-Claudia Navas Dangel / ORDINARIA LOCURA–
Tatiana es una niña de 11 años. Tatiana es una niña que vive una vida muy distinta a otras niñas de su edad. Y no hablo de tener que trabajar en su casa apoyando a su mamá con la limpieza, el cuidado de sus hermanos y la preparación de alimentos, algo que tampoco es propio de su edad. Tampoco hablo de tener que salir a las calles a trabajar ya sea limpiando ventanas, vendiendo dulces o lotería, de nuevo, algo que no corresponde a su edad.
Tatiana es una niña de 11 años que hace tres meses se convirtió en mamá y eso es algo que francamente no comprendo, no acepto, es algo que no debe ser. Tatiana fue abusada desde hace algunos años por varios miembros de su familia, de esta cuenta hoy ella tiene a su cargo a un bebé que es a la vez su sobrino. En donde vive a nadie le extrañó su embarazo, su hermana también tuvo un hijo más o menos a esa edad y en las mismas condiciones.
La historia de Tatiana, que a muchos nos parece aberrante, es solo un dato más que aumenta las estadísticas en este país. De acuerdo con las cifras del Ministerio de Salud, en el 2017 se registraron 90 899 embarazos en niñas y adolescentes de 10 a 19 años. De estas, 49 tenían 10 años; 81 niñas 11 años; 204 doce años y 914 niñas 13 años.
Las niñas no deben ser madres, aceptar esto es una anormalidad. Es urgente que se apruebe la Ley de Protección de las Niñas, iniciativa 5 376, para que el Estado asuma su responsabilidad y restituya el proyecto de vida de las niñas y adolescentes. Pero además es preciso hacer una campaña de información que nos haga a nivel de país sensibilizarnos para denunciar cuando hay señales de alerta. Por supuesto, esto no cambiará de un día para otro la situación, quizá aumente las estadísticas por el número de denuncias que se tengan, quizá aleje a las niñas de los agresores y ojalá estos sean castigados como se debe por violentar sus vidas. Es necesario crear espacios de protección para niñas vulneradas, espacios en donde realmente estén seguras y no sigan siendo abusadas y además es imperativo que entendamos que no se puede obligar a una «niña» a enfrentarse a la maternidad. Su cuerpo no está listo, su mente tampoco. La niñez es un tiempo de protección, de amor, de juegos, de educación, no de obligaciones, imposiciones y culpa.
Ojalá no hubiera más Tatianas intentando cantar una canción de cuna, mientras las lágrimas corren por sus mejías. Ojalá no tuviéramos que contar estas historias, ni hablar de restituciones ni abusos, ojalá.
Claudia Navas Dangel

Periodista, mamá, catedrática de periodismo y literatura. Lectora y redactora nocturna de algo parecido a los cuentos, gestora cultural, comunicadora y gatera.
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