba la unidad independientemente de la militancia política de sus padres. Historias de ciudades y Guatemala omnipresente. (Eso de llevar la casa a cuestas de Benedetti se hizo vivencia.)
Al final, sin complicarnos la vida, allí estábamos. Dos amigos acompañados de Sarita, una guatemalteca de Winnipeg balbuceando su historia. (Otra historia de retazos por distintos países cobijadores.) La luz del corredor, silente consejera de la noche. O te quedas o te vas. Si llegas, saludas al rosal de Estelita, si te vas, pasas despidiéndolo. No puedes irte sin sentir su canto arrullando gorriones en el pecho. Cuando salimos a la calle de madrugada, para irnos, la calle desolada tibia con bruma entre faroles nos acompañó por otro breve instante.
Fotografía principal tomada de Tumblr.
(1) Casa de Estelita. Espacio de arte y cultura en homenaje a Estelita, madre de Tito Medina, cantautor guatemalteco.
(2) Los jóvenes chilenos tomaron el nombre de Joven Guardia en honor a otros jóvenes de la ciudad minera de Krasnodón, Ukrania, cuya su decisiva participación fue fundamental en la lucha antifascista y contener al ejército nazi.
Enrique Castellanos

Estudios de Historia, educador popular, promotor del desarrollo. Voluntario de cambios estructurales y utopías.
Un Commentario
Mi querido amigo «Mauricio», que me alego que se hayan reunido los compañeros del FERG, me imagino que hubo evocación de los queridos amigos que como Franz «El Gato» Galich o Rodrigo «Tortolita» fueron de los compañeros que partieron al infinito con una sonrisa en los labios y soñando en la nueva Guate Maya que espera a ser construida. La utopia sigue viva. HLVS Tu cuate «Cebolla»
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