Sexo es poesía

Ju Fagundes / SIN SOSTÉN

Cuando el carioca Arnaldo Jabor escribió su crónica semanal, Amor es prosa, sexo es poesía, allá por los inicios de este siglo, en la práctica estaba entendiendo el amor y el sexo desde una perspectiva masculina y conservadora. Contrapuso lo uno frente a lo otro, dando al amor ese sentido metafísico que la religión y las tradiciones que le secundan nos han impuesto, y al sexo la función evasiva y confrontativa que desde las posiciones menos conservadores se ha levantado pero, al final de cuentas, enfrentándolos en competencia desigual.

Jabor, seguido luego por Rita Lee, quien musicalizó muchas de las frases de la crónica en Amor y sexo, intentan, a pesar de la ironía y el sarcasmo, colocar el amor en la fase superior del ser humano y el sexo por debajo. “Amor es un texto”, dice Jabor, “es un libro”, dice Rita, enfretándolo ambos a que “sexo es un deporte”.

Jabor viaja en la ilusión de que el amor se queda en la persona que ama, “sin necesitar de pareja, florece aún mejor en la soledad y en la locura”, nos dice. A veces, logra dar en el punto, al decir que “el amor es la búsqueda de la ilusión”, mientras el sexo es un “deseo brutal de la verdad”.

Rita, a pesar de ser su texto irónico, logra afirmaciones menos conservadoras, como que el sexo es elección, imaginación, fantasía. Pero, para mí, tanto el sexo como el amor son divinos, son del bien, no solo el amor, como ella lo propone. Y si bien el sexo es bueno, el amor también puede serlo. Pero el sexo no es animal, es la fuente y fruto de todas las fantasías, es el juego de lo real con lo irreal, y puede ser en soledad o en compañía.

El sexo es profundamente poético, pura e innata metáfora del tacto, del gusto, del olfato. No en vano, con la más llana claridad, el mexicano Álvaro Carrillo compuso Sabor a mí, bolero que, a pesar de los años, los cantantes hispanohablantes reciclan, sin poder ocultar todo lo que de explícito tiene la frase “en la boca llevarás sabor a mí”. Porque el sexo es sabor, que se descubre en cada parte de cuerpo y excita a quien lo paladea, con toda su acidez y su dulzura.

Imagen extraída de la película The pillow book.

El sexo es poesía en el rítmico contraste de los cuerpos, en el ir y venir uno al encuentro del otro, en la posición que se prefiera. Es una rima particular de versos largos que se abrazan en sus terminaciones, o versos cortos que, desde su inicio, se entrelazan en la cortedad de las palabras que lo integran. Porque en el sexo tenemos una métrica propia. Cada pareja o individuo compone a su manera, con su estilo, cumpliéndolo inconscientemente para propiciarse ese placer particular, personal, propio, que al final de cuentas es amor en toda la extensión de sus cuatro letras.

Amor a sí mismo cuando obtenido en solitario, porque quien busca el placer se ama y aprecia. Amor por el otro, cuando se le tiene a la par, sea en la búsqueda perdurable, aunque generalmente inalcanzable de la compañía, sea en el encuentro momentáneo en que solo procuramos el éxtasis erótico. En todos los casos, en el placer sexual realizamos en breves segundos la síntesis del ser humano: poseemos un cuerpo que aprendimos a disfrutar.

Porque el sexo no es simple naturaleza, sino la más humana de las prácticas. Es la búsqueda intensa del placer, que nos eleva en la escala zoológica, porque es una búsqueda absolutamente racional, nacida de las entrañas pero orientada desde nuestra propia imaginación y gusto. Y por ello es más femenino que masculino. Porque es la mujer la que se eleva y reconvierte a cada concreción de placer, porque no puede tomarlo a la fuerza ni imponerlo. Lo busca, lo realiza y lo encuentra dentro de ella, para ella, con o sin él. Es ella quien lo comparte, quien lo entrega. Es, por tanto, la poetiza del sexo, la que lo escribe e interpreta.

El hombre no puede poetizarlo sin ella, pero ella sí puede convertirlo en belleza pura sin él. Porque el sexo en ella y para ella es belleza y, como tal, poesía, si seguimos a Tatarkiewicz cuando la define. Por ello, también, el sexo para la mujer no es un simple verso, sino todo un poema.


Imagen extraída de la película The pillow book.

Ju Fagundes

Estudiante universitaria, con carreras sin concluir. Aprendiz permanente. Viajera curiosa. Dueña de mi vida y mi cuerpo. Amante del sol, la playa, el cine y la poesía.

Sin sostén

Un Commentario

Jacobo Vargas Foronda 21/11/2017

En terminus generales es un buen texto. No comparto las generalizaciones orientadas a pensar-sentir igual para todas las mujeres y hombres. Los hombres tambien poetizan el sexo y no todas las mujeres lo hacen.

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