-Francisco Cabrera Romero / CASETA DE VIGÍA–
¡Levanten la mano quienes están dentro de los dos millones que votaron por este presidente! ¿A qué diputados favorecieron sus votos?
Como sea que se analice la cuestión, ya es tiempo que la población se haga cargo de sus propias decisiones. Aquí la cosa no es solo de sentirnos indignados. Hay que preguntarse por la responsabilidad de la ciudadanía a la hora de elegir.
La tragicomedia guatemalteca no tiene límite para la innovación. Se reinterpreta constante y vigorosamente para mantener a la gente sumida en la miseria intelectual; finalmente el intelecto no sirve para nada si se tiene fe. No es raro que un predicador proclame que para amar a Dios hay que “apagar la razón”.
En el contexto de la Segunda Guerra Mundial, Bertolt se movía de país en país huyendo de los nazis que tomaron el poder democráticamente con las ya sabidas consecuencias para el mundo. Conocido por su obra teatral y filosófica, el hombre, junto a su esposa Helene Weigel, no solo pasó penas tratando se sobrevivir sino que tuvo tiempo para crear espacios para la obra literaria que, desde luego, no se puede separar de la filosófica. Desde la perspectiva de que la filosofía no es sino la doctrina del buen comportamiento.
Pero aunque el gran Bertolt posiblemente no tuvo noticia sobre esta tierra, parece que pensó en nuestro pueblo (o nuestros pueblos) cuando escribió: “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio del poroto, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas… Es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política”.
Pues bien, ahí está la explicación. Varias décadas después siguen gobernando los indecentes puestos por el analfabetismo político de las mayorías. Lo que no deja de ser medio democrático, al menos en términos formales, porque no se podrá decir que no hubo elección ni que se contaron mal los votos. Otra manera de decirlo es que tenemos frente a nosotros la clase política a la que otorgamos cuotas de poder, sin tener a la par cuotas ética e inteligencia.
El problema ético no radica solo en la política. Ni es exclusiva de quienes se reúnen en la novena avenida o en Casa Presidencial. Son apenas los abanderados coyunturales; pero el hecho es que la ética es una extraña en el colectivo social.
Hay mantas que piden la renuncia de los diputados distritales. Me parece bien, pero insuficiente. Si no hay un cambio en la cultura política y ciudadana, en la próxima elección se volverá a entregar poder al mismo tipo de sujetos.
Aquí ya no se puede admitir la inocencia por ignorancia. Medio país se hace el bobo a la hora de la elección. Se deja manipular, prefiere no informarse, no pensar y no involucrarse. ¡Así no se puede! Mientras una gran masa crea que por no saber lo que pasa está libre de responsabilidad, estamos condenados a repetir esta historia. Y luego vendrán los lamentos. Perfecto círculo vicioso.
Hay distintos niveles de responsabilidad. Eso sí, no se puede decir que todos somos igualmente culpables. Por ejemplo, está la desinformación sistemática a cargo de medios masivos dedicados plenamente para sembrar temor y paralizar. En las aulas, los docentes transmiten el sin sentido del civismo patriotero (el himno, la bandera, la ceiba, los gastadores y las batonistas y bla, bla, bla). Nada serio. Pura tradición sin aprendizaje, sin ciudadanía, sin perspectiva.
¿Quién no conoce a un analfabeto político? Pero ¿Quién conoce a Bertolt Brecht? Me encantan sus poemas: “El joven Alejandro conquistó India; ¿él solo?” “¿En qué casas de la Lima radiante de oro moraban sus constructores?”
Era tan inteligente que en la posguerra no solo tuvo críticas para la Alemania Federal, sino también para la dirigencia de la RDA. Y muchas de sus reflexiones alcanzan para la Guatemala del siglo XXI.
“Con paso firme se pasea hoy la injusticia. Los opresores se disponen a dominar otros diez mil años más. La violencia garantiza: «Todo seguirá igual.» No se oye otra voz que la de los dominadores, y en el mercado grita la explotación: «Ahora es cuando empiezo.» Y entre los oprimidos, muchos dicen ahora: «Jamás se logrará lo que queremos». Quien aún esté vivo no diga «jamás». Lo firme no es firme. Todo no seguirá igual. Cuando hayan hablado los que dominan, hablarán los dominados. ¿Quién puede atreverse a decir «jamás»? ¿De quién depende que siga la opresión? De nosotros. ¿De quién que se acabe? De nosotros también. ¡Que se levante aquel que está abatido! ¡Aquel que está perdido, que combata! ¿Quién podrá contener al que conoce su condición? Pues los vencidos de hoy son los vencedores de mañana y el jamás se convierte en hoy mismo”.
Gracias Bertolt. Tus palabras señeras, desde casi un siglo, aplican para la realidad de este país irredento.
Aquí y ahora: la ciudadanía asume también su responsabilidad o la cosa no cambia.
Imagen por Guillo, tomada de http://creaconcriticahumor.blogspot.com
Francisco Cabrera Romero

Educador y consultor. Comprometido con la educación como práctica de la libertad, los derechos humanos y los procesos transformadores.
Aprendiente constante de las ideas de Paulo Freire y de la educación crítica. Me entusiasman Nietszche y Marx, no por perfectos, sino por provocadores de ideas. Miembro del Consejo de Educación Popular de América Latina y el Caribe -CEAAL-, con el cual he aprendido a querer esta región del mundo y trabajar por ella. Consultor para organismos nacionales e internacionales y eventualmente funcionario público. Creyente de la importancia del insustituible papel del Estado en el desarrollo de las sociedades. Gozo la literatura. Me gusta Galeano pero me quedo con Saramago, como me gusta Asturias pero me quedo con Cardoza y Aragón. No me atemoriza el futuro. Me preocuparía tenerlo todo resuelto. Y a lo que verdaderamente le temo es a los dogmas… de cualquier clase.
7 Commentarios
Es un gusto doctor
Por el analfabetismo político, tenemos un presupuesto, elaborado sin ética y sin inteligencia.
La clase política, cambiará a medida a que salgamos de las críticas, a las propuestas, y estoy de acuerdo a que impulsemos una cultura política, donde haya participación de equipos de trabajo, y no se reduzca la participación, solo para apoyar a una solo persona o un partido político.
Me gustaría leer un comentario sobre el presupuesto general de la Nación que tenemos, y la asignación para Educación. Gracias
Muy bueno el artículo, apreciado amigo, pero creo que para lograrlo debemos buscar cambiar el sistema educativo guatemalteco para ya no seguir educando para el civismo, si no para una auténtica ciudadanía. Saludos.
Efectivamente, en el tipo de educación está una de las claves, como bien decís Miguel Ángel. Saludos.
Para aquellos que tratamos se salir del analfabetismo nos seria muy bueno una guia con pasos minimos simples para poder subir un nivel. Una lista corta de objetivos personales que cada ciudadano quisiera poder hacer y que le fuera simple. Te parece como tema?
Saludos
Claro! Gracias por idea. La tomo para artículos futuros. Saludos!
Triste el adagio «los pueblos tienen los gobiernos que merecen «. No por triste, menos verdadero.
No se lo que dijo. Pero no es cierto que el pueblo tiene el GOBIERNO QUE SE MERECE. Es como decir que los hijos tienen los padres que se merecen. Tampoco es cierto. Siempre han habido esclavos y escalvistas, el capitalismo no es la excepcion sino la regla. Tiempo vendra, son hechos historicos, la esclavitud cayo no por obra y gracia de sus libertadores, sino porque los esclavos preferian morir que seguir siendo esclavos. Asi sucedera con el capitalismo. Este morira porque los trabajadores ya no tendra ningun sentido estar empleado. Mas valdra ser delincuente que un empleado honrado. De todas maneras el capitalismo es una historia de ROBO Y EXPLOTACION, en nada se diferenciara de la delincuencia comun, atemorizada por el fuego del infierno, pero cuando pierdan el miedo al tal infierno, no habra poder humano que ataje la violencia contra los opresores.
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