“La tierra no la heredamos de nuestros abuelos; sino que la pedimos prestada a nuestros nietos”, dice un viejo refrán mozambicano.
La llegada de los españoles a América marcó un giro total en el uso de la tierra. Los pueblos mayas tenían su propia administración de dicho recurso. Los españoles peninsulares se apoderaron de gran parte de la riqueza, pero los criollos, sus descendientes, fueron los que verdaderamente marcaron el rumbo de la economía a través del uso y explotación de la tierra.
Durante los años de la colonia se estableció la tenencia de la tierra como la conocemos, las mejores tierras fueron distribuidas entre dichos criollos y con la siembra de productos que la península española necesitaba, al principio fue la cochinilla y el añil, que eran colorantes naturales y muy codiciados en Europa. Empezó la repartición (los repartimientos) de indios, como se le llamaba, para que los grandes cultivos tuviesen mano de obra barata y en condiciones precarias.
Llegó la reforma de 1871 y la tierra siguió en manos de terratenientes, pero con la variante de que se introdujo el cultivo del café (y aparecen las familias alemanas como dueñas de las plantaciones). Se continúa con las prácticas de la reparticiones y encomiendas, las cuales no variaron desde la Colonia.
A principios del siglo XX son los enclaves bananeros los que despuntan, principalmente con capital norteamericano. Las mejores tierras del país son entregadas para la explotación de banano, que conjuntamente con el café representa los rubros más importantes en exportaciones.
A lo largo de esos años se fue polarizando cada día mas la dualidad de latifundio y minifundio. El latifundio es una gran extensión de tierra propiedad de una persona o familia, en donde contratan fuerza de trabajo (campesinos) para poder explotar dicha tierra, pero a la vez explotan al trabajador de la finca. Mientras que el minifundio es todo lo contrario, pequeñas parcelas de tierra que los campesinos tienen para trabajar, pero cuya producción no les alcanza para tener comida todo el año, por lo que tienen que emigrar al gran latifundio a trabajar como jornaleros. Además, esto provoca la atomización de la tierra.
Actualmente, y en pleno siglo XXI, no se ha resuelto el problema de la tierra en Guatemala. Hubo un gran intento en la época de Arbenz con el Decreto 900, que no era otra cosa que impulsar el desarrollo capitalista en el campo, como lo dice uno de sus objetivos.
Pero, la contrarrevolución apoyada por la CIA destruyó todo intento de reformas al país. Desde esa época los latifundios se mantienen intactos, el sistema de producción es el mismo, ni siquiera el café, que es un producto de mayor exportación, se ha podido tecnificar y es uno de los más atrasados en el continente en comparación con los países productores de café.
Las recomendaciones de organismos internacionales, como la FAO y otras entidades extranjeras, apoyan la realización de una verdadera REFORMA AGRARIA en Guatemala, para que la tenencia de la tierra se distribuya y pueda abrirse a nuevos productos para buscar mercado alternos y no solo el monocultivismo, que depende del mercado externo y cuando los precios caen, la economía del país se viene abajo también.
Hay dos ingresos económicos que han tirado una cortina de humo a este problema, las remesas procedentes del extranjero que envían compatriotas, ocupando un primer lugar en la entrada de divisas al país, y el dinero procedente del narcotráfico o del crimen organizado, que invade principalmente comercios de las urbes guatemaltecas.
La dualidad latifundio-minifundio es un sistema obsoleto que genera grandes conflictos en el agro guatemalteco, principalmente en el altiplano del país,
Pero la producción eminentemente agrícola ha estado rezagada y utilizada de forma equivocada, explotando al trabajador y al recurso natural, como el caso del agua, ya que, por mala planificación, los productores de caña de azucar agotaron el manto freático y ahora están desviando ríos para riego, dejando a poblaciones enteras sin abastecimiento de agua para consumo propio y riego de cultivos.
La tenencia de la tierra es el problema fundamental que tiene nuestro país, ya que todo se origina por mantener un estatus. Los campesino pobres no tienen cómo sustentar a sus familias y esto hace que cada día se hundan más en la miseria, provocando grandes males como la desnutrición o la muerte por enfermedades curables, entre otros.
La pobreza y extrema pobreza es producto de una mala distribución de la tierra en Guatemala, lo que hace que unos tengan mucho y otros nada. La brecha entre la riqueza y la pobreza se agranda cada día más.
Las mismas recomendaciones de organismos internacionales, incluyendo a EE. UU. que terminó con el latifundismo en el siglo XIX, indican que una reforma agraria es necesaria, para avanzar en el proyecto de nación y disminuir la brecha que separa a la sociedad guatemalteca. El latifundio ha generado pobreza para la mayoría de la población y casi ningún ingreso al Estado.
A esto hay que agregar que hay muchas tierras ociosas y muchos excesos en lo estipulado en el registro de la propiedad, lo cual debe ser el primer paso a resolver para avanzar en este problema
El sistema de tenencia de la tierra tiene que cambiar si queremos que Guatemala progrese, porque por muchas divisas de compatriotas, por mucho dinero de oscura procedencia, no es sustentable para el país. Guatemala necesita crear su propio mercado interno, impulsar la pequeña, mediana y gran empresa, para crear fuentes de trabajo que sean permanentes y que generen un paso firme al desarrollo.
Imagen tomada de Centro de Memoria, paz y reconciliación.
Roberto Ganddini

Actualmente trabajo en la Universidad de San Carlos donde soy el Director Administrativo del Centro Universitario Metropolitano (CUM). De formación Agrónomo y con estudios en administración y Economía. Así como un diplomado de Desarrollo sostenible y prevención de desastres (FLACSO). Dentro de los diversas actividades escribo para el periódico de la Universidad de San Carlos especialmente sobre problemas de medio ambiente. Pero también de carácter social y coyuntura actual. Así como problemática interna de la USAC.
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