Sin ideologías, por favor

-Bobby Recinos / MEDITACIONES EN ÍNDIGO

«Pasen adelante», dicen sus operadores, «bienvenidos al espacio político». «Eso sí: dejen su ideología en la puerta. Se la devolvemos cuando pase la crisis». ¿Cómo así?

Todo ente consciente vive a través de múltiples ideologías, pues esto no es más que una concepción de la vida y sus realidades concretas. A pesar de esta obviedad, la moda activista progre dicta que se reniegue de las ideologías, ya que ellas no son esenciales en la configuración de identidades políticas efectivas.

Pero resulta curioso el tiempo político en el que se promueve esta ideología antideológica. Justo cuando la izquierda global, siempre en legítima búsqueda de la emancipación de los cuerpos, mentes y espíritus oprimidos, busca renovar su mensaje y sus métodos ante la erosión de las promesas neoliberales de bienestar económico para todos y estabilidad democrática-científica. En Guatemala, las propuestas tradicionales de derechas se debilitan ante la evidencia, difícil de contestar: pobreza, marginación y desigualdad crecientes, crisis políticas perennes y el asesinato sistemático del pensamiento crítico.

Es hora del relevo ideológico, lo cual naturalmente demanda alternativas en el modelo de comunidad. Sin embargo, a pesar de esta realidad, surgen personas con cuotas desproporcionadas de poder e influencia públicas que proponen que nos olvidemos de las ideologías.

Los poderes constituidos lograron gradualmente su primer gran objetivo de reducir al sujeto social a un simple sujeto de consumo. Ahora, a través de sus operadores, le venden a una masa acrítica un eslogan de mentiras: «la única ideología que realmente importa es la (amorfa) lucha contra la corrupción». La idea, naturalmente, es mantenerlos consumiendo su propaganda.

Pero la corrupción es parte natural, aunque oscura, del hombre y la mujer incivilizados, como nosotros. Existió, existe y seguirá existiendo mientras los incentivos tóxicos sigan profundamente enraizados, como sucede en nuestro modelo de sociedad. En estas condiciones, cortar una cabeza corrupta no tiene efectos estructurales, pues diez más toman su lugar. Las causas persisten.

Entonces, ¿se antoja conducente rechazar las ideologías? Yo digo que no.

Este es momento de limpiar, recordar y fortalecer las posiciones ideológicas que nos conduzcan a un debate público de contenidos vitales, relevantes y actualizados. El tiempo es exageradamente oportuno para configurar, entre todas y todos, una ideología apta para nuestros tiempos que aborde, precisamente, las raíces de la injusticia social y ataque las oportunidades para ejercer corrupción (o incentivos para ser corrupto/a).

Para mí, rechazar la ideología es rechazar espacios de consciencia, lo cual equivale a rechazar la vida misma. El llamado del nuevo-centrismo urbano a olvidarnos de nuestras ideas políticas y a desconocer nuestras diferencias esenciales es no solo irresponsable, sino imposible, considerando que las exigencias del sufrimiento diario no son negociables teóricamente. Se enfrentan para vivir o se ignoran para morir.

Encontramos, pues, que poderosos contra poderosos se disputan la tenencia del poder delegado en términos hegemónicos, mientras los pueblos que lo delegan parecen no tener voz ni voto en sus propias decisiones económicas y sociales. ¿Nueva política?

La acción política existe para satisfacer las necesidades de las personas, y no las personas para suplir las exigencias de la ambición política. Cualquier fin que no sea expandir y democratizar el poder político, desconcentrar las oportunidades económico-sociales hacia todas y todos, y velar por el bienestar humano por encima del capital y sus rentas es, ese sí, un engaño populista.

Precisamos, con carácter de urgencia, imbuir nuestros procesos democratizadores con esos peligrosos impulsos revolucionarios que nos quieren obligar a domesticar, mientras articulamos las sabidurías de todos los pueblos, sectores e individuos que le dan vida a que lo llamamos, muchas veces sin entenderla, «sociedad».

Ya advirtió el profesor David Harvey en 2014, al analizar las varias contradicciones del capitalismo tardío, que las salidas irreflexivas a una crisis «contienen en sí mismas las raíces de la siguiente crisis». Así pues, el neoliberalismo está aprovechando las crisis actuales para adaptarse, no sin cierto aire macabro, a las nuevas condiciones de su entorno en declive moral. Pero ya nos dimos cuenta. 


Imagen tomada de: www.las2orillas.co

 

Bobby Recinos

En otras vidas fui abogado, cantante y jugador de básquet. Me gradué de derecho en la UFM y de ciencias políticas en Kyudai, Japón. Soy crítico porque estoy vivo y soy un idealista necio.

Meditaciones en índigo

0 Commentarios

Dejar un comentario