Ramiro Mac Donald | Política y sociedad / ALIQUID STAT PRO ALIQUOT
Para el común de los mortales, vestirse es un acto normal de todos los días, ya que en muchos casos se convierte en ritual cotidiano. Los semiólogos, sin embargo, consideramos que la vestimenta que usamos envía mensajes sobre nosotros mismos (estemos conscientes o no de ello). Los signos propios de nuestras ropas son calificados por Buyssens como signos secundarios, porque no son utilizados con el objetivo específico de comunicar algo. Son signos involuntarios, son instaurados por la costumbre casi de forma inconsciente, intuitivamente. Los signos primarios, por lo contrario, son aquellos que se utilizan ex professo con el ánimo de comunicar algo. Estos, según Buyssens -para quien no hay signos naturales en la sociedad-, sí son signos voluntarios, y pueden ser las vallas o los rótulos de alto en las esquinas de las calles. Hacer esa diferencia parece oportuno.
Según el diccionario de la RAE, disfrazarse es un acto de simulación, para dar a entender algo distinto de lo que se es o se siente. Se hace también para «caracterizar» un personaje, camuflarse o aparentar una situación. Y, para Patrizia Caleffato, prestigiosa semióloga italiana, enfundarse un disfraz es «re-vestirse». Es envolverse, solaparse, jactarse, asumir. Colocarse un disfraz tiene que ver con un cambio de identidad (cualquiera que sea la necesidad y el interés que se tenga). Y eso fue lo que hizo, precisamente desde la perspectiva de la ciencia semiótica, el presidente Jimmy Morales el pasado 30 de julio, al enfundarse (acto de meterse en) un uniforme militar, porque no le correspondía hacerlo, ni el momento lo ameritaba. Morales no ejecutó una acción cotidiana: vestirse como todos los días; pues su vestimenta hubiera utilizado signos del tipo secundarios, casi normales, de manera más o menos inconsciente o de forma intuitiva. Pero la acción del lunes pasado, tuvo una intensión de comunicar un mensaje, pues usó un uniforme militar como un distintivo signo primario. Tenía la voluntad de comunicar «algo» más. Vamos a tratar de descifrar esa treta, esa maquinación de la mano de la semiótica de la moda.
El vestido, espacio semiótico
Laura López Belda escribió el año pasado el interesante artículo El vestido, espacio semiótico, dando cuenta del importante papel que juega la moda en el mundo de hoy. Para ella, vestir es un lenguaje, porque es como un dispositivo que permite una proyección personal. Y también señala que el vestido que usamos se termina convirtiendo en un acto de escritura, incluso capaz de construir narraciones. Y si esto representa en el diario vivir, ¡¿cuánto más lo hace al momento que se usa para romper lo habitual y meterse en un disfraz, como lo hizo Morales?¡ ¿Cómo leer ese acto totalmente inusual de ir a un acto público ataviado con un traje que no le corresponde usar, «simulando» ser un miembro del Ejército de Guatemala, pues el hecho de ser el comandante general del cuerpo castrense no lo obliga a vestir un uniforme? Él tomó esa opción. No era su obligación usarlo y además rompió con el protocolo que señala que el presidente «debe» usar ese traje solo en momentos de guerra, invasión o misión castrense. Luis Felipe Valenzuela, en un muy sereno pero contundente artículo en Publinews, opina que hasta pudo haber cometido el delito de usurpación de funciones. ¿Pero, qué habrá intentado narrar Morales sin usar las palabras, con su sola presencia uniformado? ¿Cuál fue el discurso presidencial que emitió ese disfraz? ¿Cómo fue recibido por la tropa en general y los oficiales del Ejército Nacional, en particular? A ciencia cierta, difícil de saberlo.
Cualquier tipo de uniforme constituye la marca de un grupo, ya sea social, institucional, profesional, cultural o étnico, según con el semiólogo francés Pierre Giraud. En el plano institucional, los uniformes identifican claramente a los miembros del ejército, la iglesia, la universidad, etcétera. Y también afirma que los uniformes (eventualmente) permiten hasta clasificar y definir a los diferentes grupos institucionales, pues cada uno tiene peculiares símbolos y señales que caracterizan la jerarquía de quien lo viste. ¿El presidente habría vestido ese uniforme conforme a un grupo que representa? No. Seguramente lo hizo por ignorancia o por improvisación, como hace muchos de sus discursos, como actúa en público casi siempre: saliéndose constantemente de los protocolos y saltándose los guiones.
Es importante recordar que el teórico de la semiología, Roland Barthes, señalaba que tanto hombres y mujeres pueden crear sentido a través de sus vestimentas, y, desde esta visión, el cuerpo de Jimmy Morales (re-vestido con un uniforme militar) puede ser catalogado como un experimento comunicacional. ¿Qué tan provocativo? De acuerdo con López Belda, este hecho irregular puede ser leído como una intertextualidad: el texto-uniforme nos relaciona con otro texto más amplio y del que tenemos conocimiento anterior: el Ejército de Guatemala. Pero, además: el presidente sabía que iban a estar presentes los reporteros de varios medios informativos, y seguramente estos le iban a tomar fotos y videos, así como iban a preguntarle por qué usaba semejante atuendo, tan inusual como estrafalario, para su dignidad y representación de la unidad nacional. Eran, pues -como dice Buyssens-, una serie de signos primarios utilizados para enviar mensajes, ex professo. No fue una inocente puesta en escena. Algunos la han catalogado de payasada, yo creo que fue temerario, irreflexivo o pésimamente mal aconsejado. ¿Será, acaso, que lo aturde alguna pena que no logramos descifrar?
Análisis pragmático
Por todo lo anterior, vale considerar que esta acción comunicativa debe ser estimada como poseedora de una intensión particular. Por lo tanto, podría ser estudiada desde la sintáctica, la semántica y o la pragmática. Esta última modalidad permite entender la manera en que este suceso fue estructurado: buscaba ser un fenómeno simbólico. También, nos faculta a procesar los ocultos mecanismos de significación, con base en los elementos que componen los signos que se estudian, porque están relacionados con la estructura donde el uniforme presidencial aparece como un texto factible de leerse, porque este lenguaje de comunicación no verbal tiene vínculos indisolubles con los uniformes, que con solo verlos, en nanosegundos, se asimila su significado profundo: armas, poder, pero también contrainsurgencia, represión, dolor, muerte, etcétera. Esas son sus otras intertextualidades.
Recordemos que todos los signos aluden a otra cosa, porque para comunicarnos usamos los signos como referencia a elementos ausentes, como el ejemplo de una fotografía. Cualquier fotografía es un recurso icónico presente que nos comunica los rasgos similares a los del referente ausente. Pero la materialidad del signo (su significante) también nos envía mensajes que implican connotaciones (sus significados conceptuales). El uniforme militar representa, simbólicamente, al Ejército Nacional como concepto integral. El presidente, al vestirse como miembro de la institución, ¿qué implicaciones conlleva? Es sabido que no es parte integral de la entidad castrense y que solo desempeña un cargo que se ejerce circunstancialmente, durante el tiempo que dure su mandato, pues en un lapso determinado será el comandante en jefe. Después, será un civil más, como cualquier otro. Dejará la Presidencia y dicha investidura será ocupada por la próxima persona electa para el efecto. Y además, porque Morales no ha tenido carrera militar únicamente, usufructúa el cargo por estar unido al de presidente para un período específico, y cuando cese en sus funciones, no se le reconocerá como exjefe del Ejército. Por eso, su decisión, al haberse enfundado ese uniforme como si fuera un disfraz, ha sido un juego comunicacional muy delicado y hasta peligroso. Jugar al soldadito de plomo no fue lo más inteligente, ni correcto. En un análisis semiótico simple se deduce que fue un error político, dado el vendaval de críticas recibidas.
Un sainete militar: obra cómica en un solo acto
¿Su presentación del 30 de julio disfrazado de militar puede ser catalogada de un montaje o un show cómico? Porque… esa escenificación tuvo las características de un sainete, que por definición es una pieza teatral breve de un tema jocoso y normalmente de carácter popular, porque fue la clara caracterización de un personaje. Por eso hay que entender que al re-vestirse con dicho uniforme, Morales pretendía comunicar que sí ejerce la función de dirección o representación corporativa de su disfraz-uniforme, pero para muchos analistas políticos esto ocurre solo en el simbolismo protocolario. Tal concepto, pues, no cobra vida en la realidad, y como tenía que justificarlo, Morales intentó explicar que usó el uniforme como homenaje a los miembros del cuerpo castrense. Y es entonces cuando resulta que el significante material (el uniforme) no corresponde en cuanto al significado real (Morales no es militar de verdad, solo vistió a semejanza en un acto de simulación). Por lo tanto, resulta una simple apariencia. Y no todo lo que brilla es oro.
Y aunado a este fingimiento, durante los momentos que estuvo uniformado Morales se «pavoneaba» al caminar, como lo hacían los antiguos miembros del ejército: paseándose entre las personas que acudieron al acto, con signos evidentes de prepotencia. ¡Muy ufano y jactancioso anduvo el presidente esa calurosa mañana en aquella curiosa inauguración! Y no es un secreto que la institución armada ha querido borrar esa tradicional y desafortunada imagen del típico chafarote (con aires de superioridad) desde el retorno a la democracia… pero parece ser que de un plumazo se retorna los más oscuros años ochenteros, con militares que infundían más miedo que respeto entre la población desarmada.
Morales, con la vestimenta verde olivo, quiso aparentar algo que no es: un miembro del ejército. Y hasta posiblemente se imaginó que estaba actuando en una serie netflixera, aunque llevaba varias estrellas doradas, pero colocadas en un uniforme de soldado raso. ¿Otra contradicción semántica? Entonces, podríamos inferir que si cualquier uniforme sintetiza las funciones de ser símbolo de toda una entidad, dependerá de quien decodifique los signos visibles y habrá quienes puedan leer algunos simbolismos invisibles.
Para eso, precisamente para eso, está la semiótica: para desocultar los significados subyacentes en ciertos mensajes oscuros. Este ejercicio lo hacemos para que se comprenda que en la práctica política no hay nada inocente. Todo lo que los políticos hacen o dejan de hacer, termina adquiriendo una dimensión comunicativa que incluso puede estar muy por debajo del umbral de la consciencia, y entonces es aceptado sin mayor esfuerzo por las masas y se le da total credibilidad. Pero ocurre algunas veces que el emisor es un ignorante en el manejo de los procesos de comunicación política… y termina confundiendo a sus receptores.
Al parecer, el presidente Morales quiso narrar (con su vestimenta) el acto de reconocimiento a una supuesta heroicidad de los soldados, imaginando que todavía estaba en un set de grabación fílmica; quiso agradar y agradecer a los militares, pero solo consiguió ser el protagonista de las risas y burlas en las lapidarias redes sociales, en las cuales hasta se le tildó de insania mental y le profirieron insultos de muy alto calibre. ¿Va a seguir soportando el Ejército de Guatemala estas afrentas?
Ramiro Mac Donald

Semiólogo social. Académico de Ciencias de la Comunicación. Periodista.
3 Commentarios
Estimado Ramiro:
Excelente interpretación y análisis de un show -otro más en la palestra política-, cuyos efectos (en negativo) se convirtieron en un bumerán para quienes lo protagonizaron y para aquellos a los que el protagonista principal – Jimmy Morales- quiso resaltar.
Muy bien, Ramiro, qué tema tan interesante. La simbología utilizada por el títere de turno tiene muchos significados, casi tantos como la cantidad de interpretantes. Pero, hasta para quienes lo pasaron inadvertido o para los que pudieron aplaudirlo, lo triste es que fue un mensaje nefasto.
Me parece que la intensión más clara una que el autor apunta solo de pasada. Infundir temor. Mostrar que el Ejército es poder omnímodo y absoluto, y que él -Morales- lo usará de esa manera. Brutal y con violencia.
Hay, en ese disfraz, el mensaje de la violencia y el autoritarismo. ¡Nada que ver con homenaje al soldado! es la identificación con los criminales de uniforme que, al final de cuentas, son su grupo y su referencia.
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