Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL
Este 2019 iniciamos de la peor manera posible. Otro episodio en el circo de la política nacional ha tenido como principal objetivo a la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala –Cicig–.
Tanto el intento de impedir el ingreso a Guatemala de un investigador de la Cicig, como el anuncio de terminación del acuerdo de creación de ese ente, ha terminado por develarnos la verdadera intención del actual gobierno: promover la impunidad y el irrespeto al Estado de derecho.
Casi de forma inmediata han salido los hoy defensores de la soberanía a felicitar la acción del Gobierno. Frontalmente, el empresariado apoya estas actitudes del Gobierno bajo el discurso desgatado del debido proceso, ese que han instalado sobre todo en algunos procedimientos en los cuales ellos mismos han resultado responsables de ilícitos penales.
La situación es clara, es momento de dejarnos de medias tintas, Morales no es más que un ornamento en Casa Presidencial, quien tiene el poder es la vieja cúpula militar tan acostumbrada a estas formas de desobediencia legal. Se suma un Congreso en el que más de la mitad de los diputados enfrentan procedimientos penales o de antejuicio, para quienes la Cicig únicamente representa un obstáculo para continuar su modus vivendi.
La guinda del pastel es el antiguo empresariado del Cacif, los señores se han visto señalados como evasores y corruptos, y eso les duele. Han dañado su reputación y ahora son murmurados en los cocteles de sus pares en cualquier evento.
Todo este panorama es repudiado por media Guatemala, las redes sociales funcionan en dos vías a estas horas. Por un lado han resultado ser una herramienta terapéutica en la cual podemos descargar nuestra indignación, lo cual es bueno, porque evita la confrontación de igual a igual en un momento de mucha tensión política.
Por otro lado también son los escenarios de incendiarias discusiones políticas, las cuales se agravan cuando los interlocutores, detrás de un teléfono o un ordenador, pueden intercambiar toda clase de insultos y ofensas entre sí.
Así, hemos llevado al plano digital los sucesos de la realidad nacional, cada vez son más efectivos las imágenes y los textos que circulan en las redes que las movilizaciones ciudadanas. Hemos llegado al punto de hacer el viaje a la plaza solamente para sacar la fotografía y optar por la aprobación digital de nuestros conocidos.
No estoy diciendo que sea algo inútil, debemos considerar a las redes sociales como una gran herramienta que puede coadyuvar a la movilización y replicar el rechazo ante actitudes dictatoriales. Pero también es cierto que debemos acompañar los repudios digitales con acciones concretas.
Han sido rescatables actitudes de colectivos que se han organizado, han manifestado su inconformidad con las decisiones del Gobierno y han llamado al cumplimiento de la Constitución. Precisamente eso debe motivar a otros colectivos importantes a tomar la batuta, hacerse escuchar y proponer soluciones ante esta crisis política.
Academia, medios de comunicación, organizaciones sociales, sindicatos y hasta el buen empresariado deben tomar posturas en estos momentos. Las grandes crisis han sido superadas en este país a base de calle y grito, es el único medio para sostener el débil Estado de derecho en el que nos encontramos, no hay otra vía.
Llevemos entonces al plano material nuestro repudio digital, que las redes sociales sean complementos de las actitudes que debemos emprender en defensa de nuestra querida Guatemala, que prevalezca la manifestación pacífica –emputada pero pacífica– y que aprendamos de la historia reciente, otro Jimmy Morales no puede llegar a ser presidente de este país, es demasiado bello para tener otro tirano al frente.
Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.
Un Commentario
El último párrafo es el mas objetivo, esa enseñanza para seguir aprendiendo a elegir.
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