Siempre hay flores

Rita Ma. Castillo | Literatura/cultura / SOMOS ARTE

Siempre hay flores para el que quiere verlas, aun en caminos empedrados, aun en lugares desérticos, siempre hay algo bueno en medio de tanta negatividad, siempre hay personas que se toman el tiempo de ver lo mejor en otras, y de destacar virtudes en lugares donde otros solo ven y señalan lo malo.

Este fin de semana la aventura fue en El Paredón, un rincón bastante interesante, caluroso y lleno de vida, un lugar donde el mar, el calor y los niños llenos de preguntas abundan. Estuvimos llevando color a una comunidad que, aunque es bastante turística, tiene rincones muy olvidados, tiene mucha gente hundida en la rutina y cerrada a nuevas opciones. Como en todo inicio, la reacción de las personas al verte frente a una pared es de incomodidad « … ya vienen estos a manchar nuestros espacios». Al ver los primeros garabatos nunca entienden qué es, por más que uno les explique, siempre se quedan con la duda de si quedará bien o si sabemos lo que estamos haciendo. Y es un poco lógico, es algo que muchos nunca han visto, empiezan los comentarios, no siempre positivos he de confesar, pero siempre es bueno ver al final como, si haces un buen trabajo, los convences con tu arte y les sacas una sonrisa. Siempre es así con todos, excepto con los niños, ellos siempre ven la belleza en todo, siempre son tan genuinos y siempre se emocionan con el simple hecho de ver tanto color junto.

Como ya es costumbre, y una muy buena, el espacio donde estaba se me llenó de niños. Al principio fue abrumador, a veces no sé cómo manejar tanto relajo, lo confieso. Pero luego que se empiezan a calmar, empezás a ver y aprender de ellos. Hoy medité en eso, cuando te dicen «hay que ser más como niños» no se refieren a estar riéndote o bromeando siempre, ni a tus calcetas o playeras de personajes, va mucho más allá. Es esa ingenuidad y sinceridad con que ven todo, es disfrutar el momento, es celebrar las etapas, es ver color y luz en todo, es, aun en días grises, llorar pero terminar riendo, es ser más ingenuos y creer que muchas cosas pueden ser posibles. Ellos siempre ven flores, porque así se les da la gana. En medio de ese gran calor, polvo y sequedad, ya el cansancio se estaba apoderando de mí y me cuestioné qué hacía allí. Este proyecto, en específico, es algo voluntario, por lo que, lo confieso, hay momentos, al ya estar cansada o muy cerca de mi punto de quiebre, en que me cuestiono: ¿qué necesidad tenés de estar hacienda esto? Justo estaba preguntándome eso cuando un niño se acercó y me dio una flor, y me dijo «gracias por lo que haces en mi casa, está quedando bonita». Así llegó mi respuesta, yo no había visto las flores de ese momento, necesitaba ayuda y él me la dio, madre, directo al corazón. Seguí pintando con más ganas, con más flores. Así seguí un rato largo, cuando hice una pausa para mezclar otro color, me percaté que habían llenado de flores mi caja de trabajo, y recordé por qué me uní esta iniciativa y por qué hago lo que hago.

Y así es como me inspiré para estas líneas, para traerles flores, hoy. Sé que suena imposible ver algo bueno entre tantas cosas negativas que nos rodean, pero ese es el arte de vivir, aprender a hacerlo, aprender a sacar lo mejor de las cosas y sobre todo de nosotros en situaciones que solo nos llevan a lo peor. Es complicado. Tal vez hoy más que utilizar este espacio para algo informativo, lo utilicé para regalarles flores, para recordarles que no debemos perder la inocencia y la emoción de vivir las etapas como vengan de la mejor forma. Porque no siempre esto va a ser un jardín, pero siempre debemos tratar de llevar flores donde se requieran o tomarlas de donde las necesitemos.

Siempre hay flores para el que quiere verlas.


Fotografía por Rita Ma. Castillo.

Rita Ma. Castillo

Diseñadora industrial, apasionada por el arte, con ojos curiosos, corazón colorido, coleccionista de historias, relatos y vivencias con extraños. Descubrí el arte como una herramienta sanadora, como una medicina, dicen que las cosas llegan a la vida cuando deben llegar y a mí el arte me encontró y me rescató. Vivo de eso, y amo haber encontrado mi propósito de vida en ayudar al prójimo por medio de mi tesoro, por medio de mi arte, aprendo cada día y me nutro de color, historias y trazos.

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