Luis Melgar Carrillo | Política y sociedad / PUNTADAS SIN DEDA
Cuando el emperador Constantino aceptó el cristianismo, hubo una fusión entre el paganismo romano y las enseñanzas del cristianismo. En esa fusión se dieron sucesos como el siguiente: se cambió el nombre de la estatua del dios Júpiter para decir que en adelante sería la estatua del apóstol Pedro. Júpiter era el principal dios de la mitología romana. Roma consideraba a Júpiter como el padre de dioses y su estatua era venerada y adorada por los paganos. En el cambio al cristianismo, los romanos solamente cambiaron el nombre, pero siguieron adorando la misma estatua.
La adoración a las imágenes se inició a partir de que el emperador Constantino aceptó la fusión de la cultura grecorromana con la cristiana. Muy probablemente, a partir de esa transición, se comenzó a perder la verdadera espiritualidad. La religiosidad comenzó a partir de la adoración a imágenes y estatuas. Esa había sido la manera de adorar tanto de los griegos, como de los romanos.
Bajo el mandato del emperador Constantino, se celebró el concilio de Nicea en el año 325. Este concilio estableció dos conceptos que no habían sido parte del cristianismo original de la primera iglesia. El primero es la celebración de la Navidad. El segundo es la abstinencia que se debía guardar en la Semana Santa.
Se tomó la decisión de decretar el 25 de diciembre como la fiesta del nacimiento de Jesús. Hoy día se le llama Navidad. El mundo pagano festejaba en esos días la fiesta del solsticio de invierno. Constantino era un adorador de esta fiesta que se denominaba solis invictus. Los cristianos de la primera iglesia no la habían festejado antes. Hay estudios que revelan que el Jesús muy probablemente nació durante la Fiesta de los Tabernáculos, que se celebra entre septiembre u octubre según el calendario judío.
El concilio decretó, en cuanto a la abstinencia, que los fieles estaban obligados a tres normas: hacer vigilia todos los viernes del año, ayunar parcialmente durante toda la cuaresma y ayunar con abstinencia de carnes rojas el Miércoles de Ceniza, así como todos los viernes y sábados de cuaresma. Se decretó que no cumplir con estas normas era incurrir en pecado de muerte. Este decreto condujo, automáticamente, a que ningún cristiano pudiera celebrar la Pascua conforme a la tradición hebrea.
Lo anterior se deduce ya que, entre las normas que se celebraron como consecuencia de este concilio, se decretó la abstinencia de carnes rojas durante los viernes y sábados de Semana Santa. Quien lo hiciera sería expulsado de la iglesia mediante la excomunión. La Semana Santa cristiana coincide, en fechas, con la fiesta hebrea de la Pascua.
La celebración de la Pascua judía se realiza mediante el sacrificio del cordero. Prohibir comer carne en Viernes Santo, significa prohibir la celebración de la Pascua judía, porque el cordero es carne roja. Es interesante reflexionar que si hubiera sido pecado comer carne en ese día, Jesús no lo hubiera hecho. Sin embargo él celebró la Pascua, y con su ejemplo dejó una enseñanza. Él comió carne de cordero. Sabía que era el último acto oficial de su vida. Obviamente no iba a pecar comiendo carne roja el día antes de su muerte.
La celebración de la fiesta de la Pascua había quedado establecida para el pueblo de Israel como un estatuto perpetuo. Prohibirles a los cristianos que lo hicieran, a todas luces, fue una afrenta en contra del pueblo de Israel. Era plantear: o se es cristiano, o se es judío, pero no se puede pertenecer simultáneamente a las dos creencias.
En resumen. hay tres hechos relevantes que surgieron del concilio: prohibir tácitamente la celebración de la Pascua hebrea, fomentar el inicio de la adoración de imágenes y continuar con la fiesta pagana de adoración al nacimiento del sol, tal y como lo hacían los romanos.
El apóstol Pablo insinuó haber visitado el tercer cielo. El apóstol Juan dijo también haberlo visitado. Muy probablemente, parte de las enseñanzas que se perdieron a través del tiempo, fue el camino para hacerlo. La fuente de poder de los primeros cristianos pudo haber sido obtenida por medio de «visiones» y «revelaciones», experimentadas en esas visitas.
Una buena parte del cristianismo actual, en lugar de realizar visitas al reino de los cielos, que mencionan los apóstoles, lo que ha venido haciendo son cultos religiosos semejantes a los que practicaban los pueblos paganos. Otra parte de la iglesia, aunque no adora imágenes, ha concentrado sus esfuerzos en el estudio analítico de las escrituras, se ha vuelto experta en su interpretación.
Tanto las prácticas de adoración de imágenes, como de los estudios de las escrituras no son la esencia de la vida espiritual de la primera iglesia. Su espiritualidad se alcanzó por medio de la oración profunda. Jesús constantemente se apartaba a orar. Él dijo que lo que veía hacer al padre eso hacía. Probablemente esas visiones las recibía en medio de la oración. Una evidencia de que hoy día la iglesia no tiene ese tipo de espiritualidad es que casi no se testifican milagros.
Según las antiguas escrituras, Jehová había dado instrucciones específicas, desde el inicio, en cuanto a la adoración al sol. Por otra parte, había manifestado que maldeciría a quienes maldijeran al pueblo de Israel. Prohibir la Pascua era una forma de maldecirlo. Tratando de interpretar lo que pudo haber sucedido respecto al giro que había tomado la iglesia, es que poco a poco los seguidores de la iglesia cristiana comenzaron a experimentar ausencia de visitas al reino de los cielos. Esa ausencia desencadenó en la pérdida del «poder» espiritual.
El siglo veintiuno ha traído un gran despertar ocasionado por los avances de la ciencia y de la tecnología. Los habitantes de Europa ya no se satisfacen con las prácticas tanto de los adoradores de imágenes, como por el simple estudio analítico de las escrituras. Ese despertar los ha conducido a tomar conciencia que seguir a una iglesia que no ofrece un camino claro hacia la espiritualidad genuina, no merece el esfuerzo. Tampoco han querido seguir a una iglesia que perdió casi totalmente su fuente de «poder» espiritual. En ese continente, la consecuencia es una clara decadencia del cristianismo.
Fotografía tomada de InfoCatólica.
Luis Melgar Carrillo

Ingeniero Industrial, Colombia 1972. Máster en Administración de Empresas, INCAE 1976. Autor de 9 libros (tres aparecen en Google). Autor de 50 artículos (24 en gAZeta, Guatemala 2018; 20 en revista Gerencia, Guatemala 1994-95). Director de Capacitación (Asociación de Azucareros de Guatemala). Director de Recursos Humanos (Polymer-Guatemala). Excatedrático en universidades de Costa Rica, Guatemala y Tepic, México. Residencia en Tepic.
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