Carlos René García Escobar | Literatura/cultura / TELURIA CULTURAL
El tan esperado año 2000, objeto de toda clase de especulaciones a cuales más diversas y apocalípticas, transcurre durante 365 días, termina en un instante y el verdadero siglo XXI se presenta, o sea el año 2001. La historia sigue pero recomienza. La experiencia tenida en las recientes décadas no permite asegurarse socialmente un futuro mejor para los sectores económicamente en desventaja. Las condiciones para el desencanto son evidentes e imposibles de remediar. Frente a las añoranzas de un pasado reciente y truculento, una nueva juventud aparece con características diferentes. Se les empieza a denominar milennials. Son los que empiezan a tener uso de razón en ese 2001. Nacen a la sombra de la tecnología moderna, más que atómica, la nuclear.
Ahora tenemos que dirigirnos hacia un inexistente sistema educativo de calidad verdadera, de calidad humana, académica, superior a todo lo enseñado anteriormente. Nos encontramos con una adolescencia sin idea de su futuro. Con una juventud que pretende vivir su presente solo para satisfacer sus necesidades físicas de alimentación, de movilidad, de obtención fácil de dinero o de los medios que se lo provean. Una juventud obnubilada plenamente por vivir la vida del consumo fácil de lo que la televisión y el cable le muestran en cada instante de su existencia o de la ilusión de vivirlo toda vez estas imágenes son percibidas por sus sentidos. Una juventud penetrada totalmente por el consumo de estupefacientes que inevitablemente le producen estas ilusiones. Una juventud que logra llegar a la universidad a la sombra de tales coordenadas y que no logra entender la virtud del estudio sincero de su realidad y las realidades del mundo, porque le es inalcanzable obviamente asir la ciencia en sus propósitos, aunque sí medio sabe del mundo por lo que se le presenta a sus ojos televidentes.
Una juventud que ha ignorado su pasado porque no se lo enseñaron y por lo tanto ni le interesa ni menos lo va a entender cuando se pretende que lo conozca. Aunque un reducido número lo pretende reivindicar porque sufrió en carne propia las vicisitudes de la guerra interna que se vivió.
Debido al despropósito de un magisterio inconsciente de sus deberes por la enseñanza verdadera, el siglo XXI encontró una juventud desinteresada por entender en qué clase social se encuentra, aunque la resienta en su realidad concreta. Y, la que lo sabe, la de los sectores con ventaja económica, aprovecha su circunstancia para aumentar los privilegios que goza hasta por inercia familiar.
El deterioro en estos sentidos también ha sido causado por la tecnología moderna, cuyas comodidades, si bien son una ventaja de hecho, han sido también un arma de doble filo, porque por el otro lado han transformado a las sociedades en objetos de su consumo irreflexivo con características de patología consumista irresoluble muchas veces.
Ahora ya estamos en el siglo XXI. Las generaciones guatemaltecas que vivimos actualmente debiéramos realizar un alto en el camino, si se nos permitiera, y de algún modo planificar el futuro que ya se avecina. Se hace imperativo enseñar a pensar y a reflexionar a las juventudes de hoy y a nuestros congéneres generacionales. Se hace necesario entrar al debate del futuro con la base del conocimiento del pasado. Pero se hace más necesario abandonar los intereses de clase y reflexionar en colectivo. Todavía habemos dos o tres generaciones con capacidad de aportar la experiencia de lo vivido con el objetivo sincero de contribuir al conocimiento, sin victimizarse y sin pretender doctrinar las conciencias. Las determinaciones surgirán de por sí. Las acciones a poner en práctica serán una consecuencia lógica de estas reflexiones determinativas.
Lo anterior es un esbozo de cómo nos encuentra la actualidad, ya que el deterioro social que experimentamos ahora, es indudablemente consecuencia de los hechos que hemos venido esbozando en esta Teluria cultural durante las entregas mensuales recientes.
Veamos a continuación cómo creemos que estamos ahora en el siglo XXI, en este 2018.
Continuará.
Carlos René García Escobar

Antropólogo. Escritor. 69 años. Columnista y colaborador en distintos diarios y revistas científicas y culturales. Miembro activo del Centro PEN Guatemala, Adesca y CIAG. Coordinador revista Egresados Historia-USAC. Consultor cultural, especializado en antropología de la danza tradicional y en culturas populares. Novelista, cuentista, ensayista.
0 Commentarios
Dejar un comentario