Todavía no se ha calmado el miedo

Rodrigo Carrillo | Arcoíris / ENTRE EL CIELO Y EL SUELO

El miedo terrible que paraliza, enajena, deprime. El miedo que deja patidifuso y roba las palabras. El miedo de qué hacer. El miedo de tener contados los días y no tener posibilidades de salvar la vida. Ese era el sentimiento de los diagnosticados con VIH en los primeros años de este padecer mundial. Las posibilidades de sobrevivir eran mínimas, en aquel entonces, pero una treintena de años después, a pesar de que la ciencia ya creó los tratamientos antirretrovirales, y cuando lo más importante es diagnosticar para aplicar el tratamiento lo antes posible, el miedo terrible sigue paralizando al diagnosticado.

Es un problema de comunicación. Las organizaciones, instituciones, fundaciones, centros de atención y gobiernos no han podido construir una estrategia de comunicación que diga, como mensaje primordial, que ya no se muere de VIH, seguido de las explicaciones de los tratamientos, de los sistemas de diagnósticos y la ejemplificación con casos de supervivencia y de enfermos reincorporados a la vida.

¿Cómo enseñar sobre el tema a los jóvenes que amanecen en su sexualidad? Cómo decirles que las relaciones deben ser sanas, y que el sexo no es malo, ni feo, ni sucio, si la carga de la moralidad religiosa pesa como un yunque en cada familia, donde ha quedado instalado el pecado, la culpa y el castigo. La protección y el sexo seguro es importante para la salud de todos, porque este mal afecta todo el entorno del enfermo: familia, amigos, vecinos y conocidos, resultan tocados, económica y emotivamente.

En una ocasión acompañé a un joven a buscar los resultados de su prueba de VIH en una clínica de la especialidad, y mientras lo esperaba en la sala de recepción, un joven asustado por la circunstancia llegó hasta la puerta dos veces, pasó la puerta dos veces mas y por fin se sentó a esperar a que lo atendieran. Pasaron cinco minutos y se paró decidido a irse y no cumplir con su propósito. Ya iba de salida cuando entró otro joven con evidente mirada de miedo, que le preguntó al que iba de salida si allí hacían las pruebas y este le respondió que sí.

Consiguieron consuelo mutuo con solo la presencia y conocer que no estaban solos en eso. Se sentaron y esperaron hasta que un enfermero los llamó para tomar sus datos y les dijo: qué bueno que vinieron, porque lo más importante es el diagnóstico. Si el resultado es negativo qué bueno, y si es positivo se trata y se salva la vida.


Rodrigo Carrillo

Escritor, periodista, dramaturgo y director de teatro guatemalteco. Maestro en Historia del Arte por la Universidad de San Carlos de Guatemala. Creador de poemarios, libros de cuentos y obras de teatro. Ha estrenado obras de su autoría y clásicas de Hugo Carrillo. Es caminante impertinente de ciudades donde atrapa personajes y lenguajes.

Entre el cielo y el suelo

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