-Luiz Inácio Lula da Silva | PUERTAS ABIERTAS–
Brasil está muy cerca de decidir, una vez más, por el voto soberano del pueblo, entre dos proyectos de país: el que promueve el desarrollo con inclusión social y aquel en que la visión de desarrollo económico es siempre para hacer más ricos ricos a los ricos y más pobres a los pobres. El primer proyecto fue aprobado por la mayoría en las cuatro últimas elecciones presidenciales. El segundo fue impuesto por un golpe parlamentario y mediático travestido de impeachment.
Esta es la verdadera disputa en las elecciones del 7 de octubre. Fue por esa razón que mi nombre creció en las encuestas, pues el pueblo comprendió que el modelo impuesto por el golpe está equivocado y necesita cambiar. Impidieron mi candidatura, de forma arbitraria, para limitar la libre expresión popular.
Pero es también por la existencia de dos proyectos en disputa que la candidatura de Fernando Haddad viene creciendo, en la medida en que va siendo identificada con nuestras ideas.
Con cierta perplejidad, pero sin gran sorpresa, veo líderes políticos y analistas de la prensa decir que Brasil estaría dividido entre dos polos ideológicos. Y que el país debería buscar una opción ««de centro», como si la opción por el PT fuera «extremista». Además de falsa y, en ciertos casos hipócrita, es una lectura oportunista, que pretende confundir al elector y falsear lo que está realmente en juego.
Desde la fundación, en 1980, el PT polarizó, sí: contra el hambre, la miseria, la injusticia social, la desigualdad, el atraso, el desempleo, el latifundio, el prejuicio, la discriminación, la sumisión del país a las oligarquías, el capital financiero y los intereses extranjeros. Fue luchando en ese campo, al lado del pueblo, de la democracia y de los intereses nacionales, que nos acreditamos para gobernar el país a través del voto; jamás por el golpe.
El pueblo brasileño no tiene ninguna duda sobre de qué lado el PT siempre estuvo, sea en la oposición, sea en los años en que gobernamos el país. La sociedad no tiene ninguna duda sobre el compromiso del PT con la democracia. Nacimos luchando por ella, cuando la dictadura imponía la tortura, la caída de los salarios y la persecución a los trabajadores. Fuimos a las calles por las elecciones directas, e hicimos avanzar a la Constituyente. Gobernamos con diálogo y participación social, en un ambiente de paz.
La fuerza electoral del PT está sostenida en esa trayectoria de compromiso con el pueblo, la democracia y Brasil; en las transformaciones que realizamos para superar el hambre y la miseria, para ofrecer oportunidades a quienes nunca las tuvieron, para probar que es posible gobernar para todos y no solo para una grupo de privilegiados, promoviendo el mayor ascenso social de todos los tiempos, el mayor crecimiento económico en décadas y la soberanía del país.
Fue el pueblo el que nos trajo hasta aquí, a pesar de todas las persecuciones, para que se pueda revertir el golpe y retomar el camino de la esperanza en estas elecciones. Si se cerraron las puertas a mi candidatura, abrimos otra con Fernando Haddad. Es el pueblo el que pone en jaque el proyecto ultraliberal, y eso no estaba en el cálculo de los golpistas.
Son ellos el otro polo en estas elecciones, cualquiera que sea el nombre de su candidato, incluso el que no osan decir. Ya han respondido por el nombre de Aécio Neves, ese mismo que hoy quieren ocultar. Intentaron un animador de auditorio, un justiciero y un aventurero; les quedaba un candidato sin votos. El nombre de ellos podría ser el de la serpiente fascista, impactada en el nido del odio, la violencia y la mentira.
Fueron ellos quienes crearon esa amenaza a la democracia y a la civilización. Deben asumir la responsabilidad por lo que hicieron contra el pueblo, contra los trabajadores, la democracia y la soberanía nacional. Pero no vengan a predicar una alternativa electoral al centro, como si no fueran los responsables, en colusión con la Red Globo, por el despertar de la barbarie. Escribo este artículo para el Jornal do Brasil porque es un vehículo que viene practicando la democracia y la pluralidad.
Quien coquetea con la barbarie cultiva el extremismo. Quien lucha contra ella nada tiene de extremista. Tiene compromiso con el pueblo, con el país y con la civilización. En la disputa entre civilización y barbarie, se debe elegir un lado. No se puede quedar encima del muro.
En octubre tendremos la oportunidad de rescatar la democracia otra vez, encerrando uno de los períodos más vergonzosos de la historia y de los más sufridos para nuestra gente. Estoy seguro de que estaremos junto a todos los que lucharon por la conquista de la democracia con gran sacrificio. Y estaremos junto a las mujeres que no aceptan la sumisión, a los negros, indígenas y a todos y todas las que han sufrido a lo largo de siglos la discriminación y el prejuicio.
Estaremos juntos, todos los que, independientemente de diferencias políticas y trayectorias distintas, tienen sensibilidad social y convicciones democráticas.
Será una batalla difícil, como pocas. Pero estoy seguro de que la democracia será victoriosa. De mi parte, estaré donde siempre estuve: al lado del pueblo, sin ilusiones ni vacilaciones.
Con amor por Brasil y compromiso con el pueblo, la paz, la democracia y la justicia social.
Carta abierta al pueblo brasileño, publicada inicialmente en el periódico Jornal do Brasil (1/10/18), para luego difundirse en casi todos los medios digitales e impresos de Brasil. Traducción de gAZeta.
Fotografía de la protesta #EleNão, la cual reunió a millares de mujeres que se pronunciaron en contra de la candidatura del ultraderechista Jair Bolsonaro, tomada de Rede Canal.
Un Commentario
En los anos ochentas atravesé varias veces la inmensidad geográfica y humana del Brasil. Con la euforia de los altibajos del cambio de monedas, conocí la opulencia y de la pobreza. Con «Color de Melo» se terminó mi fortuna en un amanecer y vi las alegrías de la playa convertirse en burlas. En esos tiempos conocí cuadros del PT en formación de un seminario de una ciudad balnearia del sur. Los vi pragmáticos y propicios al dogmatismo. Algunos se esforzaban para olvidar los desvíos de locura de su juventud para preparar el advenimiento imposible de Lula al poder. Llendo al aeropuerto de Rio, vi en mi memoria un caleidoscopio de recuerdos. No he regresado después. Ignoro todo sobre los delitos que pudo haber cometido Lula. No sé nada sobre lo que hicieron sus seguidores y dirigentes. Solo me queda ver en su carta abierta la vigencia de tantas iniquidades y las mismas reivindicaciones de otros tiempos, después de su ejercicio del poder. La historia juzgara el alcance de su legado. Son cosas del ayer y de hoy. Como en las eternidades instantáneas del carnaval, todo cambia para seguir igual…
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