Taxonomía del Homo sapiens (I)

Vinicio Barrientos Carles | Para no extinguirnos / EPISTEME

Si ignoras el nombre de las cosas, desaparece también lo que sabes de ellas.
Carl von Linneo

Hoy 23 de mayo, hace 212 años, nació el naturalista, botánico y zoólogo sueco Carlos Linneo (Carl Nilsson Linnæus, conocido después de su ennoblecimiento como Carl von Linné), quien pasó a la posteridad como el creador de la clasificación de los seres vivos, o taxonomía biológica. Específicamente, en 1731 creó un sistema de nomenclatura binomial para clasificar a los seres vivos, conocido hoy como el nombre científico de una determinada especie, el cual se conforma de dos componentes (palabras en latín, de raíz grecolatina o latinizadas, escritas en cursiva): la primera palabra indica el género (con mayúscula inicial), a la que se sigue el nombre de la especie (siempre escrita minúscula). Si somos observadores, este sistema es similar al del nombre y apellido usado para identificarnos de manera coloquial, pues el apellido es genérico y el nombre es un epíteto específico. Asimismo, Linneo fue quien agrupó los géneros en familias, estas en clases y las clases en reinos (en aquella época dos: el animal y el vegetal). De esta guisa que el sistema por él ideado le permitió tipificar y clasificar más de ocho mil especies animales y seis mil vegetales, nombrando en 1758 a la especie humana actual como Homo sapiens, denominación que hace alusión al rasgo biológico más característico de la especie (sapiens por sabio o capaz de conocer, en virtud de la singular competencia del ser humano para realizar operaciones conceptuales y simbólicas muy complejas, como el lenguaje, muy por encima de las otras con las que convive). Un poco antes, en 1753, publicó la obra Species plantarum, obra que marca un hito en la nomenclatura moderna en biología, prácticamente un siglo antes de que Charles Darwin y Alfred R. Wallace plasmaran de manera independiente sus aportes al evolucionismo por medio de la selección natural.

Cabe mencionar que Carlos Linneo recibió muchos honores a lo largo de su vida, y en homenaje póstumo sus restos físicos se encuentran enterrados en la ciudad de Upsala, de su país natal, siendo estos considerados el tipo nomenclatural (ejemplar simbólico) para la especie humana. No cabe duda que la magnanimidad de la obra de Linneo llegó casi intacta hasta nuestros días, constituyéndose en el fundador de la sistemática, y primer exponente de una de las tres escuelas vigentes, denominada hoy evolucionista (anteriormente se hablaba de la escuela de sistemática tradicional o linneana). Como se ha mencionado, es el padre de la taxonomía y de la nomenclatura, que pueden apreciarse más como metodologías técnicas que como ciencias en sí mismas. En esta oportunidad estaremos honrando la obra de Linneo, presentando un artículo en dos partes, en el cual se desarrolla y se explica la clasificación taxonómica completa que actualmente se tiene para el ser humano, reparando en las razones que justifican el porqué de cada uno de los taxones (grupo de organismos biológicos emparentados) a los que pertenecemos como especie, en los aspectos más relevantes e interesantes de la clasificación.

Imagen elaborada por Vinicio Barrientos Carles

Iniciaremos desde arriba, considerando el taxón más amplio posible referido al tema crucial de los reinos. Hace unos cincuenta años, la escuela elemental enseñaba que toda natura pertenecía a uno de los tres reinos existentes: el reino animal (animalia), el reino vegetal (plantae) o el reino mineral (lapides), en correspondencia a lo que Linneo dejó en sus obras maestras. Sin embargo, para entonces en las facultades de biología de diversas universidades era tema de estudio la separación basal de todos los seres vivos conocidos, y para ese entonces se discutía sobre cuántos reinos debían ser considerados y con base en qué criterios. Históricamente, la primera organización en dos reinos se debe a Aristóteles (s. IV a.C.), siendo el grupo de animalia caracterizado por seres que poseen un ánima, alma sensitiva, que además de proveer al ser de reproducción, crecimiento y nutrición (propios del ser vegetativo), le conceden percepción, deseo y movimiento. Esta tradición del primer sistemático Aristóteles llegó intacta hasta Linneo, quien únicamente agregó a los dos reinos orgánicos, animalia y vegetabilia, un tercero, lapides, en el que incluyó a todos los seres naturales no vivos, tales como los minerales y las piedras, de donde proviene el término empleado. En la imagen siguiente se muestra un sinóptico de la carrera para llegar a la concepción actual, que utiliza dos superreinos, tres dominios (o granreinos) y siete reinos, los cuales contienen a todos los organismos vivos, en la concepción estándar (o tradicional, que no incluye a los virus).

Imagen tomada de Wikipedia, editada por Vinicio Barrientos Carles.

Aunque es interesantísimo detenerse en este punto, puesto que se trata de la clasificación fundamental de todos los seres vivos, el espacio no sería suficiente, por lo que solamente comentamos a grandes rasgos los avances. Principalmente, debido a las mejoras en los instrumentos microscópicos, se consolida el descubrimiento de la vida en microorganismos unicelulares, por lo que mediados del siglo XIX existen diversos intentos de incluir estos organismos en la taxonomía tradicional. Destaca Haeckel, que en 1866​ propuso un tercer reino considerado el primordial o primigenio, denominándolo reino protista. Ya Haeckel reconoció lo problemático de la clasificación de estos organismos, por la presencia de caracteres mixtos, prevaleciendo los criterios sistemáticos, antes que los filogenéticos. Chatton introdujo la importante distinción entre procariotas y eucariotas, que resolvía mucho del conflicto que existía en el reino protista, que resultaba en un grupo altamente polifilético. En este sentido, desde que Haeckel propuso el reino protista, muchos biólogos consideraron que este grupo debía subdividirse en varios reinos monofiléticos, discusiones que llevaron a la creación de la teoría de la sistemática filogenética (posteriormente denominada cladista), que introducía explícitamente el concepto de evolución en la sistemática por grupos monofiléticos, (tal y como postulaba originalmente Darwin). Esto llevó a proponer sistemas multirreinos, algunos con varias decenas de ellos. En este caos de numerosas alternativas, cierto ordenamiento se logró con la propuesta de los cinco reinos de Wittaker, en 1969, del cual se deriva casi el sistema actualmente aceptado, únicamente agregando el concepto de los tres dominios o granreinos, propuesto por Woese, en 1977, y la posterior división de lo que Wittaker había dejado como el reino protista, el cual fue separado en los actuales chromista y protozoa. A continuación un sinóptico con el actual estado del arte, sobre los reinos y los taxones superiores a estos.

Imagen elaborada por Vinicio Barrientos Carles.

La anterior clasificación ha sido denominada de los siete reinos y los tres dominios, porque son siete los contemplados adentro del imperio cytota, correspondiente a los organismos celulares, excluyendo en este imperio a los virus, viroides, priones, plásmidos y transposones, en vista de que son considerados por la mayoría de estudiosos como organismos biológicos, pero no como seres vivos propiamente dichos, porque son acelulares (acytota) y por ende no pasan la prueba de la teoría celular.
De manera muy general, los siete reinos pueden ser descritos por medio de ciertas características comunes a todos sus miembros, de la siguiente forma:

Bacteria: procariontes con una típica pared celular de peptidoglicano, siendo los seres vivos más abundantes, con una amplia variedad de hábitats y metabolismos. Hay grupos fotosintéticos, pero la mayoría son aerobios y quimio–organo–heterótrofos. Muchos son patógenos. Este es el primer dominio o granreino

Archaea: procariontes cuya pared celular no presenta peptidoglicano, sino glicoproteínas u otros compuestos (monodérmicos). En su mayoría son anaerobios con metabolismo quimiosintético. No son patógenos. Este es el segundo dominio o granreino

Protozoa: grupo basal parafilético, con las características eucariotas más primitivas del tercer dominio o granreino. Suelen ser células desnudas, con movilidad, flagelados o con tendencias ameboides. Mayormente son unicelulares, heterótrofos, alimentándose por fagocitosis.

Chromista: grupo eucariota muy diverso, muchos de ellos fotosintéticos (algas) que contienen clorofila a y c (cromofitas). La mayoría son unicelulares, excepto los pseudohongos y las algas pardas. Suelen presentar rigidez debido a la presencia de una pared celular, siendo filogenéticamente cercano a plantae.

Plantae: son los eucariontes fotosintéticos oxigénicos y por ende autótrofos, con cloroplastos que presentan clorofila a y b. Son principalmente multicelulares con paredes celulares y tejidos estructurales con celulosa. En la reproducción es común la alternancia haplo-diploide. Destacan las plantas terrestres.

Fungi: son eucariontes heterótrofos, aerobios y osmótrofos, mayormente multicelulares cuyas paredes celulares contienen quitina. La reproducción es mediante esporas haploides.

Animalia: son eucariontes heterótrofos, aerobios, fagótrofos y multicelulares de gran diferenciación tisular. Sus células son diploides y los gametos haploides. Presentan locomoción, desarrollo embrionario por blastulación y la proteína estructural es el colágeno. Es común un sistema nervioso para la función sensorial y motora de la contracción muscular.

La imagen que se muestra a continuación ilustra dos variantes de propuesta evolutiva para los siete reinos, en donde aparecen aún integrados en protista la parafilia más amplia de eucarya. La relación evolutiva entre los dominios es crucial para comprender el origen de la vida, y desde Linneo, y más actualmente, esta redefinición no ha sido una carrera fácil. La rivalidad entre los sistemas de tres dominios y el de dos superreinos llegó a niveles álgidos, al punto que Woese fue atacado incluso con epítetos como «loco chiflado», mientras sus defensores calificaban a los tradicionalistas de «dogmáticos y cerrados» a los nuevos análisis genético ribosomales, los cuales permitieron profundizar en la filogenia procariota, hasta entonces difusa. Como veremos, estos nuevos métodos han representado una revolución en la biología del siglo XXI, como estaremos ampliando en la continuación de este artículo que espera describir la posición del género Homo.

Imágenes tomadas de Wikipedia y Lifeder, editada por Vinicio Barrientos Carles.


Imagen principal tomada de Sobre historia, editada por Vinicio Barrientos Carles.

Vinicio Barrientos Carles

Guatemalteco de corazón, científico de profesión, humanista de vocación, navegante multirrumbos… viajero del espacio interior. Apasionado por los problemas de la educación y los retos que la juventud del siglo XXI deberá confrontar. Defensor inalienable de la paz y del desarrollo de los Pueblos. Amante de la Matemática.

Episteme

Correo: viniciobarrientosc@gmail.com

Un Commentario

Daniel 25/01/2021

Hola amigo, con respecto a la nomenclatura cómo se debe comenzar a escribir?

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