Tinta y papel para hacer memoria, verdad y justicia

Carlos Juárez | Política y sociedad / CLANDESTINO Y ARTESANAL

Un panadero, un doctor, una psicóloga, una sindicalista y miles de historias más se encuentran documentadas en el Archivo Histórico del Grupo de Apoyo Mutuo –GAM–. En él se hallan más de 10 metros lineales de testimonios de víctimas del conflicto armado interno, principalmente documentación relacionada a desapariciones forzadas.

Los documentos datan de la década de 1980, cuando surge la organización, impulsada en su mayoría por mujeres que buscaban con desesperación a sus familiares desaparecidos forzadamente durante la represión de la época.

Este acervo documental contiene casos de violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar incluso en la década de 1960, pues las personas en ese momento no tenían a dónde acudir a denunciar esos hechos, y al surgir el GAM, finalmente otorgaron sus testimonios a una entidad en la que confiaban.

El Archivo está compuesto por fichas de toma de denuncias elaboradas por la propia organización, cartas dirigidas por las mismas víctimas a entidades del Estado, telegramas, fotos, recursos de exhibición personal y diversas acciones realizadas en búsqueda de las miles de personas desaparecidas que aún son buscadas por sus familias.

Actualmente, la organización, con el apoyo del Servicio Civil para la Paz de la Cooperación Alemana en Guatemala, se encuentra en un proceso de digitalización de ese acervo documental, el cual se pondrá al servicio de las víctimas, principalmente, y de las entidades encargadas de la averiguación de la verdad.

Asimismo, se busca promover su consulta para la elaboración de investigaciones, trabajos periodísticos y representaciones artísticas que puedan dar a conocer, desde lo más profundo de los testimonios, el vivir de las víctimas y aportar de esta manera a la no repetición de los hechos.

La poca cultura archivística en Guatemala quizá impide que valoremos la riqueza de estos documentos, es apasionante pensar en la gran cantidad de archivos públicos y privados que se encuentran en abandono, resguardando tesoros de la historia nacional.

En el ámbito público es importante mencionar que el único recurso archivístico, en materia de conflicto armado interno es el Archivo Histórico de la Policía Nacional –AHPN–, que atraviesa un momento complicado tras la salida de Gustavo Meoño, quien fuera su director durante más de una década.

Desde 2005, dicho esfuerzo archivístico ha sido apoyado por la cooperación internacional. Jamás por el Estado, que no ha invertido nada en el rescate de la historia nacional contada a través de la documentación policial.

Lo valioso de esos recursos documentales se visibiliza a partir de lo que la tinta y el papel generan en las propias personas que entran en contacto con esos documentos. Las familias que acuden a obtener una copia de su expediente se encuentran con la verdad, es impactante cuando nietos que nunca conocieron a su abuelo pueden obtener, mediante ese testimonio, la certeza de que su abuelo fue desaparecido por su trabajo comunitario, por ejemplo. Esos ejercicios de encontrarse con la verdad llenan de satisfacción a los descendientes de las víctimas, porque eso les permite conocer su origen también.

Significa, en muchas ocasiones, el encontrarse con las diligencias que sus familiares realizaron en búsqueda de las y los desaparecidos. Eso también da tranquilidad pues les permite entender que no se quedaron de brazos cruzados sin buscar a sus seres queridos.

Para los que no vivieron el conflicto armado interno también es una oportunidad para hacer memoria, el encontrarse con una carta dirigida de una madre a un jefe de Estado, suplicando por su intercesión en el aparecimiento del universitario desaparecido, el esposo sindicalista, el hermano periodista; en todos esos casos, uno fácilmente puede ponerse en los pies de aquellos que jamás llegaron de regreso a sus hogares.

La justicia también puede abrirse paso a través de estos documentos. Algunos de ellos han sido base suficiente para iniciar procesos de justicia a favor de las víctimas. En su contenido se halla información tan importante que puede llegar a delimitar el ámbito de investigación para el Ministerio Público –MP–.

Es así como la tinta y el papel se convierten en instrumentos de memoria, verdad y justicia. En ellas se guardan infinidad de historias de vida que continúan padeciendo las secuelas del conflicto. Pero también se guarda esperanza, la esperanza de encontrar a los desaparecidos, y la de encontrar justicia y sanación al conocer la realidad de los hechos. Así de importantes son los archivos del conflicto armado en Guatemala, ojalá el rescate de este tipo de acervos documentales sea cada vez mayor. Eso será una herencia invaluable para las futuras generaciones urgidas de reconciliación social, esa que solo puede darse si hay verdad y justicia.

Fotografía de un documento del Archivo Histórico del Grupo de Apoyo Mutuo, proporcionada por Carlos Juárez.

Carlos Juárez

Estudiante de leyes, aprendiz de ciudadano, enamorado de Guatemala y los derechos humanos, fanático del diálogo que busca la memoria de un país con amnesia.

Clandestino y artesanal

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