Tras la victoria de Morena, comienza la reacción

Carlos FIgueroa Ibarra | Política y sociedad / LA TRAVESÍA DEL SALMÓN

La aplastante victoria de Morena era algo esperado porque todas las encuestas la anunciaban. Aun así, el lunes 2 de julio, una parte de México amaneció alborozada y hasta sorprendida. No era para menos, Andrés Manuel había triunfado con 53 % de los votos, dejando muy atrás a sus oponentes. El soberbio candidato panista obtuvo poco más de 22 % de los votos, mientras José Antonio Meade obtuvo 16%. Así las cosas, López Obrador obtuvo sobre su más cercano contrincante una diferencia de más de 30 % de los votos y obtuvo más de 30 millones de sufragios. Imaginábamos la victoria, pero no exactamente una como la que obtuvimos. Tendremos 305 diputados de 500 en la cámara de diputados, también tendremos mayoría en el Senado. Tendremos mayoría legislativa en al menos 17 legislaturas de las 32 que componen a la federación. Gobernaremos muchas ciudades importantes del país. A cuatro años de su fundación, lo observado en México es un verdadero fenómeno social. Nunca antes un partido naciente había arrasado como Morena lo hizo este primero de julio.

Pero el lunes 2 de julio otra parte de México amaneció compungida. No me refiero a los millones de pobres y clasemedieros que, pese a la crisis del país, ejercieron su derecho de votar por Anaya o por Meade. Me refiero a esa parte de México que el Andrés Manuel candidato llamaba “la minoría rapaz” o en otras ocasiones “la mafia del poder”. Ese día empezaron a imaginar cómo le habrán de hacer para lograr que el nuevo gobierno trastabille, se desgaste y dentro de poco esté decepcionando a los millones de mexicanos que votaron por Morena y sus aliados. Es importante resaltar que tales esperanzas también la comparten algunos partidarios del Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN). En tres años, así nos dicen, el pueblo mexicano estará totalmente decepcionado del presidente López Obrador y entonces… ¿Entonces qué? Si esta aciaga predicción llena de deseo premonitorio se cumpliera, difícilmente el pueblo mexicano voltearía sus ojos hacia los zapatistas y sus adherentes más sectarios. Probablemente las posiciones más reaccionarias se verían fortalecidas como ha sucedido en otros países.

Los próximos años serán de bombardeo mediático por parte de la derecha. Así ha sucedido con otros gobiernos progresistas en el sur de América. No tiene por qué no suceder en México. Me resultó curioso que, aun antes de las elecciones, el periodista televisivo y columnista empleado de Televisa, Carlos Loret de Mola, estuviera pidiendo la renuncia de Roberto Jiménez Espriú e Irma Eréndira Sandoval, dos de los integrantes del gabinete que López Obrador había anunciado durante su campaña. Ni siquiera había ganado el detestado candidato y ya pedían la cabeza de dos de los eventuales integrantes de su gabinete…

Hay mucho enojo entre todos los que están siendo tocados por las medidas anticorrupción y de austeridad anunciadas por el candidato ganador del primero de julio. La burocracia dorada sabe que están contados sus días de salarios insultantes y privilegios increíbles. El grupo de poder que ha tenido secuestrado al Gobierno sabe que López Obrador será fiel al planteamiento que le hizo un inmigrante poblano en el norte del país: hay que separar al poder económico del poder político. Y todos estos intereses poderosos han empezado a operar. La última noticia es que el Instituto Nacional Electoral le ha impuesto a Morena una multa de 197 millones de pesos (casi 10 millones de dólares) por hacer uso electoral del fideicomiso que el partido creó para ayudar a los damnificados. Con esto se logran dos objetivos, se mutila económicamente a Morena y, peor aún, hace quedar al partido de Andrés Manuel como un partido mafioso y corrupto más. Por fortuna, Morena tiene todos los comprobantes de la ayuda que le dio en efectivo a los damnificados, los cuales fueron favorecidos después de que se hizo un padrón en el cual no hubo favoritismos.

Todavía no ha llegado a tomar la parcela de poder que le corresponde a Morena y sus aliados tras los resultados electorales del primero de julio, y se puede advertir que ya ha comenzado la reacción. Vienen años intensos. Como todos los que le acontecen a las fuerzas que tratan de hacer transformaciones.


Carlos FIgueroa Ibarra

Sociólogo. Profesor investigador en el Posgrado de Sociología del Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades de la BUAP. Actualmente secretario nacional de Derechos Humanos, Comité Ejecutivo Nacional de Morena.

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