Teluria Cultural V

Carlos René García Escobar | Literatura/cultura / TELURIA CULTURAL

Para los años noventa, el sistema educativo nacional ya se había transformado en tanto víctima de la insensatez y el despropósito de autoridades educativas y del magisterio nacional en la formación de los educandos. La privatización de la educación en general había causado la proliferación de establecimientos lucrativos que terminaron por formar los cuadros que servirían para gobernar el país al comenzar el siglo XXI, preferentemente de los más grandes y de ventajosa posición económica. Se ocultó a los educandos en general la realidad concreta del horror que sucedía en el interior del país. Se les educó a la sombra de ambas religiones, la católica y la protestante, despojándolos de todo pensamiento crítico y libre. Se aumentaron los programas educativos con toda clase de conocimientos técnicos en aras de las llamadas ciencias exactas y en detrimento de las ciencias sociales, históricas, filosóficas y humanísticas. Se abandonó radicalmente este tipo de reflexiones y se les enseñó a preferir las carreras técnicas, inculcándoles sobretodo el fomento y el ejercicio del lucro, convirtiendo los establecimientos educativos en microempresas a las que se les debía pagar siempre su desempeño instructivo. De esta manera se formaron profesionales de ambos sexos con recalcada intención de lucrar con los conocimientos adquiridos en sus carreras. Esto no habría estado del todo mal si no se hubiera marginado una mayor población que, sin recursos económicos para pagar su formación, se fue a la deriva, cayendo en el desempleo, la vagancia, la delincuencia y la drogadicción. Las luchas obreras y estudiantiles abandonaron inertemente sus ideales honestos de superación, corrompiendo sus acciones con la estafa, el pillaje y el desenfado. Una desilusión general se apoderó de la ciudadanía, puesto que la picardía, el arribismo y la ganancia fácil se apoderaron de todos aquellos sectores sociales que aprendieron a vivir de la olla de cangrejos en que se había convertido la sociedad guatemalteca.

Si bien se había cambiado la tónica gobiernista con los llamados gobiernos civiles, el régimen de terror causado por los militares no terminaba y sus secuelas seguían fortaleciéndose con las llamadas fuerzas ocultas, agentes paramilitares que siempre han estado allí, en la sombra, y que aún no se han descubierto ni han sido sujetos de la verdadera justicia, incluso hoy entrado el siglo XXI. Paralelo a esto, se tenían conversaciones denominadas diálogos de paz entre las antiguas fuerzas militares en contienda reuniéndose en el extranjero. Estos diálogos culminaron en diciembre de 1996, firmando los dirigentes guerrilleros involucrados y los del Gobierno, los famosos Acuerdos de Paz. Con ello se terminaba una época de 36 años de conflicto bélico con una cauda de cientos de miles de muertos, desaparecidos y desalojados de sus tierras, específicamente de población indígena y mestiza. Esto causó miles de emigrados externos e internos produciendo cambios en la geografía poblacional del país. Con el tiempo se descubrieron numerosos cementerios clandestinos producto de masacres y asesinatos colectivos perpetrados por fuerzas militares, en su mayoría del Ejército nacional. Numerosas agencias internacionales aparecieron resarciendo a la base de auxilios en salud, trabajo, organización política, desarrollo de comunidades en educación, labores campesinas y domésticas, salud, vivienda y actividades agrícolas y oficios, superación académica y profesional, etcétera, que se constituyeron como organizaciones no gubernamentales y en gran medida suplantaron el obligado desempeño de las instituciones gubernamentales. Se sabe que el dinero invertido en estas actividades provenía de gobiernos europeos no vinculados con la colonización de siglos anteriores y de organizaciones sociales de europeos civiles y religiosos empeñados en dicho resarcimiento de las comunidades de orígenes étnicos que fueron las más violentadas y heridas en los conflictos internos latinoamericanos.

En esta tendencia, en 1992, tomó un sentido de gran resistencia anticolonialista la fecha conmemorativa del descubrimiento de América, atribuido al almirante Cristóbal Colón. Año en que Guatemala obtiene en la persona de Rigoberta Menchú Tum el Premio Nobel de la Paz de ese año. Por esta y todas las razones apuntadas aquí y antes, estas son etapas de agudización intensa de las contradicciones sociales que Guatemala viene experimentando desde hace más de 500 años. Un año después, en 1993, un autogolpe de Estado cambia nuevamente la situación, pero sin cambiar las estructuras políticas y sociales. El gobernante sale expulsado del país y nuevas etapas sobrevendrán en momentos en que ya se espera la llegada del tercer milenio de la era después de Cristo. En 1996 se firmarían los famosos Acuerdos de Paz que, se supuso, le otorgarían al país una salida honorable y de progreso y desarrollo más decidido y ventajoso. Aunque las aperturas fueron más evidentes y se vio a los antiguos dirigentes guerrilleros asumir cargos de poder en el Gobierno y amainando las acciones militares por ambos lados, dichos acuerdos empiezan a cumplirse con reservas de las partes antes beligerantes. La pobreza, la vivienda, la salud y la educación no habían experimentado mejoría alguna en los sectores sociales en desventaja secular durante esos treinta y seis años de conflicto armado.


Carlos René García Escobar

Antropólogo. Escritor. 69 años. Columnista y colaborador en distintos diarios y revistas científicas y culturales. Miembro activo del Centro PEN Guatemala, Adesca y CIAG. Coordinador revista Egresados Historia-USAC. Consultor cultural, especializado en antropología de la danza tradicional y en culturas populares. Novelista, cuentista, ensayista.

Teluria cultural


Un Commentario

Dennis Orlando Escobar Galicia 04/05/2018

Si. En esta época surgieron las universidades «patito» porque la USAC también dejó de ser crítica en el Consejo de la Enseñanza Superior. A esta casa de estudios llegan a ser rectores personajes como Luis Leal y Efraín Medina que ni fu ni fa de sociología ni mucho menos de filosofía. Los militares se incrustan en las universidades ya no con el propósito de «orejear» sino para estudiar leyes y llamarse licenciados o administradores de empresas. En educación media desaparecen los grupos estudiantiles como la CEEM y hasta empieza la destrucción de las normales como la gloriosa Escuela Normal. Muchos guerrilleros en lugar de estudiar se dedican a crear ONGs para vivir como clasemedieros y hasta más. La tecnología de la comunicación y todos se aprestan a comprar el famoso «celular».

Dejar un comentario