-Raúl Figueroa Sarti / DE LIBROS Y MENTIRAS–
En 2015 muchas voces expresaron “En estas condiciones no queremos elecciones”, sin embrago, finalmente se impuso la idea conservadora de realizar elecciones por temor a que la situación política del país se desbordara. Dos años después estamos viviendo las consecuencias de haber realizado unas elecciones bajo los mismos parámetros que durante décadas garantizaron que instituciones como el Organismo Ejecutivo y el Congreso de la República fueran paulatina y prácticamente tomadas por caciques que representan lo más nefasto de Guatemala.
El sucesivo aparecimiento de escándalos de corrupción entre el 2015 y el 2017, que como resultado inmediato tiene a más de 40 diputados con procesos de antejuicio, pone en evidencia dos cosas: el sistema sociopolítico en que se ha fundamentado el crecimiento económico de Guatemala tiene como basamento principal la corrupción y el Congreso dela República concentra esa esencia, la corrupción como modelo de dominación.
Pero si lo anterior queda claro para analistas y ciudadanos informados, también está claro para los corruptos que de manera embravecida, feroz y casi que a ciegas la han emprendido en contra de quienes se oponen a la corrupción, particularmente Ministerio Público y Comisión Internacional contra la Ipmunidad. Su reacción ha sido como la del niño que con los ojos cubiertos por un paño, la emprende en contra de la piñata con la esperanza de destrozarla totalmente para lograr obtener unos cuantos confites. Pero este “niño corrupto” además de ciego, está sordo y no se da cuenta que no solo golpea la piñata, destruye todo. Es lo que hicieron los diputados al Congreso de la República, primero al declarar que no había lugar al antejuicio en contra del presidente y luego al aprobar las leyes pro impunidad.
Paralelo a ello, los sectores que han crecido y surgido a la vida política y económica del país amparados en ese sistema corrupto, han construido una idea falsa que quieren imponer a la ciudadanía honrada y desinformada: la lucha contra la corrupción es cosa de comunistas. En su ceguera y sordera no se dan cuenta de que implícitamente están diciendo: nosotros los conservadores, de extrema derecha, somos corruptos y nos da miedo que los comunistas terminen con la corrupción.
El resultado de ese pacto de corruptos fueron los decretos que modifican el Código Penal para favorecer a la gavilla de Pérez Molina, tanto la que está detenida, como la que está operando en el Congreso de la República.
Ante la aparente desmovilización ciudadana los delincuentes empoderados en el Congreso de la República supusieron que nada pasaría. Que se irían tranquilamente a su fin de semana largo. Pero no. Los ciudadanos nos hicimos sentir y expresamos nuestro rechazo al crimen convertido en ley.
Pero la pertinacia de quienes se sienten acorralados no tiene límites, por lo que nuestra opción es la movilización ciudadana y el paro nacional este 20S, acompañados de las medidas legales para lograr que los diputados al Congreso de la República renuncien o abandonen sus funciones y cedan las sillas a los suplentes.
Raúl Figueroa Sarti

Editor guatemalteco. Director y fundador de F&G Editores. Autor de dos ediciones especiales del Código Penal y Código Procesal Penal de Guatemala, que, con más de 7 y 16 ediciones respectivamente, son indispensables para profesionales y estudiantes de Derecho.
0 Commentarios
Dejar un comentario