Luz Lescure | Política y sociedad / LUCES
La verdad, es que tengo mucho que escribir y no sé por dónde empezar. Además, no estoy segura de llegar a mis lectores (ni siquiera sé si los tengo, ¿será que alguien lee esta columna?). Es sobre mi país, supuestamente, y mi país está tomado física e ideológicamente por el capital internacional. ¿Qué hacer?, además de salir huyendo y esperar a que nuestras poblaciones evolucionen, no se me ocurre otra alternativa.
En mi querida Guatemala se ha usado el método de diezmar a los que logran pensar diferente, se ha eliminado de la esfera política o se ha dañado con corrupción y vida fácil a todo aquel que disienta, que no esté de acuerdo con el statu quo (o te vas, o te mueres). Era más fácil, la mayoría eran indígenas disgustados.
Pero en Panamá, ¿qué se ha hecho? El método utilizado es el de la corrupción de la juventud y la utilización de los medios de comunicación masiva como arma de destrucción masiva. Y no destrucción en el sentido material, sino una destrucción mayor, a nivel de mente, de lo que llamamos espíritu.
A los jóvenes en Panamá, ¿qué les interesa? Ganar un buen salario, tener un buen carro y una buena casa. Llevar a sus hijos a comer comida chatarra los fines de semana y ver una película mala en los cines. No es mucho más, además de visitar a la querida, o segundo frente, coger y escuchar un reguetón de moda.
Ahora dicen los periódicos que la población se asustó por el aterrizaje, en una exbase aérea de EE. UU. de varios aviones. Con el fantasma de la invasión dando vueltas aún, no es de extrañar. Pues parece que nada tenía que ver con el bombardeo a Siria, ni con una nueva invasión (cabe la redundancia, pues sí se trata de una nueva invasión), eran parte de una operación conjunta con el Gobierno de Panamá. Esas operaciones conjuntas que violan nuestra soberanía, pero como vienen con permiso de las autoridades, por más que gritemos los que no estamos de acuerdo, no violan nada. Así funciona el derecho internacional.
Es triste ver cómo se utiliza tu territorio, o el territorio de tu país, para maniobras que solo favorecen a la sociedad norteamericana, y ni a ellos, sino a unos cuantos señores dueños del capital. Los que venden los famosos insumos que hacen posible las operaciones conjuntas. Los dizque medicamentos, la comida, los útiles en general que no son otra cosa que migajas llevadas a una población triste y con hambre.
¿Y Venezuela? Bien gracias, sigue su rumbo de hipocresías por parte de su desgobierno y de nuestra población. Leí un artículo de un colega en el que dice que esta crisis desfavorece más al Estado panameño, no sé qué pensar al respecto. Dice mi colega en una entrevista: «Recuerden que en el centro financiero panameño se han escondido miles de millones de dólares fugados de las arcas del Estado venezolano». Además afirma en su entrevista que:
¿De qué democracia habla Varela si está probada la corrupción y la impunidad generalizada en el sistema político panameño? Solo basta recordar también el escándalo Blue Apple. ¿De qué derechos humanos si todos los días el Gobierno del Opus Dei Varela niega el derecho a la vida, a la educación, a la salud del pueblo panameño y lo reprime cuando sale a las calles a exigirlo?
El Gobierno norteamericano de Donald Trump es el director de la orquesta en la que Varela pretende tocar siguiendo sus órdenes. Por órdenes del Departamento de Estado se creó el Grupo de Lima, y por sus deseos el presidente panameño se metió en el lío de las sanciones a Venezuela, que le están saliendo caras. Por supuesto, en la actual crisis venezolano-panameña, Trump ha acariciado la cabeza de su perrito faldero y ha felicitado a Varela por las sanciones.
Es sin duda una situación difícil. En el día de hoy la Aerolínea COPA inicia sus vuelos Panamá-Venezuela, a ver que sacamos con todo esto.
Luz Lescure

Poeta, escritora y académica panameña. Licenciada en Relaciones Internacionales de la Universidad de Panamá, estudios de post-grado en la Universidad de Oxford, Inglaterra. Ha publicado los poemarios Volvería ser mujer, El árbol de las mil raíces, Añoranza animal, La quinta soledad y El mundo es un silencio. También los libros de relatos El obelisco de mi abuelo y La sonrisa de la primavera. Publicó La práctica diplomática, libro académico utilizado en universidades centroamericanas.
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