Sueños truncados

María José Schaeffer | Política y sociedad / ETERNA PRIMAVERA ECONÓMICA

Durante el feriado de Semana Santa, con motivo de las tradiciones propias de la fecha, recorrí algunas calles en ciudad de Guatemala y Antigua Guatemala. Pese a que mi intención era ver a las familias haciendo alfombras y algunas procesiones, mi atención fue capturada por la gran cantidad de niñas, niños y adolescentes que se encontraban trabajando como vendedores ambulantes. En todas las calles se observaban pequeños rostros que ofrecían comida, dulces, artesanías y juguetes. Sí, niñas y niños vendiendo juguetes -¡qué ironía!, me comentó una amiga-. En la mayoría de los casos, esos rostros se observaban agotados por la faena, intenso sol y peso de la mercadería que traían consigo. Luego de avanzar por varias calles, el escenario confirmaba que la niñez trabajadora es una constante, legado de la profunda pobreza, desigualdad y exclusión social que se vive en Guatemala. A esa niñez, que debiese estar ejerciendo plenamente el derecho de gozar su infancia, se le ha limitado su desarrollo y se le han truncado sus sueños.

De acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), la edad mínima de admisión al empleo no debe ser inferior a la edad en que cesa la obligación escolar, o en todo caso a partir de los 15 años. En Guatemala, cerca de un millón de niñas, niños y adolescentes realizan algún tipo de actividad productiva, lo que equivale a más de una quinta parte de este grupo poblacional. Además, a estas cifras debe sumarse la niñez que dedica varias horas al día al trabajo doméstico no remunerado de los hogares, problemática que aún se encuentra invisibilizada y, por ende, desatendida en el país. Aunque el trabajo infantil ya es alarmante por sí solo, este se agudiza cuando se manifiesta en sus peores formas, como la esclavitud económica, trata y prostitución. Todo lo anterior en contradicción con la Convención sobre los Derechos del Niño, que exige proteger a la niñez de cualquier forma de explotación económica y laboral que atente contra su desarrollo y salud física y mental, así como garantizar el derecho a su desarrollo personal, ocio, diversión y acceso a la educación.

Como parte de este mismo contexto en que se desenvuelve la niñez guatemalteca, la migración infantil ha aumentado considerablemente en los últimos años. En 2017, más de cuatro mil niñas y niños migrantes no acompañados fueron retornados al país desde México y Estados Unidos, luego de poner en riesgo sus vidas en búsqueda de mejores condiciones de vida, trabajo y reunificación familiar. Esta niñez migrante se caracteriza por su participación en actividades productivas desde temprana edad y falta de acceso a educación, además, sus hogares carecen de propiedad para la vivienda y acceso a servicios básicos como agua y saneamiento.

En el marco de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), para 2025 Guatemala tiene la meta de poner fin al trabajo infantil en todas sus formas. Enorme desafío para un país al que se le olvidó proteger a su niñez, atender sus necesidades, brindar oportunidades para su desarrollo presente y futuro, y garantizar la materialización de sus sueños. A tan solo siete años para mejorar los indicadores en torno a esta meta, es imperativo poner en marcha políticas públicas integrales y programas sociales con presupuesto específico que promuevan el desarrollo integral de la niñez y la completa restitución de sus derechos, y minimicen las causas de la migración infantil. La indiferencia ya no es admisible, y solo una adecuada inversión en la niñez permitirá romper los círculos viciosos que perpetúan la pobreza, lograr crecimiento y desarrollo sostenible, y garantizar un mejor futuro para todas y todos.


Fotografía principal por María José Schaeffer.

María José Schaeffer

Economista por pasión. Comprometida con el desarrollo y la equidad desde frentes fiscales y rurales. Disfruta galopar con el viento sobre el infinito espacio rural del continente amado. Cree en la capacidad transformadora de las letras, el conocimiento y el diálogo. Rechaza cualquier forma de injusticia y no pierde la esperanza en un mundo mejor para todas y todos. Se describe curiosa, aprendiz incansable y constructora de libertades. Hija y nieta de mujeres transgresoras. Dicen por ahí que su lucha por la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres le cambió el alma.

Eterna primavera económica

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