Solo el amor nos salvará del olvido

-Jiménez Suchité / VOZ EN OFF

A nadie le agrada la idea de que todo cuanto somos y hacemos, algún día se desvanecerá, inevitablemente, en el olvido. O como diría Roy Batty, de una forma más poética: todos esos momentos se perderán en el tiempo, como lágrimas en la lluvia. Huir del olvido es prioridad en estos días de egos inflados, consciente o inconscientemente. Basta con echarle un ojo a las microfamas en redes sociales para ser testigos del show: tuitstars, instagramstars, facebookstars… huimos desesperadamente porque en este mundo conectado y ruidoso, ni siquiera creer en la promesa de una vida después de la muerte nos libra de sentirnos efímeros. Y en esa inútil tarea de escapar, vamos también intentando olvidar muchas cosas: traumas, pérdidas, traiciones, ofensas, desamores, dependencias tóxicas… avanzamos deseando olvidar, mientras luchamos por no ser olvidados.

Hace unos días volví a ver Eterno resplandor de una mente sin recuerdos, la obra maestra de Michel Gondry. Por eso me ha dado hoy por hablar del olvido. En la película Joel y Clementine inician una relación sentimental, sus marcadas diferencias de personalidad comienzan a pasarles factura y Clementine, quien en repetidas ocasiones es presentada como una mujer impulsiva que busca la paz mental, decide someterse al proceso de eliminación de recuerdos, mediante el cual borrará únicamente a Joel de su memoria. Este proceso ficticio es la piedra angular de toda la trama. La mayor parte de la película transcurre en la mente de Joel (sorprendentemente interpretado por Jim Carrey), quien al darse cuenta de que Clementine lo ha borrado, decide hacer lo mismo con ella, pero se arrepiente ya cuando el proceso ha comenzado y parece ser demasiado tarde. Joel huye dentro de su memoria con el recuerdo de Clementine, intentando esconderla en otros recuerdos para no perderla, porque ha entendido que a pesar del sufrimiento que le causa, ella es lo mejor que le ha pasado en la vida. Esto es confuso al principio, pero prestándole más atención, esa travesía por su memoria es hermosa, incluso poética. Es necesario verla un par de veces para comprenderla bien, ya que la narrativa no es lineal. Una buena guía es el color del cabello de Clementine, porque se lo pinta según su estado emocional.

Aunque este proceso para borrar recuerdos específicos todavía no es posible en las personas, ya se han realizado experimentos satisfactorios en algunos animales, como las babosas y los ratones. Parece ser solo cuestión de tiempo. ¿Se imaginan qué efectos tendría en nuestra sociedad? ¿Lo usarían ustedes? ¿Para qué? Tal vez, como Joel y Clementine, para borrar el recuerdo de esa expareja que tanto duele o para eliminar un trauma de la niñez. Para lo que sea, pero indudablemente siempre se tratará de experiencias que consideramos negativas, pues nadie quiere olvidar los momentos en los que ha sido feliz. Para mí, aquí es donde reside el gran descubrimiento de Joel, cuando se arrepiente de borrar a Clementine: ella también le dio momentos únicos llenos de felicidad y los recuerdos van de la mano, buenos y malos, no pueden existir los unos sin los otros. Pensemos en la teoría de los contrarios de la que hablaba Heráclito: toda la vida humana está regida por contrarios, pero al final no podemos valorar el bien, sin el mal; la salud, sin la enfermedad; la alegría, sin la tristeza.

Hice un listado rápido de las experiencias más difíciles que he vivido, esas que siempre voy a recordar y que siempre van a doler un poco. No se trataba de decidir si los borraría o no (eso sería muy fácil), se trataba de imaginar quién sería yo sin esos recuerdos. Fue muy interesante porque quien soy ahora, quien escribe esto, no existiría; sería una persona totalmente diferente. Todos los momentos dolorosos por los que pasamos nos ayudan a formar el carácter, el cual nos servirá para afrontar de una forma más madura los momentos dolorosos que vendrán. Porque, permítanme darles un spoiler sobre la vida: siempre van a seguir llegando nuevos momentos dolorosos, como también algunos de gozo. «El talento se educa en la calma y el carácter en la tempestad», escribió Goethe.

Entonces, el problema con la posibilidad de borrar los malos recuerdos sería que automáticamente caeríamos en un círculo vicioso y perderíamos el sentido de todos los demás momentos, estancando nuestro crecimiento emocional y, por qué no decirlo, espiritual. Según John Locke, filósofo empirista inglés, la memoria es un elemento integral de lo que constituye el yo mismo, por lo tanto, si perdemos nuestros recuerdos, perdemos también nuestra identidad.

La película de Gondry trata dos temas puntuales: el olvido y el amor. Joel y Clementine se enamoran y son las dificultades de ese amor, las que los llevan a querer borrarse. Piensen, amigos imaginarios, en una época en la que hayan estado enamorados, piensen en cómo afectó ese amor todas las áreas de sus vidas: la relación con sus amigos, sus trabajos, sus familias, sus sueños, incluso su pasado. Porque el amor tiene eso, salpica todo y nos hace ver la vida con más esperanza. Por eso no podríamos borrar el recuerdo de un amor, entendiéndolo como algo aislado. Por eso Joel y Clementine están destinados a encontrarse, porque el amor perdura en la memoria, recorre los recuerdos como el agua entre las piedras y se adhiere a todo lo que nos rodea, llega para quedarse aun en el más recóndito de los espacios y al final será el amor, el único que nos salvará del olvido.


Imagen tomada de Fandango.

Jiménez Suchité

Mal amante de la literatura y el cine, series, música e historias en general. El arte me salva la vida y yo la voy haciendo peligrar, así nos complementamos y así, algún día, algo saldrá mal. Cargo con muchas etiquetas, pero solo me hago responsable de las que he elegido yo. Ya no pregunto por quién doblan las campanas, ahora sé que doblan por mí. Rechazo y resisto, no conozco otra forma de vivir.

Voz en off

Un Commentario

Patricia 28/10/2017

Buenísimo.Voy a ver de nuevo esa película. Gracias.

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