Byron R.Titus | Política y sociedad / TRANSFORMACIÓN
Mayo 1974 me sorprendió como siempre sin capa ni paraguas. Las primeras lluvias llegaron una tarde de sol a la esquina de Santo Domingo donde Edwin, cubriéndose la cabeza con un pedazo de cartón viejo, me esperaba. – ¿Qué pasó loco, qué haces? Ya ves, como siempre conspirando, le respondí en broma. Entramos a la cafetería, mientras disfrutábamos un té y una miloja. Empezamos a conversar de lo de siempre: arte, política, aspiraciones y otros temas. Edwin era de El Salvador pero había llegado a Guatemala del D. F. de México donde había estado exilado por algunos años junto a su familia. Allá, junto a sus hermanos Mauri y Vladi, había estudiado arte en la academia San Carlos y era en verdad un dibujante extraordinario. Miguel Ángel Buonarroti era su ídolo y sabía su vida como todo un experto. Su padre don René, ¡un escultor de otra galaxia! Magnifico.
Cuando cesó la lluvia, ya para despedirnos me dice – Mirá loco, mañana a eso 5 de la mañana paso por tu casa para que te vengas conmigo a El Salvador a conocer al tío Cayo ¿Mañana 5 de la mañana? ¡El loco sos vos!, le digo, yo tengo cosas programadas qué hacer y además no tengo dinero como para disponer viajes así, ¡a duras penas tengo lo de la camioneta! No puedo mano, será otra vez pero no mañana. –No jodas, yo tengo que ir mañana, yo te ayudo con los gastos, allá tenemos donde quedarnos y comemos donde el tío Cayo, ya le avisé que llegaría con un chero. Dale, te contare en la camioneta por qué y para qué voy. ¿Qué dices? Bueno, si es así… está bien, voy.
A eso de las 2 de la tarde estábamos en El Salvador comiendo ceviche en las famosas Conchas Julia, de allí a La Vega a visitar a unas amistades y seguido en taxi con dirección al centro hasta llegar a una panadería. Entramos a la casona antigua y después de saludos pasamos el mostrador. Al fondo, de espaldas, se encontraba un tipo flaco, de mediana estatura con camisa arremangada y pantalón de vestir pero con su bata de panadero. Edwin le dijo «tío Cayo», este se dio la vuelta, le abrazó con gran emoción, me extendió la mano y desde detrás de sus anteojos me examinó diciéndome «Cayetano Carpio para servirte». Se lavó las manos, se quitó la bata, nos sentamos en sillones de mimbre y nos pusimos a conversar de temas variados con otro grupo que se fue haciendo más grande conforme entro la noche. Allí me di cuenta -por la plática, que el padre de Edwin, don René, y el tío Cayo no eran en sí familia, pero tenían más que una amistad, una relación profunda que habían solidificado bajo la dictadura, en la clandestinidad en su país, y después en el exilio en México y otros países.
Tío Cayo se llamó Salvador Cayetano Carpio (+), comandante marcial, fue uno de los fundadores de las Fuerzas Populares de Liberación Farabundo Martí (FPL) y del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador. Además, fue secretario general del Partido Comunista Salvadoreño. Según sus biógrafos, nació en 1918 en Santa Tecla, creció en un orfanatorio de la Iglesia del Calvario donde llegó a ser seminarista. A los 13 años lo expulsaron y empezó su vida de militancia como panadero en la lucha sindical. A la fecha no se esclarece la causa de su muerte el 12 de abril de 1983, pero se alega que fue suicidio (¿?). Sí se esclareció en 1984 su inocencia; pues le acusaba, de ser el autor intelectual de la muerte de la comandante Ana María (Melida Anaya Montes). Desafortunadamente, el tío Cayo murió en medio de esa controversia y sin saber de su absolución.
Fotografía cortesía de la familia Montúfar.
Byron R.Titus

Sociólogo, investigador científico y transformador. Conferencista y asesor internacional. Actualmente director del Regional Resource Center en Webster MA. Fundador y director del Centro de Transformación a la Excelencia. Vivo fuera de Guatemala desde la noche del dia de la virgen de Guadalupe 1975. Mi cumpleaños es el 15 y 16 de julio, resido -hasta que San Juan baje el dedo- en Nueva Inglaterra, EUA. Amante de las artes, particularmente la literatura y la música.
Un Commentario
Y como el tio Cayo ¿Cuántos más ciudadanos salvadoreños o guatemaltecos, murieron o desparecieron misteriosamente?
Me quedo con la curiosidad ¿A qué se debió la prisa del súbito viaje de Edwin a El Salvador? Y en eso consiste el elemento de misterio de tu interesante escrito, amigo Byron.
Un abrazo chichicasteco.
Juan Antonio
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