Son las tres de un domingo, sí cualquiera

Mario Polanco | Política y sociedad / NO MÁS IMPUNIDAD

Tuve el privilegio de conocer a Luis Galich en 1993 cuando, con ocasión de su noveno aniversario, el GAM organizó el primer Festival por la Verdad que se celebró en el Teatro Nacional, posteriormente fui entrevistado por él en la Radio Punto, donde tuve la oportunidad de escuchar sus puntos de vista, su alegría y su amor por Guatemala.

Me pude percatar que se trataba de una persona sensible al sufrimiento de la gente y a los problemas que el país enfrenta, un artista vinculado y comprometido con las causas sociales, lo cual era lógico, Luis provenía de una familia de luchadores sociales. Hijo de Manuel Galich, quien tuvo que salir del país como consecuencia del peligro que su vida corría debido a la violencia provocada por las fuerzas de seguridad del Estado.

Luis se dedicó a la música, ganándose los corazones del pueblo con composiciones como Vuestros pies o La mitad de mi naranja. Representó y puso en alto el nombre de Guatemala en diversos eventos internacionales, entre ellos el festival OTI. En pocas palabras, estuvo siempre para servirle a la nación, pero cuando él necesitó de quienes gobiernan, lo dejaron en el olvido, abandonado y enfrentando una grave enfermedad.

Enfrentó una peritonitis que, debido a una mala operación realizada en un centro hospitalario privado, causó dos perforaciones que lo dejaron en condiciones de gravedad. Luego de no poder pagar dicho hospital, fue prácticamente expulsado, razón por la cual se le trasladó, el 22 de marzo, al Hospital Roosevelt, donde fue tratado inhumanamente, hasta que Jordán Rodas intervino, asignando la verificación de su cuidado a personal de la PDH.

Luis fue abandonado por el Ministerio de Cultura a propósito y no por ignorancia o desconocimiento, pues muchos fueron a tocar las puertas del actual ministro haciéndole el planteamiento de un apoyo humanitario, sin embargo el mismo nunca llegó. Finalmente, Luis dejó a Guatemala en la orfandad, su talento acompañó al menos a cuatro generaciones que tuvimos el privilegio de escuchar y cantar sus melodías que expresaron el sentir de jóvenes y adultos.

Luis abandonó este mundo a «las tres de un domingo, sí cualquiera», como si a los 21 años hubiera sabido en su canción cómo terminaría su vida. Esto hace que su final sea místico, lo cual sería satisfactorio para él, se fue como él quiso.

Durante la velación de sus restos no faltaron los que oportunistamente se presentaron públicamente para hablar acerca de su amistad con el cantautor o para referirse al apoyo que le brindaron cuando más lo necesitó.

Luis Galich debiera convertirse en emblema, en símbolo, él no es el único artista abandonado por el Estado, muchos más viven en condiciones de pobreza y pobreza extrema luego de haber brindado su vida a la sociedad y a Guatemala. Su muerte en las condiciones de abandono debiera servir como incentivo a las autoridades del Ministerio de Cultura para crear un espacio institucional de promoción y protección del artista.


Mario Polanco

Graduado en la Universidad de San Carlos de Guatemala de licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, con Maestría en Seguridad y Defensa por la Universidad Mariano Galvez, actualmente director del Grupo de Apoyo Mutuo. Activista de derechos humanos, haciendo esfuerzos para que no haya más impunidad.

No más impunidad

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