¿Somos terroristas?

Marcelo Colussi | Política y sociedad / ALGUNAS PREGUNTAS…

Desde hace unas décadas fue estableciéndose, como táctica militar, un tipo amplio y difuso de acciones con el impreciso nombre de “terrorismo”. ¿En qué consiste exactamente ser un “terrorista”?

Siendo estrictos, no hay definición unívoca. Puede advertirse, desde el inicio, que su nombre mismo ya presenta una carga negativa: evoca el terror. Un acto terrorista, por tanto, más que significado político -según la lógica con que usualmente se usa en Occidente- es sinónimo de “salvajismo”, comportando un mensaje ético, emotivo, más cercano a lo visceral que a la conceptualización racional. Carga que no tiene la llamada guerra convencional. Quien mata en guerra es un héroe. Ninguna bomba inteligente de alta tecnología es asesina, es “terrorista”, pero sí lo son, por ejemplo, quienes resisten a la ocupación estadounidense en Irak. O, según las nuevas leyes antiterroristas que vamos viendo por diversos países latinoamericanos, quienes se oponen a las industrias extractivas de capitales globales, o quienes simplemente alzan su voz como protesta por la carestía de la vida. Se trata entonces de un discurso de dominación.

El expresidente George Bush declaró durante su mandato (y algo similar dijo su homólogo francés más tarde) que “no se cansará, no titubeará y no fracasará en la lucha por la seguridad del pueblo estadounidense y por un mundo libre del terrorismo. Seguiremos sometiendo a nuestros enemigos a la justicia o les llevaremos la justicia a ellos”. Claro que esa justicia puede ser la invasión militar, obviamente, pasando por sobre el derecho internacional y las resoluciones de la ONU. En nombre de la lucha contra este declarado “flagelo”, puede hacerse cualquier cosa. Lo curioso es que la mayoría de “terroristas” están en países con petróleo. ¿Casualidad?

De acuerdo a datos suministrados por el mismo Gobierno federal de Washington, el “terrorismo” mata en el mundo, en promedio, 11 personas por día, la misma cantidad que muere por hambre… ¡en menos de un minuto!, o que contrae el VIH cada cinco minutos. Pero curiosamente la Casa Blanca utiliza 100 veces menos presupuesto en su lucha contra el SIDA que lo que emplea para su guerra preventiva contra el “terrorismo”. ¿Representa una mayor amenaza a la seguridad de la especie humana el siempre mal definido e impreciso “terrorismo” que la pandemia de SIDA que nos aqueja, o la hambruna crónica que padecemos?

Estamos dominados por un discurso ideológico que la manipulación mediática de estos años nos legó y sigue alimentando a diario: algunos soldados (en general blancos, rubios, amantes de la libertad y la democracia, según se nos dijo -y de la Coca-Cola-) suelen ser los “buenos” en toda esta urdida historia, y los “terroristas” -que curiosamente no son blancos… ni toman Coca-Cola- suelen ser los “malos”.

Lo que cae bajo el arco de “terrorismo” es por demás de amplio; una bomba en un restaurante, una emboscada a una unidad de un ejército regular, un ataque aéreo de un país contra otro, son todas acciones igualmente violentas, con resultados similares: muerte, destrucción, terror en los sobrevivientes. ¿Cuál de ellas es más “terrorista”? Pero -esto es esencial-: ¿quién las define como “buena” o “mala”?, si se quiere: como “terrorista” o como “no-terrorista”.

El término no es inocente; su utilización arrastra una tácita condena: habría una violencia legítima -la que puede ejercer un Estado contra otro, la que ejerce contra insurrectos que se alzan contra el orden constituido-, y una violencia no legítima a la que le cabe el mote -despectivo- de “terrorismo”. La diferencia estriba no en una consideración ética, sino en un ordenamiento jurídico (relaciones de poder).

Si lo distintivo de un acto “terrorista” es la búsqueda de población civil no combatiente como objetivo, el 80 % de los muertos en los enfrentamientos desde el final de la Segunda Guerra Mundial en 1945 a la fecha se encuadra en este concepto; actos, sin duda, por los que ningún militar ni político ha sido juzgado en calidad de “terrorista”. ¿Podría ahora abrírsele un juicio al presidente de Estados Unidos como terrorista por las dos bombas atómicas utilizadas contra población civil?

En un mundo moldeado por la prensa, en forma insistente se ha incorporado la idea del “terrorismo” como un gran flagelo de la humanidad. Se le asocia con maldad, crueldad, barbarie; y por cierto, en esa visión parcial e interesada, esas prácticas nos alejan de la civilización supuestamente democrática, presunto punto de llegada de la evolución cultural (léase: economías de mercado con parlamentos formales). Dentro de esa lógica se impuso el razonamiento: “terrorismo = malo, estamos contra él o somos un terrorista más”. Merced a la manipulación mediática, suele ligársele a cualquier forma de protesta. Conclusión: hay que callarse la boca; si no, se cae en “terrorismo”.

El presidente Jimmy Morales acaba de mencionar a “organizaciones que afectan la gobernabilidad”. ¿Se referirá a los movimientos campesinos? ¿Serán también “terroristas”?


Imagen tomada de Soy502.

Marcelo Colussi

Psicólogo y Lic. en Filosofía. De origen argentino, hace más de 20 años que radica en Guatemala. Docente universitario, psicoanalista, analista político y escritor.

Algunas preguntas…

2 Commentarios

Benjamín Hugo Gálvez. 18/07/2018

Es verdad que las clases dominantes crean términos para los oprimidos y esto con el fin de justificar su ataque, su esclavitud y sus masacres. Los términos gentiles, herejes, terroristas, brujas son ejemplos de etiquetas que dan justificación a la muerte de millones de personas por parte de las clases dominantes para mantener su hegemonía. Esto demuestra claramente que la mentira y la barbarie son consustanciales al capitalismo.

arturo ponce 13/07/2018

Gracias, para mí, el mejor tema abordado en gAZeta desde su fundación ó creación. Felicitaciones por tan importante tema.
De esa cuenta entiendo que entonces que «todos» somos terroristas ó bien algo traemos ya en nuestros genes de terroristas.Los gringos, rusos, franceses y todos aquellos que bélicamente permaneces en otros paíces que no son los suyos, son para los nativos practicamente terroristas…….

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