-Aura Cumes / RU CHUQ’A QATZI’J (LA FUERZA DE NUESTRA PALABRA)–
Hay palabras que se vuelven tan poderosas que son capaces de encubrir la forma en que opera la realidad. Aquí me voy a referir al término “pobreza”, utilizado insistentemente para nombrar la condición de los Pueblos Indígenas. ¿Qué es ser pobre? Considero que el significado real de una palabra no está en su sentido intelectual ni académico, sino que se encuentra en lo que es capaz de provocar. Así, en nuestro contexto, “pobre” es no tener nada, es esperarlo todo y es incluso ser miserable ¿Somos eso los Pueblos Indígenas? Mi respuesta es no. Sin embargo, para el sentido común de gran cantidad gente, eso es así, las y los indígenas somos pobres, y más aún, lo somos por ser indígenas y si a eso le sumamos que somos mujeres. Esto que la gente piensa cotidianamente es la internalización de la ideología criolla racista, reproducida a través de toda su institucionalidad colonial: el Estado, las iglesias, el ejército, los medios de comunicación, las escuelas, etcétera. Ha sido una ideología tan efectiva (que, dicho sea de paso, la han vendido como “no ideología”) que es capaz de inhabilitar el pensamiento sobre por qué las cosas son de esta manera y no de otra.
¿Cómo se inventó a los Pueblos Indígenas como pobres? Solo a través de la violencia colonial y el racismo como recurso determinista. Es decir, la historia de la colonización es la que reconfigura el lugar de los indígenas y la forma de pensarnos como pobres, miserables y atrasados. Esto tiene una grave consecuencia histórica y es que permite, justifica o legitima un proceso de despojo permanente, que se sigue viviendo hasta hoy. En otras palabras, se necesita degradar a los Pueblos Indígenas, para poder robarles sus riquezas con gran desfachatez y “legalidad”, como se hizo durante la Colonia, la llamada Reforma Liberal, durante el genocidio, y lo hacen ahora las empresas extractivas, el turismo estatal y privado, entre muchos otros.
Es lógico que el despojo permanente tiene como fin generar un proceso de empobrecimiento y dependencia frente a quienes despojan. Sin embargo, es crucial recordar el origen de este proceso de empobrecimiento, porque el olvido genera impunidad, repetición, pero también distorsión en las acciones políticas que se implementan para trabajar con los Pueblos Indígenas y más aún con mujeres indígenas. Hoy hemos heredado una serie de conceptos que distorsionan el origen de este proceso de empobrecimiento, y esto se puede leer en las palabras “pueblos subdesarrollados”, “discriminados”, “excluidos”, “vulnerables”, “débiles”. Todo esto da como resultado pensar las soluciones en términos de “inclusión”, “desarrollo” o “igualdad”.
El origen del empobrecimiento de los Pueblos Indígenas, no es la exclusión, es decir, nuestros problemas no se deben a que hayamos sido excluidos o discriminados del mundo del colonizador, sino por acción del despojo colonial, cuya base es el racismo y no la discriminación. Esas políticas de desarrollo e inclusión lo que hacen, entonces, es pensarnos como pueblos discapacitados, cuando no es eso lo que somos. Como muchos otros pueblos del mundo, los Pueblos Indígenas de este país, las mujeres y los hombres, cultivamos nuestra comida, hacemos nuestra ropa, tenemos formas propias de gobierno, impartimos formas propias de justicia y le damos de comer a gran parte de los habitantes que se benefician de la venta de sus recursos, de su ropa, de su imagen y de su cuerpo mediante la servidumbre impuesta ¿es eso ser pobre? o ¿quién es el pobre en esta lógica?
Cierro con las palabras de doña Margarita Chub, mujer Q’eqchi’ quien con gran lucidez dijo: “Al gobierno, a los empresarios, a los ricos no les pido nada porque nunca nos han dado nada, nosotros sabemos vivir, pero sí les quiero pedir una cosa, les quiero pedir que ya dejen de quitarnos lo que nos pertenece, y no pido más, pero también podría decirles que nos devuelvan algo de todo lo que nos han quitado”. Si el despojo se detuviera, los Pueblos Indígenas ocuparían su energía, ya no para darle de comer a otros, ni para defenderse constantemente del saqueo, sino para seguir buscando una buena vida para sí mismos en corresponsabilidad con los otros pueblos con quienes conviven.
Aura Cumes

Maya Kaqchikel. Vindico el pensamiento crítico y la palabra enérgica como vehículos para poner al desnudo los poderes que dan forma a la realidad de despojo que marca la vida de las mujeres y de los Pueblos Indígenas. Asumo como principio ético y político el cuestionar y desafiar toda forma de dominación. Gran parte de mis esfuerzos los he centrado en la lucha contra el racismo y el sexismo, los cuales comprendo como problemas producidos por dos grandes sistemas de dominación fusionados en la historia de Guatemala:el colonialismo y el patriarcado.
Un Commentario
Excelente! Muy claro! Lo viralizo
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