Luis Enrique Morales | Política y sociedad / OTREDAD Y EDUCACIÓN
Una de las preguntas fundamentales para todo ser humano es la pregunta por el origen. Saber de dónde venimos. Borges decía que él tenía un poco de todos lados. Cabral que no era de aquí ni de allá y ahora Drexler nos dice casi lo mismo, solo que en sus palabras. Durante muchos años se contó la historia de los vencedores, los triunfos de los conquistadores o de los grandes guerreros y las otras voces callaron por largo tiempo. Eso quiere decir que hay más voces que cuentan la misma historia desde otro punto de vista. Para personajes como Levi o Gerardi era importante reivindicar a las víctimas, dado que solo así se podría crear un proceso de concientización y dignificación de las víctimas y se podrían evitar las grandes tragedias. Eso quiere decir que cuando se encuentran dos relatos diferentes de la misma historia, se logra objetividad y poner las cosas en la balanza. Mostrar por ejemplo que la historia de la civilización es la historia de la barbarie como lo cuenta Benjamín. No todo lo que se ha hecho en la historia de la humanidad ha sido algo moralmente correcto y en eso nos ayuda la historia, en crear mejores interpretaciones de la realidad a la que nos enfrentamos y a comprender más cosas de nuestra propia forma de vivir. Y sin lugar a duda la historia tiene ese poder especial de humanizarnos, de cambiar nuestro mundo, de situarnos en un mundo donde comprendemos que somos el producto de la barbarie, o como diría Deleuze, que somos lo que ha sobrado.
Entonces, llegando a ese punto, comprendemos toda responsabilidad moral que toda persona tiene cuando se comprende la historia, pero, ¿qué hace la escuela con esto?
La escuela es sin lugar a dudas ese espacio donde el ideal es formar estudiantes críticos. Pero el pensamiento crítico está caracterizado por intentar ver todas las perspectivas que existen. Ir más allá del pensamiento binario o vivir fuera de la dicotomía cotidiana. Eso ha afectado el pensamiento crítico en países como Guatemala. Resulta que siempre se ha contado la historia de los vencedores y se nos ha contado mal. Los otros, los derrotados han sido los grupos olvidados, los grupos que se han callado y los hemos callado. Pero esto no solo es un asunto que se ve en la vida diaria, esto también es posible gracias a la calidad de material histórico que tenemos dentro de las escuelas/colegios, que se utilizan para amaestrar a nuestros estudiantes, allí se repite la historia de aquella Recordación Florida de 1960, la historia de los vencedores.
El resultado es, pues, la idea de que hay un solo relato y que hay una sola forma de hacer las cosas y lo que es aún peor, pareciese que el alzheimer terminal de Peladez se transmitió a nuestras generaciones. Lo que quiero decir es que olvidamos constantemente la poca historia que se nos ha enseñado o las pocas cosas que hemos vivido, porque se nos han enseñado a olvidar. A medida de conclusión quiero decir que debemos de reivindicar a nuestras víctimas dentro de los cursos de historia, crear mejor material histórico para las escuelas, también recordar que los que estamos somos el producto de la barbarie y potencializar la reflexión histórica dentro de los centros educativos.
Imagen principal tomada de Turismo Santander.
Luis Enrique Morales

Quetzalteco nacido en 1989, escritor independiente y estudiante. Egresado de la Universidad Galileo en 2012, excatedrático en el área automotriz de la región de Quetzaltenango. Actualmente residente en Estocolmo, donde trabajo en docencia y, al mismo tiempo, estudio Ciencias de la Educación (Pedagogía) en la Universidad de Estocolmo.
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